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¿La primera fotografía del Papa Luna?

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | En el número 2, correspondiente al 16 de junio de 1899, de la revista ilustrada ALREDEDOR DEL MUNDO, apareció un más que curioso artículo de Wanderer titulado "La cabeza del antipapa Luna". En la Hemeroteca Municipal de Madrid se guardan los ejemplares de esta revista ilustrada que se editó en Madrid y en Barcelona, en la imprenta de Henrich y Cía, de 1899 a 1930.

Wanderer aparece unos años antes colaborando con el periódico madrileño de El Imparcial, en un apartado que llevaba el mismo título que la revista "Alrededor del Mundo".

En el citado artículo Wanderer cuenta sus peripecias que le llevaron hasta Saviñán en tren. Como Saviñán no tenía entonces estación de ferrocarril, el periodista tuvo que apearse en la estación de Paracuellos de la Ribera. No sería entonces difícil concertar con algún labrador un hueco en algún carro que llevara fruta a la estación de Paracuellos para el mercado de Madrid. Lo que cuenta es que Wanderer llegó a Saviñán con las máquinas fotográficas y unas cartas que había conseguido del conde de Argillo, para entregarlas el encargado del palacio y así conseguir retratar a aquel personaje que él llamaba antipapa.

Entonces el título de conde de Argillo lo ostentaba don Luis Bordíu y Garcés de Marcilla Góngora y Muñoz de Pamplona. Don Luis había nacido en París en 1840. Era hijo de Cristóbal Bordíu y Góngora y de Antonia Garcés de Marcilla y Muñoz de Pamplona. Sus abuelos por línea materna fueron don José Garcés de Marcilla y Azuela, de Molina de Aragón, y doña Soledad Muñoz de Pamplona, quien heredó el título de Argillo de parte de su padre don Manuel y los de Villaverde y Morata de su tía materna doña María Luisa Sanz de Cortes, según consta en la Carta de Sucesión dada por Carlos IV en 3 de junio de 1805. Al morir sin sucesión José Baldomero Garcés de Marcilla en 1883, el título pasa a su sobrino Luis Bordíu y Garcés de Marcilla, por concesión de la Real Carta de Sucesión por Alfonso XII el 10 de marzo de 1884.

Luis Bordíu y Garcés de Marcilla estudió la carrera de Leyes en las Universidades de Zaragoza y de Barcelona, recibiendo el título de Licenciado en Derecho Civil y Canónico en 1862. Contrajo matrimonio en 1865 con Carmen Prat y Sánchez Salvador. Ya en 1864 había sido nombrado agregado diplomático y en 1865 se le designó cónsul de España en Niza, desde donde pasó a Bayona en 1866. En 1868 renuncia a su puesto consular, disconforme con la política de la reina, adscribiéndose al partido del pretendiente. Carlos VII, en premio a sus servicios, le concede la medalla de su nombre. Terminada la guerra carlista, vive con su familia en Bayona, como un exilado político más. Pero la Encíclica de León XIII, dada en 1883 sobre el deber de reconocer los poderes constituidos, mueve a don Luis a reconocer a Alfonso XII, reintegrándose a Madrid. Seguidamente el gobierno español lo destina a Baltimore, pero no tomó posesión del cargo, por haber solicitado la excedencia. Reingresó en 1890, sirviendo los intereses españoles en Amberes. En 1891 ingresó en la Orden de Carlos III con el grado de Caballero y al ser nombrado para Méjico en 1892, abandonó la carrera consular. En sus actividades sociales estuvo muy unido con el marqués de Comillas, hasta que se retiró al palacio de Saviñán, en la primera decena de este siglo. Allí moriría en 1921. En el puesto número 3 del cementerio municipal de Saviñán están enterrados los condes de Argillo y Morata y marqueses de Villaverde, Luis Bordíu y Garcés de Marcilla, su esposa Carmen Prat, que murió en 1923, y el hijo de ambos, Cristóbal Bordíu y Prat, que había muerto en 1907.

El 9 de junio de 1960 aparece una reseña en El Noticiero, referida al homenaje celebrado en Illueca a la memoria del papa Luna. El día anterior se había desplazado a Illueca el gobernador civil y jefe provincial del Movimiento, José Manuel Pardo de Santayana y Suárez, para inaugurar un grupo escolar y presidir el mencionado homenaje. Le acompañaron el presidente de la Diputación, doctor Zubiri, subjefe provincial del Movimiento, señor Sarto, inspector jefe, señor Lozano, inspector jefe de Enseñanza Primaria, señor Solans, y el inspector de Enseñanza Primaria de la zona de Calatayud, señor Bescós. Con anterioridad visitaron Saviñán, donde fueron recibidos por el diputado del distrito, César Gil, el alcalde, señor Olvés, el jefe local de Falange, señor Lafuente, el párroco, Saturnino Jiménez, el comandante del puesto de la Guardia civil, señor Baquedano, y el vecindario, que ofreció al gobernador un caluroso recibimiento en la plaza Muñoza. José Luis Bordíu, en representación de sus primos Olazábal-Bordíu, propietarios del palacio, mostró las dependencias y el cráneo del papa Luna, que se conservaba en una urna desde 1811.

En el 'Libro de las consolaciones de la vida humana', Benedicto XIII dejó escrito, copiando a San Bernardo: "Bienaventurado es el varón que non anduvo en pos de riquezas, et si las poseyó non le agraviaron, e si las amó non le mancillaron, e si las perdió non le atormentaron". A nuestros responsables políticos y culturales sí les va a atormentar por mucho tiempo la pérdida del último vestigio humano del papa Luna.

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