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Algunos artistas bilbilitanos del siglo XVIII


FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Calatayud celebró las fiestas de proclamación del rey Carlos IV los días 3, 4 y 5 de septiembre de 1789, previas a la celebración de su Patrona, la Virgen de la Peana, y de las ferias. En el libro de acuerdos de la ciudad de Calatayud de ese año, se reseñan las decisiones de los capitulares para cumplir con la Real Orden, dictada para la celebración de la Real Proclamación de Carlos IV.

En la sesión celebrada el 23 de mayo se vieron los presupuestos para la pintura al óleo del "teatro del Corpus". El ayuntamiento eligió el más ventajoso, tanto por el precio como por el gusto, que había presentado Francisco Antonio Gutiérrez, que ascendía a 71 libras. En la sesión del 6 de junio se acordó que Pedro Gil, pintor de la ciudad, pasase a reconocer la pintura del tablado del Corpus, que estaba terminada. La corporación acordó que se pintara un buen retrato del rey para las casas consistoriales y que se restauraran los otros retratos con los que contaba la ciudad, para dejarlos con la "posible imitación".

En la sesión del 4 de julio se acordó que, para excusar gastos, el cuadro grande del rey que estaba en las casas consistoriales y otro más pequeño, se retocaran para la "similitud" de los actuales monarcas y pudieran servir para la Real Proclamación. El 18 de julio el carpintero Pedro Martín, que debía hacer la perspectiva para adornar la fachada de las casas consistoriales, fue citado para tratar del tema. Tras la conversación, se acordó que en vez de las 160 libras que pedía por su trabajo, se le darían 130 libras, estando a su cargo pintar y rematar esta perspectiva y adornar el interior de las casas consistoriales, "quedando a su beneficio la perspectiva y madera que hubiera puesto", a excepción del balconcillo para colocar el real estandarte. Para ello se le adelantó algún dinero.

En la relación de estas fiestas de la Real Proclamación de Carlos IV, debidas a José Sanz de Larrea (1762-1802), se dice que la fachada del ayuntamiento se había cubierto con ricos paños de damasco. A eso de nueve varas de altura, corría por la fachada una galería, destinada a colocar el real pendón y acomodo de los músicos, que bajaba hasta la plaza por una gradería con balaustres pintados. La parte superior de la fachada estaba adornada con una perspectiva pintada sobre lienzos y bastidores, representando basas, columnas, frisos y cornisas a diferente altura. Entre las columnas colgaban damascos carmesíes y en el centro destacaba el retrato real en figura ecuestre, bajo un dosel de raso blanco. Sobre las basas de las columnas se habían pintado dos estatuas, que representaban a la Abundancia y a la Justicia, y en el remate a una matrona vestida a la heroica, con lanza en la mano y morrión a la cabeza, a imitación de las monedas romanas, que representaba a España.

En las casas consistoriales, el patio para el convite, baile y regocijo, se había adornado con tafetanes y damascos, con los retratos de los reyes bajo un dosel. También se dispusieron hachas de cera, arañas de cristal y doradas, con algunas poesías latinas y españolas, alusivas al acto. Asimismo se adornaron para la ocasión las fachadas de las colegiatas de Santa María y del Sepulcro.

El 1 de agosto el secretario expuso que, para restaurar el cuadro grande del rey, que debía colocarse en la fachada de las casas consistoriales, y otro del rey y de la reina, que debían adornar la sala donde iba a tener lugar el refresco, le pedían 22 pesos. Por tanto se acordó restaurarlos y ver si se podía rebajar de este precio alguna cantidad.

En la sesión del 31 de julio de 1790, se acordó pagar al pintor Mariano Azpeitia, que había trabajado y retocado un retrato del rey que estaba en el pesillo. En la sesión celebrada el 23 de octubre se vio que el pintor Mariano Azpeitia pedía 9 pesos por el trabajo de un retrato nuevo del rey, que se había colocado en Santa María

En la sesión del Ayuntamiento de Calatayud del 2 de abril de 1791, se vio un memorial de la comunidad de San Francisco, en el que se decía que la peana y la estatua de medio cuerpo de San Gregorio, que se colocaba en el altar mayor en su festividad, a la que asistía la ciudad por voto, y se llevaba en procesión la festividad del Corpus, se encontraban tan queradas y deterioradas, que ya no era posible acudir con decencia a la procesión señalada. Como la cabeza podía aprovecharse por su antigüedad y buena escultura, la comunidad religiosa pedía a la corporación que renovase la estatua y la peana, para poder sacarla en la procesión. El ayuntamiento dio comisión a Ignacio Ramiro, para que reconociera la imagen y la peana.

En la siguiente sesión, celebrada el 9 de abril, Ramiro presentó un presupuesto del escultor Gabriel Navarro para renovar la imagen de San Gregorio y la peana, que ascendía a 100 escudos. 40 escudos por hacer la estatua de siete palmos de alta, 18 escudos por la peana, 30 escudos por dorarla, estofarla a la italiana y encarnarla, y 12 escudos por dorar lo que correspondiera, imitando varios jaspes, fondos y tablero.

Al ayuntamiento le debió parecer caro este presupuesto y en la sesión del 30 de abril, Ignacio Ramiro presentó una relación del maestro escultor Gabriel Navarro. En ella el escultor afirmaba que había pasado de nuevo a reconocer el reparo más preciso que necesitaba la imagen de San Gregorio Magno, para sacarla en procesión del convento de San Francisco, ante la presencia de Ignacio Ramiro y del guardián del convento. El escultor apuntaba que a la imagen le faltaban algunos dedos y era necesario hacerle la tiara y la cruz patriarcal. Además, había que volver a encarnarla y dorarla. Las andas había que hacerlas nuevas, a proporción de la estatua, debiendo pintarse, imitando a jaspes, los tableros y las molduras de plata corlada. Para asegurar la estatua en las andas, era necesario un tornillo largo. El escultor exponía que lo que proponía, era lo mínimo que debía hacerse, para que la imagen estuviera decente para la procesión. Se comprometía a llevar a cabo el trabajo, dando la imagen restaurada para el día del Corpus, por la cantidad de 36 duros. Pero, visto este nuevo presupuesto, la corporación acordó no hacer este gasto.

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