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Un libro imprescindible para meditar


El autor Santiago Trancón (Foto: Daniel García)

ISIDRO GONZÁLEZ GARCÍA Durante este verano, en mi tierra leonesa, el libro de Santiago Trancón, 'Sabiduría de los clásicos' (Punto Rojo Libros), me sirvió de lectura de cabecera. Y digo de cabecera porque es un libro diferente, que no solo deber ser leído, sino releído y, sobre todo, meditado.

A diferencia de muchos libros que abundan en la actualidad y beben del impacto de este devenir vertiginoso en el que vivimos, éste se ocupa de algo tan diferente y esencial como fue la literatura española del Siglo de Oro, sin duda la más importante de nuestra historia. Santiago Trancón elige con todo acierto a dos de los más destacados representantes de esta literatura: Baltasar Gracián y Francisco de Quevedo. Aunque parezca paradójico, son autores que conectan con la actualidad que vivimos en España. Por supuesto, bajo otros parámetros, pero con la misma preocupación por la condición humana.

La oportunidad de este libro es evidente, porque en la actualidad tan incierta por la que transitamos ahora en España, se olvida algo tan esencial como conocer la historia de dónde venimos y de la cual somos sus herederos; como escribiera Max Weber: "Para saber lo que somos antes tenemos que saber cómo hemos llegado a serlo". Nuestro 'background'. Es decir, conocer el largo camino que nos ha traído hasta aquí. Vivimos, sin embargo, bajo el impacto y la influencia de los medios, de la imagen y de las redes sociales, de lo cual se deriva una consecuencia, tan bien captada por Georg Steiner: "El hombre moderno tiene una mayor información, pero una menor formación".

Sobre la plataforma de nuestra turbulenta e incierta realidad, este libro nos invita a meditar sobre el aquí y ahora en que vivimos, pero también sobre los problemas que han atormentado al hombre de todas las épocas. Si bien es verdad que la revolución científica y tecnológica de los últimos años ha contribuido a crear una gran confortabilidad y bienestar material, también es cierto que nos ha impregnado de un cierto hedonismo y autocomplacencia. Los problemas del hombre, con todas sus virtudes, grandezas y miserias, siguen siendo, sin embargo, los mismos, como muy bien describiría Isaiah Berlin en su conocido libro El fuste torcido de la humanidad.

No vamos a descubrir a Santiago Trancón, que es bien conocido. Leonés de Valderas, doctor en Filología Hispánica con premio extraordinario y uno de los especialistas más importantes del Siglo de Oro español, entre sus libros más destacados y conocidos podremos citar 'Teoría del Teatro', 'Memorias de un Judío Sefardí', 'Huellas judías y leonesas en el Quijote', 'España sentenciada pero no vencida'. Ha publicado cientos de artículos en periódicos El Mundo, El País, Libertad Digital, El Catalán, La Nueva Crónica y El Diario de León, y muchos otros de crítica literaria en prensa especializada como El viejo Topo, Ajoblanco, Diwan, Primer Acto...

Ahora nos sorprende con este libro, tan diferente, pero a la vez tan esencial para conocer una época tan importante y decisiva de nuestra historia. El libro está concebido como una exposición de textos que el autor comenta, y que no se pierde en un torrente de las palabras o expresiones retóricas, sino que nos lleva a una reflexión de lo que era aquella época del barroco. Tanto Gracián como Quevedo fueron un testimonio profundo de aquella sociedad, que describieron según el espíritu de aquella frase: "Aunque neguemos la realidad, no por eso ésta deja de existir".

Baltasar Gracián, un aragonés nacido en Belmonte de Calatayud, fue con toda probabilidad descendiente de conversos. Jesuita, era un espíritu librepensador que pretendía romper con los corsés impuestos en aquella época oscurantista del barroco, que solapaban la realidad de aquella España envuelta en los velos de las apariencias y de la hipocresía. Sufrió en su propia vida los zarpazos, enemistades y sospechas, provenientes de lo que hoy podríamos denominar lo políticamente correcto. Gracián nos ha dejado en sus obras una visión no sólo de aquella España, sino de la propia condición humana. Desfilan en sus libros ('El Héroe', 'El Político', 'El Discreto', 'Oráculo Manual', 'Arte de Ingenio', 'El Criticón'...) situaciones y personajes que nos ayudan a meditar sobre esa condición humana, de ahora y de siempre, más allá de su peripecia histórica.

Trancón, con sus comentarios, nos describe con precisión lo que late detrás de sus palabras y frases, aforismos e historias, que nos hacen pensar y reencontrarnos con nosotros mismos. A través de estos libros, tan distintos y necesarios, podemos mirar la realidad de España del ayer y del hoy. Sorprende por eso que la obra de Gracián, de tanto interés, sea más conocida fuera que dentro de España, una característica paradójica, aunque no tan extraña en la historia de España.

En cuanto al segundo autor, Quevedo, más conocido que Gracián entre el público español, y sobre el que se ha proyectado entre la masa popular el estigma deformado de un personaje un tanto extravagante y excéntrico, es, sin embargo, uno de los más grandes escritores que ha dado nuestro país.

Quevedo reacciona con más dureza, desgarro, irreverencia y procacidad que Gracián ante todo aquello que critica. Quizás por eso sufrió en sus propias carnes la dura prisión. Al igual que Gracián conoció los zarpazos de la intolerancia y la envidia por ser un hombre libre, y ya al final de su vida la cruel y despiadada prisión en el hoy Hostal de San Marcos de León, en aquella época de mediados del XVII, convento de la Orden de Santiago a la cual pertenecía el propio Quevedo.

Santiago Trancón reúne y comenta en su libro también lo más atractivo de la obra de Quevedo ('Los Sueños', 'La Cuna y la Sepultura', 'España defendida', 'Vida de Marco Bruto'...). De todas ellas extrae textos breves, aforismos, sentencias y pensamientos de gran interés y actualidad. Con ellas, como a través del píldoras, nos vamos adentrando en la esencia misma de la condición humana y sus contradicciones. En 'Los Sueños', por ejemplo, nos presenta Quevedo una visión onírica, pero tan real como la vida misma, donde se entrelazan todas las virtudes, prejuicios y miserias de las relaciones humanas, tan impregnadas de intereses y cubiertas casi siempre por la cosmética del disimulo.

En un mundo como el que vivimos, el vértigo de nuestra propia vida es como una coraza que nos envuelve y con la que actuamos dando respuestas a los retos y vicisitudes diarias de una manera totalmente mecánica, sin que haya un mínimo de reflexión detrás. Las urgencias de la vida nos impiden tener un espacio y un tiempo de sosiego en el que poder ver con nitidez el origen de ese vivir irreflexivo, y sobre todo, el tratar de cambiar ese vértigo de acción que nos acaba aturdiendo y aletargando nuestra mente. Este libro nos describe con realismo esta situación de falta de conciencia y de sabiduría, de ausencia de reflexión y meditación, dominados por todos los fantasmas que condicionan nuestra sociedad y nuestra vida. Como escribió Solzhenitsin "¿cómo proteger el derecho de nuestros oídos al silencio y el de nuestros ojos a la vida interior?" Nada mejor, para alcanzar ese silencio y esa vida interior, que escuchar la voz de nuestros mejores clásicos que, con palabras de Quevedo, "al sueño de la vida hablan despiertos".

La Nueva Crónica (6-1-2023)

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