Estuvo casado con María
González y fue padre y abuelo respectivo de cada uno de los dos
Pedro
Martínez de Calatayud que
continuaron, tanto en el área
de Calatayud
como fuera de ella, el taller que aparentemente fue constituido por Juan
Martínez de Salamanca. La familia debió alcanzar una relevante
posición en la ciudad bilbilitana puesto que el 11 de enero de 1578
se concedía permiso a la viuda de Pietro
Morone para fundar y reparar una capilla en la antigua iglesia
de San Juan de Vallupié, la cual era "para ella y a los suyos
y para un hijo de Joan Martínez de Salamanca". Estaba ubicada a
la derecha del altar mayor y en ella había sido sepultado Morone
y tenía instituida una capellanía el citado hijo de Martínez
de Salamanca. Hay que mencionar que Pietro
Morone fue el autor de la pintura y policromía del retablo mayor
de Ibdes,
en el que también trabajó Salamanca, todo lo cual lleva a
suponer que acaso entre ambas familias pudiera mantenerse una estrecha
vinculación cuya naturaleza real desconocemos.
Dos únicas obras de
este imaginero cuentan con referencias documentales y solamente una de
ellas, el nombra retablo mayor de Ibdes,
se halla en territorio aragonés. Precisamente es la capitulación
para Ibdes
la primera constancia textual que poseemos sobre Juan Martínez de
Salamanca, quien la firmó junto a Pedro Moreto el 13 de agosto de
1555. Fallecido éste último el Concejo de Ibdes
volvió a comprometerse con Salamanca el 12 de enero de 1556. En
este año el imaginero recibió varias partidas de madera,
entre ellas una pieza para la imagen titular. El retablo estaba concluido
en blanco y asentado en enero de 1557 cuando se celebró la misa
de consagración, indicándose que lo había realizado
"Salamanca de Calatayud". Excepto este último, todos los datos expuestos
se conocen, como es sabido, por anotaciones de segunda mano, aunque a la
luz del resto de la documentación existente en torno a esta obra
resultan altamente fiables. Sin embargo, parece lógico plantearse
que el taller de Juan de Salamanca, dada la envergadura de las labores
a efectuar y el escaso tiempo invertido en ellas, recabó quizás
algún tipo de colaboración. Tal vez esta ayuda pudiera venirle
del imaginero Jacques Rigalte, que el 30 de abril de 1557 firmaba una obligación
con Salamanca por 100 sueldos.
Un silencio de exactamente
veinte años sigue a las noticias anteriores. En mayo de 1577 el
Concejo de Valtierra da poder al alcalde y regidores para que concierte
con Martínez de Salamanca la obra del retablo mayor, hecho que se
verifica el 21 de septiembre de ese mismo año. Pero el Concejo,
tras recibir una oferta más barata por parte de Blas de Urbizu,
convoca una subasta a la que concurren, además de los citados, Bernal
de Gabadi, a quien se le adjudica el encargo. Salamanca protesta tal decisión
argumentando que tiene ya hechos trabajos por valor de 400 ducados, aumentando
su perjuicio la circunstancia de que ha desechado otras obras en Aragón
por acudir a esta de Valtierra. Finalmente el 5 de marzo de 1578 Gabadi,
con la anuncia del Concejo, le traspasa el retablo, que quedará
inconcluso a su muerte en 1580.
Nuevas diferencias surgen
entre el Concejo de la villa navarra y la viuda de Salamanca sobre la deuda
contraída con éste por todo el trabajo, que quedaba en buena
parte todavía en el obrador. Dos sucesivas tasaciones se llevan
a cabo, la primera a cargo de Juan de Ancheta y Juan López de Gámiz
en 1580, y la segunda en 1581 sancionada por Pedro de Arbulo y Diego Marquina.
María González terminó recibiendo 1.677 ducados como
finiquito del retablo, cantidad inferior a la estipulada en ambas tasaciones.
Con ella pudo liquidar cuentas con los integrantes y colaboradores del
taller de Martínez de Salamanca, según una relación
de albaranes otorgados por Miguel Germeda, Jerónimo Laguardia, Juan
de Gabadi, Pedro Ulibesar, Juan Muñoz y Lázaro de Leiba.
Una nómina de seis
individuos hace pensar que el taller de Salamanca poseía cierta
considerable entidad y recursos, aunque no funcionara durante toda su trayectoria
al mismo nivel. Ello obliga a contemplar la posibilidad de que existe producción
de dicho obrador que continúe inédita por falta de noticias
documentales al respecto. Es necesaria una investigación dirigida
a ambas direcciones, obra y textos, para poder definir en un futuro acertadamente
la personalidad artística del imaginero. (María Luisa Miñana
Rodrigo)