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Azudes de Trasmón


FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | A la altura de la casa del Cubo aún pueden apreciarse los restos de un azud en el barranco. De él nacía una acequia a cada lado. La acequia de la derecha se llamada de la Dehesa, pues por allí se situaba la antigua dehesa de Saviñán. Posteriormente fue parcelada en piezas de la misma extensión y vendida a particulares. Actualmente el paraje se conoce como la Dehesilla. La acequia de la izquierda, llamada de San Blas, alimentaba el albercón, una considerable alberca de tierra, situada cerca de la ermita de San Blas.

Los primeros datos que conocemos, gracias a un documento del archivo de los condes de Argillo, datan de la primera mitad del siglo XVII. En 1623, los Concejos de Saviñán y la Señoría, el Capítulo de San Pedro de Saviñán, treinta vecinos de Saviñán, cuatro más de Calatayud, Juan de Contamina Gotor, vecino de Tudela, y Juan de Chavarri, barón de Purroy, eligieron a sus procuradores para que les representaran en la capitulación y concordia ante el Concejo de El Frasno. Entre todos se pactó que los herederos y terratenientes de Trasmón podían construir un azud sobre el barranco del Juncar, en la partida del Cubo, "lo qual puedan hacer ahora y cada quando quisieren y conviniere con piedra, cal, madera, o, como mas quisieren limpiando y desembarazándolo y teniéndolo limpio y desembarazado y de altura que bien visto les será". No podían tomar otras aguas del término de El Frasno, sólo de este azud del Cubo. Las penas por coger agua del primer azud de El Frasno serían de 8 sueldos de día y 30 de noche, del segundo de 16 y 60 sueldos y así sucesivamente. Los dueños de las heredades que se regaban con las aguas del barranco podían prender a los infractores. También podían hacerlo sus hijos y sus criados, los doce guardas ordinarios de El Frasno y los cinco viñaderos que guardaban las viñas desde el día de San Juan hasta el día de Todos los Santos. El que hiciera una "prendada" tenía ocho días para ir a Saviñán y pedir la pena, que sería pagada antes de quince días. La pena sería doblada si el prendado se negase a dar su nombre o diese otro. Si se hubieran hecho "prendadas" y hubieran pasado los quince días sin haber pagado la pena, los de El Frasno "sin pena ni colonia" podían derruir y deshacer el azud del Cubo, que no se podría reedificar hasta que no estuvieran pagadas todas las penas. De igual manera podían actuar los de El Frasno, si los herederos de Saviñán les pusieran pleito en tiempo alguno "contra lo dispuesto y prevenido".

El 17 de abril de 1722, Juan de Barastay, de 48 años, sufrió una grave caída junto al azudillo de El Frasno, en Trasmón. Fue conducido a la ermita de San Blas, donde murió y fue enterrado. El P. Faci contaba en su libro Aragón Reino de Cristo y dote de María Santísima, de 1739, que concurrían al santuario de Ntra. Sra. de Pietas los pueblos vecinos en rogativa, especialmente Saviñán y Morata, "con extraordinarias penitencias, y ayunos tan estremados, que si la indiscreción no los pierde, serán muy meritorios".

En 1737 el barón de Purroy y algunos vecinos de Saviñán iniciaron un pleito sobre el derecho de riego en la partida de Trasmón. Debido a los continuos litigios entre las partes, la Real Audiencia había nombrado a un comisario para que atendiera el régimen de las acequias de Trasmón, recayendo en Juan Langa, alcalde de Morés. El comisario nombró regador a Antonio Gómez, que no siguió el mismo turno que en años pasados seguía Miguel Hernández. Por esta razón los propietarios de Saviñán pusieron a otro regador, dando origen a un nuevo pleito, alegando que el comisario no era imparcial y estaba coaligado con el barón de Purroy. El 8 de junio de 1737, el presidente de la Real Audiencia dispuso que no se impidiera la labor del comisario bajo pena de 100 libras.

En un pleito civil de 1758 se incluye un plano con los ocho azudes del barranco de Trasmón, con sus correspondientes acequias. El primer azud era el llamada del Cubo, término de El Frasno, del que partían dos acequias madres, una a cada lado del cauce. Del primer azud al segundo se contaban 900 pasos, del segundo al tercero 50 pasos, del tercero al cuarto 160 pasos, del cuarto al quinto 450 pasos, del quinto al sexto 621 pasos, del sexto al séptimo 641 pasos y del séptimo al octavo 121 pasos. Del segundo azud nacía una acequia a la derecha del cauce, en forma de media luna. Del tercero y del cuarto azud nacían una acequia de cada uno, a la izquierda del cauce, que iban a desaguar a una derivación de la acequia madre de San Blas. Del quinto azud nacía una acequia a la izquierda del cauce, que regaba la partida de las Sangreras. Del sexto azud nacía una acequia a la derecha del cauce. Del séptimo azud nacía otra acequia a la izquierda del cauce. Estas acequias eran modernas y no pagaban alfarda a las acequias madres. Del octavo y último azud nacía una acequia que regaba el Pozo Morillo. Este pleito se inició en 1758 entre los regantes de las Sangreras, que lo hacían con el azud levantado en las Olmedillas en 1755, y los regantes del Pozo Morillo.

Entonces era regador de Trasmón, Miguel Matheo, ermitaño, al que el anterior regador, Miguel Hernández, le había entregado un libro titulado Libro de las hanegadas de Trasmón para riego, divididas en cuatro partidas. La primera se llamaba la parte de allá del barranco, la segunda la entrada, la tercera el Cerro y la cuarta el Plano. La partida de las Sangreras la regaban sus dueños.

Para revisar estos ocho azudes se eligieron a dos personas peritas, Francisco Villalba y Juan de Afuera. Ambos reconocieron el quinto azud, levantado en las Olmedillas, para regar las Sangreras, comprobando que era de cal. Se había construido sobre una especie de poza. Los peritos aseguraron que el escorredero o rotura que había en la acequia lo había hecho Juan Jerónimo Martínez, después de reedificarse el azud, pues no se encontraba en la acequia antes de construirlo.

En otro documento del archivo de los condes de Argillo, se adjuntaba un plano de las heredades que se regaban con las dos acequias que nacían en el azud. Con ellas Saviñán regaba 300 hanegadas y el señor de Purroy regaba 30 hanegadas, todas plantadas de olivos. El agua siempre había estado ejarbada, repartiendo con igualdad el agua entre las heredades. Parece que el barón de de Purroy había obtenido en 1670 de la Corte del Justicia la facultad de regar sus olivares de día y de noche, sin observar ejarbes ni orden alguno, aunque los vecinos de Saviñán afirmaban que siempre se había regado por orden y por ejarbes.

La acequia que nacía del azud a mano derecha, llamada de la Dehesa, tenía los primeros diez días de cada mes de agua, excepto los meses de abril y mayo, que se destinaban a los sembrados. La acequia de la izquierda, llamada de San Blas, regaba los primeros olivares en siete días, hasta el 17 de cada mes. Los olivares del Cerro de Trasmón se regaban durante otros siete días, hasta el 24 de cada mes, destinándose el agua de los seis o siete días del resto de cada mes, al llamado Plano de Trasmón, excepto los meses de abril y mayo, en los que el agua se destinaba a los sembrados. Además del albercón, en todo el término encontramos otras balsas pequeñas de diferentes capacidades, que aprovechaban el agua de las acequias o de las torrenteras. Sabemos que el 8 de abril de 1883, Pedro Antonio Gracián pagaba de la limpieza del albercón de Trasmón 170 reales por 40 hanegadas, a 4 reales y 25 maravedíes la hanegada.

Trasmón es el paraje de Saviñán que mejor olivas negrales produce, por ello se intentó en varias ocasiones dar riego a su extenso, productivo y muy antiguo olivar. Nuestro paisano Vicente Aznar Verón se comprometió a poner el agua del río Jalón en el mismo Portijuelo. Pero este importante proyecto no se llevó a cabo. Vicente Aznar casó en 1912, en la parroquia de Santiago de Almería, con María Jurado Plaza. En Almería, Vicente Aznar puso en marcha una empresa dedicada a los riegos. Este viejo proyecto fue retomado en 1976 por el Grupo Sindical San Roque de Saviñán, pero entonces tampoco llegó a buen término.

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