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Impronta hebrea en el Jalón y el Jiloca.
Aljamas de Calatayud y Daroca

En Calatayud, ciudad de la que dependían Ariza, Ricla y Cetina a efectos fiscales desde fines del siglo XIII se asentaba la segunda aljama más importante del Reino, llegando a superar incluso los 1000 habitantes se censan 222 viviendas en torno a 1405, y una activa clase mercantil vinculada a la comercialización y manufactura de la lana. De igual modo, contó con una elevada densidad de conversos (Ariza, Benedit, Blanes, Cabra, Daza, Esperandeo, Ferrer, Funes, Mora, Polo, Ramón, Santa Clara, Santa Cruz, Santángel, etc.) que, a lo largo de los siglos XV y XVI, formarán parte de la oligarquía ciudadana, si bien alguno de sus miembros más preclaros serán procesados por la Inquisición.

La judería, de trazado islámico, se enclava en un promontorio de difícil orografía, en su porción noroccidental, en torno al castillo de don Álvaro o de doña Martina (vulgarmente llamado de la Judería), cerrando un recinto que unían el conjunto defensivo de Torre Mocha (Consolación) y de la Peña. De antiguo existió una entrada principal que arrancaba de la plaza de San Andrés para embocar en la cuesta de Santa Ana. En el noreste se emplaza el postigo de Torremocha, fabricado en 1264, al tiempo que se construía un muro de tapial que cerraría el barrio, haciéndolo más seguro. En el sur, donde el barranco de las Pozas gira hacia la puerta de Terrer, se levantaba otro postigo cerca de la carrera que subía a Santa María de la Peña, utilizado por los cortejos fúnebres camino del cementerio.

Llegó a contar con siete sinagogas (Yom Tob Perahí, Jucé ben Yahya, Gran Midrasa, rabí Jacob ben Calina, Jucé Abencabra y la de los tejedores) y diversos oratorios (Bayia ben Alcostantín, médico, y don Mose ben Saprut). De entre todas destaca la sinagoga mayor, reconstruida en 1368 después de la guerra con Castilla, de la que se conservan las dos puertas de acceso de arcos apuntados, recientemente restaurados. Fue decomisada por la Corona tras la expulsión, consagrándose bajo la advocación de Santa Catalina de Sena; hoy es ermita de Consolación.

La concepción de la judería de Daroca es también de clara inspiración islámica. Si atendemos a los tratados talmúdicos los callejones o callizos por donde se entra a las viviendas, tenían una anchura de cuatro codos, lo que garantiza intimidad, ventilación y luz, mientras que las calles principales o carreras, tienen una envergadura mínima de siete codos para que puedan circular personas y carros.

Dentro de esta última categoría se encuentra la calle de Barrio Nuevo o Carrera Mayor de la judería y la de Yosef Albó, trazando el eje que pone en comunicación las dos principales entradas al barrio. Los artesanos con menos recursos viven en torno a la calle Hiladores y Escalerillas. En Daroca, en las laderas del Castillo se practicaron cuevas, algunas habilitadas como viviendas, otras como establos. La Plaza de la Judería, bautizada como plaza de Barrio Nuevo en 1492, constituye el espacio de socialización por excelencia. Allí se celebraban los principales festejos y ceremonias, y se concentran las cofradías, el hospital y la sinagoga, próxima a la Torre de la Sisa, el Hospitalillo y la muralla.

Aunque la comunidad, compuesta por unas cuarenta familias, se extinguió en 1415 como consecuencia de la Disputa de Tortosa, los nietos de los que emigraron a las aldeas próximas la restauraron en 1458, cuando el monarca Juan II establece unos nuevos límites, sobre el solar originario que permanecía en buena medida despoblado, discurriendo por la plaza de la iglesia de San Pedro, el promontorio del Castillo Mayor, la muralla y la Calle Mayor.

Entre sus hijos predilectos se cuentan rabí Yosef Albó, considerado el último gran filósofo judío de Sefarad, autor del Sefer ha-Iqqarîm (Libro de los Principios), y Luis de Santángel, uno de los financieros de la expedición de Cristóbal Colón, cuya madre, doña Brianda, le instruyó en su niñez en los principios del judaísmo antes de trasladarse, junto a su padre, a Valencia, donde alcanzó el cargo de Maestre Racional.

La impronta judía en la zona continúa en una tupida red de sentamientos alzados en el curso del Jalón Medio, por lo general de señorío. Entre ellos destacan La Almunia de Doña Godina, cuyo recinto estaba flanqueado por calles perimetrales: San Juan o Barrio Curto, al norte; El Rosario, en su costado occidental; Barrio Verde, en el meridión: y San Jorge, en el Este, teniendo acceso su sinagoga por el Callejón de Cristo. Y Épila, donde la calle Herrerías concentraba más de un tercio de sus viviendas, ya que nunca tuvo una judería cerrada, conservándose en la memoria colectiva la Cuesta de la sinoga.

En un segundo nivel se situarían las poblaciones de Illueca, Arándiga, Ricla o Almonacid de la Sierra. En el Campo de Cariñena la iglesia del Santo Cristo de Santiago, ocupa el lugar de la antigua sinagoga, mientras que Aguarón conserva en su nomenclátor la calle Judería.

Zaragoza Espacio Sefarad (21-3-2011)

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