La Comarca de Calatayud
Archivo Bibliográfico - Enciclopedia - Directorio de Empresas - Páginas de Calatayud - Noticias - Tienda - Foro - Tablón de Anuncios

Inicio/ Noticias de Calatayud

Páginas de Calatayud
GEOGRAFÍA E HISTORIA
PATRIMONIO ARTÍSTICO Y MONUMENTAL
LITERATURA
FERIAS, FIESTAS, TRADICIONES
ARTE Y ARTISTAS
BIOGRAFÍAS
TURISMO
HOTELES Y RESTAURANTES
VIAJES
ECONOMÍA
DATOS ESTADÍSTICOS
INDUSTRIA Y COMERCIO
ADMINISTRACIONES PÚBLICAS
SALUD
DEPORTE
TRABAJO
ENSEÑANZA
INFORMÁTICA
ASOCIACIONES Y COLECTIVOS
MEDIOS DE COMUNICACIÓN
VARIOS

Búsqueda de información
Google
PUBLICIDAD

Ana Aramburo: 'Me siento desamparada'


Ana Aramburo reside en Calatayud y es paciente de la unidad del dolor
del hospital Clínico (Foto: Servicio Especial)

ANA LAHOZ | Su calvario comenzó a los 15 años. Ahora tiene 32 y confiesa que ya no recuerda su vida sin dolor. El testimonio de Ana Aramburo, vecina de Calatayud, sobrecoge por la dureza de su lucha diaria y también por cómo, emocionalmente, transmite haberse sentido "una carga" para su familia hasta que, en el 2018, consiguió que le implantarán un sistema de neuroestimlación. "Desde que me ocurrió esto no he vivido, no he podido disfrutar de mi juventud y la vida se me ha ido pasando mientras yo he tenido que estar de reposo. Me siento desamparada y dependiente muchas veces", dice. La joven es tratada en la Unidad del Dolor del hospital Clínico de Zaragoza.

Todo comenzó en la adolescencia, cuando ella practicaba judo y competía gracias a este deporte. "Era mi pasión y comencé a tener un dolor muy fuerte en las costillas, no sé si por alguna caída", cuenta. La operaron y asegura que salió del quirófano "con el mismo dolor y otro completamente distinto". A partir de ese momento inició su periplo por los hospitales y "sin mayor explicación" acabó siendo paciente de la unidad del dolor. "El diagnóstico fue claro: en la intervención me seccionaron el nervio intercostal, provocándome dolor neuropático crónico, postraumático, sin solución", explica Aramburo.

Cambio radical

Tuvo que dejar el deporte y los estudios. Intentó trabajar, pero tampoco pudo. "Fue un fracaso porque mi patología empeoraba y empeoraba, teniendo que tratarme con opiodes". También pasó por varios ingresos en las urgencias del hospital Ernest Lluch de Calatayud debido a crisis agudas. "Me han dado por una simple tos y he llegado a perder el conocimiento por no poder soportar el dolor", confiesa.

La aragonesa considera que con una situación así deberían darle la incapacidad laboral. "En mi caso me reconocen las patologías, pero no me la conceden porque me dicen que son lesiones originarias", cuenta. Hoy lunes tiene cita en inspección para lograr el certificado de discapacidad, "un año después" de presentar los papeles. "No dispongo de ningún tipo de ayuda por parte de la Administración y a ver quién te contrata llevando parches de morfina, teniendo que ir al hospital cada dos por tres, o a urgencias por las crisis de dolor", asegura.

Aramburo confiesa que es "realmente duro" asumir la situación. "Acabar en unidades de este tipo significa que no tienes cura, que no tienes solución y es algo difícil de asumir", dice. También reclama que estos servicios sean multidisciplinares, "con más especialistas" como anestesistas específicos para el dolor, un psiquiatra, un fisioterapeuta o un trabajador social, y pide recursos de apoyo emocional. "La familia, que tiene que aprender a convivir con una persona enferma que requiere de unos cuidados determinados, es la gran olvidada. Llegó un momento en el que necesité ayuda para vestirme, para ducharme, para moverme... Te ves obligada a adaptar tu entorno y tu casa; y el factor psicológico se ve gravemente afectado. Nadie te enseña ni a ti ni a los de tu alrededor lo que te espera", explica.

Por otro lado, los desplazamientos a Zaragoza desde Calatayud corren a cargo de Aramburo y su familia. Cada mes o dos meses acude a consulta para reprogramar el neuroestimulador o revisar su medicación. "Si tengo que hacerme algún tratamiento como la iontoforsis, que debes acudir diez días al hospital durante un par de horas, se complica aún más", indica.

Efectos secundarios

Por esto mismo, Aramburo cree que "sería ideal" que el hospital de Calatayud dispusiera de una unidad específica del dolor. "Ayudaría a reducir las listas de espera en las consultas y me consta que hay mucha gente de aquí que es paciente del Clínico", dice.

La medicación, "que no es precisamente barata", le provoca efectos secundarios a diario. Náuseas, vómitos, cefaleas, mareos, caída de pelo, dolor de estómago y debilidad se entremezclan, por ejemplo, con pérdida de memoria. El neuroestimulador que lleva dice que es "un éxito" porque, según cuenta, notó alivio desde el primer momento. "No me ha quitado el dolor por completo, sigo llevando dosis muy altas de medicación, pero ahora al menos puedo salir a la calle. He tenido que adaptar más mi vida por este aparato, pero ahora me siento un poco menos carga", indica.

Heraldo de Aragón (1-10-2019)

Altas/Modificaciones - Contacto - Información
© Calatayud.org 1999-2019