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Bebidas y licores

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Braulio Foz cuenta que en la explanada del cabezo de la Corona de Almudébar, crecía una higuera que nunca había dado fruto. Pero un año que crió tres higos, el Concejo determinó que fueran enviados al rey como regalo. Para eso mandaron hacer una cesta a un cestero de Huesca para que Pedro Saputo los llevara a la corte. De los tres higos, Saputo se comió dos por el camino y el rey extrañado, al comprobar que sólo quedaba un higo en la cesta, le preguntó: "¿Y cómo has hecho?". A lo que Saputo le tomó al rey el higo y diciendo así, se lo comió de la misma manera que lo hizo con los otros dos. Y es que aunque el rey lo era de verdad, no comía los celebrados manjares aragoneses que llenaban a diario la mesa de Pedro Saputo, que también elogió ante el monarca las aguas del Gállego y del Cinca, pues "además de ser muy ligera, fácil y suave, pura como la luz, delgadísima y la más limpia que corre sobre la faz de la tierra, no padecen de gota ni apoplejías los que la beben; en especial de sus corrientes". Del vino de la tierra no tenía tan buena consideración, pues sus paisanos tenían "el talento de hacer de buenas uvas mal vino".

Los romanos llamaban posca al agua con vinagre, con el que aliviaron la sed de Jesús en la Cruz, y por eso en verano era costumbre beber el agua de la ensalada. Otros refrescos muy populares fueron las gaseosas de papel y las gaseosas de pitón. Los hombres tomaban ya muy de mañana una copa de aguardiente, pues la cerveza y los licores son de consumo más reciente. Romualdo Nogués, el soldado viejo de Borja, cuenta lo que dijo un aragonés al probar la cerveza: "-Rediós! Si esto le dan a Cristo en la Cruz, en lugar de hiel y vinagre, lo... fastidian".

Charles Didier cuenta en su libro Un año en España, París, 1837, que hizo noche en Bujaraloz, donde "viajeros, arrieros, conductor, zagal y postillones nos congregamos alrededor del fuego vivo y chispeante de la posada, y nos sirvieron té hervido en un puchero. Ha sido el cólera quien ha puesto de moda, en España, esta bebida relegada hasta entonces a las farmacias, de donde no debería haber salido". El Barón Ch. Davillier cuenta en su libro España, París, 1874, que recaló en Calatayud, donde tomó una horchata en el café Bilbilitano. No sabemos si era el mismo café Bilbilitano donde Ángel Pierna vendía turrones en noviembre de 1882, además de licores y vinos generosos, según se anunciaba en El Eco Bilbilitano. En este mismo diario se anunciaba La Bilbilitana, que era una fábrica de aguardientes, espíritus y licores, que abría sus puertas en la calle Tenerías, frente a San Martín. En el mismo diario, pero ya en 1884, se anunciaba La Aurora deliciosa, una máquina procedente de París que tenía a su servicio Lucas Sánchez, en el número 3 de la Rúa, para fabricar agua de seltz, soda water, groc inglés espumoso y varias clases de bebidas gaseosas. En este mismo número de la Rúa bilbilitana se situaba el café Nueva York, propiedad de Felipe Cabrera, que se traspasaba en 1895.

En el periódico La Derecha y en junio de 1885, se anunciaba el Café Suizo de E. Matossi, Sanlias y Compañía, que abría sus puertas en la esquina de la calle de Cinco de Marzo de Zaragoza. Se servían helados desde las siete de la mañana, quesos, quesitos, además de cervezas doble, bock, Cruz Blanca, Santander y de Bremen, aunque también se servían medias botellas. En 1890 se anunciaba en La Derecha la fábrica de licores y aguardientes de vino de Julián Díaz de Cariñena, que debía tener ideales republicanos, pues estaba especializado en los acreditados anisetes Díaz y Ruiz Zorrilla. Por aquellos tiempos encontramos anuncios de anís, marcas del Toro y de los Ángeles, los dos a 8 reales el litro, de anisados El Imparcial y Madrid Cómico, y del triple anís de vino La monja de Mallorca, que se vendía a 10 reales el litro. En la Ilustración Española y Americana de 1891 se anunciaba el coñac fino de Moguer, el bitter amargo y el Fernet branca, que era a la vez vermífugo y anticolérico. En La Derecha y en 1896 se recomendaba consumir en cafés y casinos, ponche americano y gaseosa de zarza. En el Diario de Avisos y en 1881 hemos encontrado anunciado el ponche de ron de la Bodega del Jalón, un tónico digestivo que se servía en los cafés zaragozanos La Iberia, Fonda de Europa, Londres, Matossi, París y Suizo. Las botellas a 12 reales se podían adquirir en La Oriental, en la droguería del señor Mediano, frente a San Gil, y en los establecimientos del señor Berge. El señor Mallat, en la plaza de Sas, vendía néctar oriental, premiado en las Exposiciones de Viena y en la Aragonesa. El vino de mesa más popular sería el Valdiñón, que se vendía a 2 reales la botella sin casco.

El 28 de marzo de 1896 se informaba en La Derecha que en Quinto, Julio Bielsa había herido gravemente en el hipocondrio derecho y en el glúteo a Dionisio Gracia en la taberna de la calle Mayor. Cosas de hombres y del vino.


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