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La novela filosófico-alegórica:
Baltasar Gracián y El Criticón


ASCENSIÓN SÁNCHEZ | Baltasar Gracián (1601-1658), uno de los más geniales escritores de la época, es el representante indiscutible de este género. Publicó El Criticón, bajo el seudónimo de Lorenzo de García Morlanes, en tres partes entre 1651 y 1657, a pesar de la hostilidad de sus superiores. El Criticón es una novela filosófica que culminó el proceso de desnovelización, iniciado por el Guzmán de Alfarache con sus digresiones morales y continuado por El Buscón con su tratamiento caricaturesco.

Los protagonistas son Critilo, un hombre maduro, racional y prudente, y Andrenio, un joven salvaje que vive en una isla, carente de formación y experiencia vital. Gracián relata cómo Andrenio, que vive en estado natural en la isla de Santa Elena, salva al náufrago Critilo de perecer ahogado. Después de enseñarle a hablar, Critilo descubre que Andrenio es su hijo. Juntos embarcan en una nave y emprenden un largo peregrinaje por distintos países, unos reales y otros fantásticos, hasta llegar a la isla de la inmortalidad. Gracián utilizó la estructura de las novelas bizantinas para narrar el peregrinaje de sus dos protagonistas, Critilo y Andrenio (símbolos del hombre-juicio y el hombre-instinto), por tierras de España, Francia, Alemania e Italia, tomadas como lugares alegóricos que se correspondían con las cuatro edades de la vida: niñez, juventud, madurez y vejez. Los múltiples y variados episodios vividos por los protagonistas sirven a Gracián como ejemplo narrativo de su visión desolada y ascética del mundo. En la obra son perceptibles, entre otras, las influencias de Séneca, la literatura medieval, la picaresca, el Quijote y Góngora.

Sustituyó el tratamiento realista por el simbolismo y la reflexión filosófica sobre la existencia y la condición humanas bajo el prisma de la intención moral, la visión pesimista del mundo y el concepto de la vida como una lucha llena de trampas para el hombre.

Los recursos habituales del conceptismo y aún del culteranismo, están presentes en la prosa intelectual de Gracián, caracterizada en su rigor y densidad por la concisión de la frase, el léxico selecto y la abundancia de antítesis, juegos de palabras y elipsis.

En busca iban de los hombres, sin poder descubrir uno, cuando al cabo de rato y cansancio, toparon con medio, un medio hombre y medio fiera.
Holgose tanto Critilo cuanto se inmutó Andrenio, preguntando:
-¿Qué monstruo es este tan extraño?
-No temas- respondió Critilo- que este es más hombre que los mismos, este es el sabio Quirón.¡Oh, qué bien nos viene y cuán a la ocasión!, pues él nos guiará en esta primera entrada del mundo y nos enseñará a vivir: que importa mucho a los principios.
Fue para él, saludándole, y correspondió el centauro con doblada humanidad, díjole cómo iban en busca de los hombres y que después de haber dado cien vueltas no habían podido hallar uno tan solo
-No me espanto-dijo él-, que no es este siglo de hombres; digo, aquellos famosos de otros tiempos. ¿Qué, pensabais hallar ahora un don Alonso el Magnánimo en Italia, un Gran Capitán en España, un Enrico Cuarto en Francia haciendo corona de su espada y de sus guarniciones lises? Ya no hay tales héroes en el mundo ni aun memoria dellos.[…] Pero decidem, ¿dónde los habéis buscado? Y Critilo:
-¿Dónde los habemos de buscar, sino en la tierra? ¿No es esta su patria y su centro?
-¡Qué bueno es eso!-dijo el centauro-. ¡Mirá cómo los habíais de hallar! No los habéis de buscar ya en todo el mundo, que ya han mudado de hito: nunca está quieto el hombre, con nada se contenta.
-Pues menos los hallaremos en el cielo- dijo Andrenio.
-Menos, que no están ya ni en cielo ni en tierra.
-Pues ¿dónde los habemos de buscar?
-¿Dónde? En el aire.
-¿En el aire?
-Sí, que allí se han fabricado castillos en el aire, torres de viento, donde están muy encastillados, sin querer salir de su quiera

Intranerso Lengua castellana y Literatura (3-7-2016)

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