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Emotivo homenaje a Dimas Fernández-Galiano en
el Museo Arqueológico de Madrid


Antonio Fernández Galiano, Luis Fernández Galiano, Martín Almagro Gorbea
y Manuel Pizarro, en la presentación del libro (Foto: Sergio Enríquez-Nistal)

LUIGI BENEDICTO BORGES | "Dimas nos hizo ver que si no se entiende que los antiguos veían todo como una repetición, no se entiende la historia de Roma. Ese es el enorme valor que aportó a la Arqueología del último tercio del siglo XX. Y todo ello teniendo una vida excesivamente corta. Por eso me recuerda al caso de Aquiles, al que también le dieron a elegir entre una vida larga y anodina o una corta pero exitosa". Así recordaba ayer Martín Almagro-Gorbea, académico de número de la Real Academia de la Historia, a Dimas Fernández-Galiano (Calatayud, 1951 - Madrid, 2015) durante la presentación de Estudios sobre mosaicos romanos, una obra publicada por La Esfera de los Libros que homenajea las cruciales aportaciones del prestigioso arqueólogo y especialista.

Presentada durante un emotivo acto en la Sala de Conferencias del Museo Arqueológico Nacional de Madrid, el libro recoge las contribuciones de una veintena de colegas y amigos españoles, franceses, italianos y portugueses del Seminario en torno a los Mosaicos Romanos, en el que Fernández-Galiano participó entre 2006 y 2014. Junto a Almagro-Gorbea, en la presentación participaron Manuel Pizarro Moreno, académico de número de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación; Antonio Fernández-Galiano Campos, presidente de Unidad Editorial; Luis Fernández-Galiano Ruiz (Calatayud, 1950), catedrático de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (Universidad Politécnica de Madrid); José María Álvarez Martínez, director emérito del Museo Nacional de Arte Romano, y Luz Neira Jiménez, vicerrectora adjunta de Comunicación y Cultura de la Universidad Carlos III de Madrid, estos dos últimos además coordinadores de la obra.

"Yo siempre le dije que la Universidad española perdió un gran profesor. Alguien con tal sabiduría e inquietud, capaz de llegar a los más jóvenes. Por eso tuvimos la posibilidad de tenerlo en los seminarios ocho años", rememoraba Luz Neira Jiménez. "Él tenía para todos. Era accesible para los doctorandos, para los más jóvenes. Tenía la sencillez y la flexibilidad de un sabio. Cuando recibimos la tristísima noticia de su marcha, decidimos que teníamos que honrar su sabiduría y su memoria y preparamos este libro", explicó antes de citar a varios de los notables participantes, caso de Janine Lancha, Cátia Mourão o Luigi Quattrocchi. "En todos los artículos hay un guiño a sus descubrimientos. Y en la portada, a un mosaico de Carranque, donde Dimas dejó parte de su vida. Creo que a él le hubiera gustado", aseveró.

"Dimas era un gran conservador, no sólo con sus pares, no sólo con sus hermanos, sino con sus tíos o con sus primos menores, como es mi caso. Me sacaba seis años y en mi memoria queda de manera indeleble detalles como ese o el de ser un consumado ajedrecista", recordó Antonio Fernández-Galiano. "Y aunque diría que no he tenido nada que ver en su carrera profesional, confieso que con 17 años le ayudé en la excavación de la necrópolis de Sigüenza: Le conseguí a seis o siete amigos y allí aprendí lo que era un teodolito, una cata... Los principios básicos de la excavación. Era impresionante comprobar como de repente aparecía un cráneo y luego una necrópolis. Muchas piezas que descubrimos allí fueron a parar al Museo Arqueológico de Guadalajara", recordó con orgullo.

Los hitos de la carrera de Dimas Fernández-Galiano, como su oposición para conseguir la plaza de conservador del Cuerpo de Conservadores de Museos, su desempeño como director del Museo Provincial de Bellas Artes de Guadalajara o su brillante tesis sobre 'La musivaria hispano-romana en el Conventus Caesaraugustanus' (obra de referencia sobre los mosaicos romanos en Hispania), fueron citados junto a varias anécdotas registradas en Complutum, Azuara, las villas romanas de Soria o Mérida.

"Lo conocí en Huelva, en el XIII Congreso Nacional de Arqueología. Allí inicié una amistad in crescendo con un virtuoso", manifestó José María Álvarez Martínez. "Recuerdo su obsesión en lo referente a Mérida, a 'La casa del Mitreo'. Siempre pensó que en sus aledaños pudo haber un santuario dedicado a Mitra y los dioses orientales. Su idea era excavar allí. Le dedicó numerosos viajes a ese propósito, pero al tiempo disfrutaba de su esplendorosa primavera, de la dehesa... Y a sus espárragos y sus criadillas de tierra", evocaba.

"Mi función aquí es la de Pepín Bello en la biografía de Luis Buñuel, donde ejercía como amigo de Huesca que contaba lo que había visto", ironizaba Manuel Pizarro, quien explicó que la idea del libro surgió en el propio funeral del arqueólogo y tomó forma en una visita al Museo de Mérida. "Y como agente de Bolsa, mi función fue intervenir entre las partes", dijo antes de recordar cómo la figura de Dimas era rememorar esa 'Eneida' que tenían que aprenderse de memoria ("Canto las armas y a ese hombre que de las costas de Troya") o a Rilke: "Con Dimas tuve la única patria feliz, sin territorio, la conformada por los niños".

El último en intervenir fue el hermano de Dimas, Luis Fernández-Galiano. "En este retrato en fragmento, en teselas, yo ejerzo de hermano mayor. Cimentamos nuestro carácter en el hueco que dejaba el otro. Él fue todo lo que yo no era: extrovertido, simpático, generoso, rebelde, apasionado. De los caballos, del ajedrez y luego de los mosaicos, del pasado clásico, de la literatura", sentenció. Y como Dimas amaba el lenguaje, su hermano, con el que competía en la escritura de sonetos, remató el acto "tan público y tan íntimo" en torno a la figura del arqueólogo citando a Jorge Luis Borges. "Era su escritor favorito. Por eso debo citar el epílogo de 'El Hacedor', fechado el 31 de octubre, el mismo día que nació Dimas: 'Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara'. Y el legado de Dimas es un retrato teselado. Y una silva de musivaria lección", concluyó.

El Mundo (20-9-2018)

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