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Darío Pérez García en su centenario


Darío Pérez García

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | En la sesión celebrada por el Ayuntamiento de Calatayud el 11 de octubre de 1922 se acordó nombrar hijo predilecto de la ciudad a Darío Pérez García, diputado a Cortes por este distrito, por los favores alcanzados recientemente. También se acordó que una comisión del ayuntamiento se trasladara a Alhama de Aragón, para testimoniarle la gratitud de la corporación. En la siguiente sesión se ratificó este acuerdo, trasladándose el nombramiento a un artístico pergamino, que se le entregaría solemnemente. Igualmente se acordó que su retrato se colocara en el despacho de la alcaldía, para pasar, una vez fallecido, al salón de sesiones.

José María Rubio Vergara recibió el encargo de realizar el retrato de Darío Pérez. Se trata de una vista de la ciudad, tomada desde el santuario de la Virgen de la Peña, con el escudo de la ciudad colocado en la parte superior izquierda y, a la derecha, el retrato de Darío Pérez enmarcado en una orla. En la parte inferior del retrato se puede leer una leyenda que dice: "El Excelentísimo Ayuntamiento de Calatayud, dedicó este pequeño recuerdo en honor de su hijo predilecto D. Darío Pérez, el más humilde de sus vecinos, pero gran entusiasta de las glorias de Bílbilis y de los hombres que la enardecen, I-VIII-MCMXXIII".

Sergio Zapatería, en su libro Calatayud estrena siglo (1992), escribía que este cuadro, colocado en su momento en el ayuntamiento, había desaparecido de su emplazamiento, ignorando su destino. En el semanario La Comarca apareció una noticia el 28 de abril del año 2000 referida a este cuadro. El semanario informaba que el Ayuntamiento de Calatayud había cedido este retrato de Darío Pérez a la Asociación Cultural La Dolores, para que fuera expuesto en el museo situado en las bodegas del mesón. Según informaba este semanario, el cuadro había permanecido durante décadas en uno de los despachos de la planta calle de la Casa Consistorial de la Plaza Costa.

Con motivo del centenario del nombramiento de Darío Pérez como hijo predilecto de Calatayud, habría que cumplir el acuerdo municipal tomado en 1922 y el cuadro de José María Rubio debería pasar a la galería de retratos de Bilbilitanos Ilustres.


Solicitud de fe de bautismo del escritor

Con motivo del 75º Aniversario del I.E.S. Emilio Jimeno, celebrado en 2011, Mariano Amada Cinto, catedrático de Geografía e Historia en el Instituto Goya de Zaragoza, impartió una conferencia dedicada a Darío Pérez, que había sido impulsor de la antigua Escuela Elemental de Trabajo, luego convertida en el I.E.S. Emilio Jimeno, reconstruyendo su biografía a través de recortes de prensa. En ella señalaba que las fechas biográficas de Darío Pérez estaban trastocadas, proponiendo como fecha de nacimiento el año 1860 o 1861, cuando todas las biografías consultadas siguen señalando el año de 1869 como el de su nacimiento. Mariano Amada tenía razón. Darío Alejandro Pérez García, hijo de Alejandro y Benedicta, fue bautizado en la colegiata de Santa María el 24 de septiembre de 1861. El padre de familia, que residía en la calle Aguadores, aparece como propietario. Sus abuelos paternos se llamaban José Pérez y Antonia Cubero, oriundos de Miedes. Los maternos, Pascual y Encarnación Concisquillo, procedían de Puerto Rico. En noviembre de 1880 era requerido para entrar en quintas, debiendo ser alistado en el próximo reemplazo.

En 1888, Darío Pérez fundaría y dirigiría el diario republicano La Justicia, ocupando el cargo de concejal del Ayuntamiento de Calatayud desde julio de 1891 a julio de 1895. En esta época Darío Pérez se ocupó y se preocupó sobretodo de la higiene pública, de la enseñanza, del ferrocarril, de la marcha de la entonces achacosa y endeudada administración municipal, de los empleados, del alumbrado, del cementerio civil, de los niños vagabundos, de la clase obrera, de las diferentes peticiones de los vecinos y de que se cumplieran por encima de todo la ley y los acuerdos municipales. Fue siempre implacable en señalar estos incumplimientos, presentando con su grupo numerosas iniciativas, que las más de las veces serían rechazadas por la mayoría del gobierno municipal.

Por auto de 23 de noviembre de 1893, un juez de Tudela lo procesó por la publicación de una hoja clandestina, quizá sin pie de imprenta, suspendiéndole en el cargo de concejal, pero el 8 de marzo de 1894, la Audiencia de Pamplona revocó este auto. Al tomar de nuevo el cargo de concejal, Darío Pérez agradeció las atenciones de sus compañeros, que compensaban los disgustos, personales y quizá también económicos, que le había ocasionado el proceso de Tudela.

En un artículo publicado en Heraldo de Aragón el 21 de junio de 1931, titulado "Mi primer sueldo" (recopilado por Mariano Amada en su Antología de Autores Bilbilitanos, Casa de Calatayud en Zaragoza, XXV Aniversario, Zaragoza, 2005), Darío Pérez recordaba una carta de Luis Montestruc, en la que, conociendo su difícil situación personal y también familiar, le ofrecía trabajo en el periódico con el "raquítico sueldo" de treinta y dos duros al mes. Al acabar su etapa de concejal, Darío Pérez debió pasar a la redacción de Heraldo de Aragón, cuyo primer número había aparecido el 20 de septiembre de 1895. Darío Pérez escribía: "Cuando transcurrida la mensualidad percibí 32 duros, no experimenté un consuelo, pero sentí un estímulo". Confesaba que hasta entonces no había sabido lo que era ganar. Influido por sus ideas republicanas, había llevado mucho tiempo redactando en periódicos de su ciudad y manteniendo media docena de años el diario que había fundado y dirigido con su propio dinero. Al fallecer Montestruc en 1897, Darío Pérez señalaba que había tenido que ocupar su puesto. Recordaba también su entrega a la profesión, olvidándose que era un director con doscientas pesetas de sueldo, consagrándose "al gozo" de las campañas de La Caridad, la Fiesta del Árbol, el ferrocarril de Teruel, las azucareras, los grandes riegos y a aquellos artículos recogidos bajo el epígrafe "Zaragoza, ciudad de la muerte", en los que criticaba el estado sanitario de la ciudad. En aquellos años Darío Pérez se había dedicado en cuerpo y alma al despertar material, cultural, espiritual, político y económico aragoneses. Por estas razones nunca se olvidaría del periódico que le había dado su primer sueldo y al que le amarraban dos mil crónicas publicadas. El periodismo, escribía Darío Pérez era "un ingenuo y noble oficio capaz de crear a Don Quijote, pero incapaz de extraer jugo a una cuenta de interés compuesto".

La figura tan enorme, aunque desconocida, de Darío Pérez está pidiendo a gritos nuevos estudios y una atenta revisión. Para conmemorar este feliz aniversario, el Ayuntamiento de Calatayud tiene la oportunidad de publicar sus memorias inéditas, recogidas bajo el título de Momentos de una vida, que sus herederos están dispuestos a ceder para este fin. Además, guardan también abundante documentación manuscrita e impresa, periódicos, cartas, fotografías y artículos periodísticos, que podían pasar a formar parte del Archivo Municipal de Calatayud. Sería un verdadero acto de justicia para un hombre íntegro e incansable, dedicado a las palabras del periodista y a las obras del político, que fundó y dirigió el diario La Justicia, sosteniéndolo con su propio dinero, con su enorme tesón y con su ingente capacidad de trabajo.

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