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El estandarte de la Vera Cruz
y la procesión del Corpus en Calatayud


Antigua imagen de la celebracion del Corpus Christi en Calatayud

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Fr. Roque Alberto Faci cuenta en la segunda parte de Aragón, Reino de Cristo, de 1750, que la parroquia de San Andrés de Calatayud guardaba una reliquia del Lignum Crucis, de la que se desconocía su procedencia. Algunos pensaban que había sido traída de las Indias por un devoto, otros que era parte de la reliquia de Maluenda.

Faci recordaba un raro prodigio ocurrido el 1 de enero de 1703, a causa de una terrible tormenta. El licenciado Juan Antonio Mendoza, que aún vivía a mediados de aquel siglo, se había refugiado a sagrado, a causa de una tormenta. Y estando en oración, oyó por tres veces grandes golpes en la urna o sagrario, donde se veneraba la reliquia de la Vera Cruz. El licenciado Mendoza fue en busca de los feligreses, que se resguardaban en el atrio de la parroquia. Al entrar, encontraron abiertas las puertas del sagrario y la reliquia en el mismo borde, como insinuando que fuera sacada para lograr su favor. Y a la vista de esta reliquia cesó la tempestad, con truenos, relámpagos, agua y granizo copioso. Faci relataba que este favor se había celebrado con un novenario muy solemne y devoto. Y afirmaba que las pruebas para autentificar este suceso, se habían iniciado ante el vicario general, pero que no se habían continuado, por haberse enfriado la devoción.

El 23 de junio de 1737, convocado y reunido el Capítulo de los procuradores de bolsa y parroquianos diezmarios de la parroquia de San Andrés Apóstol, con asistencia del licenciado Juan Valentín de Yanguas, presidente y beneficiado de San Miguel, mosén Roque Enguita, Manuel Herlueta, Manuel Pérez, Manuel Bernal, José García, Manuel Becerril, Jerónimo Terrer y Vela, y Jerónimo José de Yanguas, nombraron procuradores para pleitos, ante los testigos José Monreal, escribiente y Manuel Minguijón, infante de dicha iglesia de San Andrés.

El procurador de esta parroquia de San Andrés defendía que, de tiempo inmemorial y muy antiguo, del que no se guardaba memoria, existía aquella parroquia, que participaba en todas las procesiones generales, especialmente en las que se celebraban los días del Corpus Christi, San Iñigo y Nuestra Señora de Agosto, sacando un estandarte o pendón llamado de la Santa Vera Cruz, que lo portaba el prior de la parroquia o la persona que fuera asignada. Este pendón procesionaba a la derecha de la bandera o pendón de San Iñigo. Entonces tenían noticia que el Ayuntamiento de la ciudad, los cofrades de la Cofradía de San Iñigo y otras personas, intentaban molestarles en esta costumbre.

El 11 de mayo de 1742, San Andrés presentó a esta causa varios testigos, que declararon que el prior de San Andrés llevaba el estandarte en la procesión del Corpus, a la derecha del pendón de San Iñigo.

Por su parte, el procurador del ayuntamiento señalaba que el ayuntamiento, justicia y jurados, y entonces corregidor y regidores de ella, sacaban en procesión un estandarte o pendón, llamado del Santísimo Sacramento, que ostentaba una imagen del Santísimo con San Iñigo, su Patrón, que la ciudad lo tenía encomendado al preboste, prior y cofrades de la Cofradía de San Iñigo, que estaba compuesta por caballeros hijosdalgo. Añadía que, desde tiempo inmemorial hasta entonces, este estandarte salía en las dos procesiones generales, que tenían lugar los días del Corpus y de San Iñigo, llevándolo uno de los cofrades, caballero hijodalgo, que nombraba el preboste o prior, y que procesionaba incorporado en estas procesiones con el ayuntamiento, después del último capitular. En la procesión del Corpus concurrían los estandartes del Santísimo o de San Iñigo y de la Cofradía de la Vera Cruz, aunque el de San Iñigo iba siempre a mano derecha, con preferencia al de la Vera Cruz. En la procesión del día del Patrón, solamente procesionaba el estandarte de San Iñigo, sin que jamás hubiera concurrido en esta procesión el estandarte de la Vera Cruz. Protestaba porque entonces la parroquia de San Andrés quería molestar al ayuntamiento. Esto ocurría a principios de junio de 1742.

El 12 de mayo de 1742, la parroquia de San Andrés ganó una Real Provisión, que señalaba que nadie podía impedir ni estorbar a esta parroquia, su derecho de procesionar con el estandarte de la Vera Cruz, como lo venían haciendo hasta entonces, sin llevar a cabo procedimientos perjudiciales contra ellos ni contra sus bienes, pidiendo en todo caso revocarlos y anularlos.

El 21 de junio de de 1742 y ante el notario Manuel de Rada, comparecieron de una parte, José Aparicio e Ignacio Pujadas, regidores, y de la otra Manuel Marina, infanzón, y Jerónimo Terrer, como procuradores del Capítulo de San Andrés, mediante poder hecho el 10 de junio, ante el notario Jerónimo José de Yanguas. En esta reunión señalaron que, entre las partes, había diferencias sobre el puesto que debían llevar en la procesión del Corpus los estandartes del Santísimo Sacramento y de la parroquia de San Andrés o de la Vera Cruz, acordando una concordia.

El pendón de San Iñigo era de damasco blanco. En una cara aparecía una custodia bordada con el Santísimo Sacramento, con una imagen del Patrón San Iñigo, arrodillada ante ella, y por el otro los escudos de armas de la ciudad y del reino, todo bordado de seda y oro. El estandarte de la parroquia de San Andrés o de la Vera Cruz era de damasco verde, con dos insignias de armas de la parroquia y una cruz, todo de galón de oro.

Las partes pactaron que, en la procesión del Corpus, los pendones del Santísimo Sacramento y de la parroquia de San Andrés debían de salir en pareja de esa iglesia, donde se formaba esta procesión. El estandarte del Santísimo Sacramento debía ir a la derecha y a la izquierda el de la parroquia de San Andrés. Y en esta posición habían de llegar al teatro de la Plaza Mayor del Mercado, manteniéndola hasta concluidos el villancico y la oración, que cantaban los músicos. Al tiempo de mover la procesión y bajar del teatro para su continuación, dichos estandartes, prosiguiendo siempre en pareja, habían de guardar sus posiciones hasta concluir el acto. Para su cumplimiento, José Aparicio e Ignacio Pujadas se obligaron en todos los bienes y rentas del justicia, regimiento y ayuntamiento de la ciudad. Por su parte, Manuel Marina y Jerónimo Terrer hicieron lo propio, obligándose en los bienes y rentas del Capítulo de San Andrés.

Vicente de la Fuente cuenta lo que aconteció el día del Corpus del año 1328, en plenas banderías entre Sayas y Liñanes. Señalaba que unos apoyaban a Santa María y otros a San Andrés que, mediante soborno, obtuvo un Breve para que la procesión del Corpus saliera de esta parroquia. Este suceso también lo recogía Juan Miguel Pérez de Nueros. Aquel año, la procesión salió de la parroquia de San Andrés, asistida por el Capítulo de Santo Domingo de Silos, encontrándose en la calle Nueva con la de Santa María. Los altercados dieron lugar a que el vicario general les formase causa, condenando a los Capítulos de San Andrés y Santo Domingo en 1000 morabetines de oro, que apelaron al juez superior.

Eduardo Larrea contaba la versión de su abuela, recogida sin duda de la tradición oral. La primera procesión del Corpus había partido de Valencia, tras el milagro de los Corporales en la toma del castillo de Chío, pasando por Játiva, Teruel y Daroca, llegando hasta Calatayud. La mula donde se portaban los Corporales, subió Rúa arriba y llegó hasta la iglesia de San Andrés. Le abrieron la puerta y el animal entró, cruzó el templo a lo ancho y salió por la otra puerta de enfrente. Bajó de nuevo por la Rúa y tomó la ruta de Daroca, donde llegó el 7 de marzo de 1241. Por esta razón, la procesión del Corpus de Calatayud entraba por una puerta de San Andrés y salía por la otra, en recuerdo a esta tradición.

Mariano del Cos, en sus Glorias de 1845, señalaba que en la parroquia de San Andrés se habían reunido, por espacio de muchos siglos, las procesiones generales, con participación del Cabildo de Santa María, el Clero, el ayuntamiento, las religiones y los gremios. Pero que por doce años, el Cabildo de Santa María se había resistido a hacerlo. Por entonces, el Clero Patrimonial había acordado con el Cabildo que, al menos las procesiones generales del Corpus y de la Asunción, pasaran por medio de la parroquia de San Andrés, como en aquel tiempo se llevaba a cabo, entrando por la calle del hospital de los Luna y saliendo por la puerta principal de la iglesia de San Andrés.

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