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| 'La Graciana' de Calatayud
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FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Calatayud está levantando sobre un barranco, o varios. Eugène Poitou, en su viaje por España, realizado sobre 1867, escribe su impresión desde el tren. "Se pasa ante Calatayud, cuya silueta medio oriental aparece delicadamente sobre el fondo azulado de su doble montaña". Otro tanto le ocurre a Daroca. El viajero John Moore, que recorrió España desde 1835 a 1840, escribe sus aventuras vividas bajo el seudónimo de Poco Más, que Daroca "está situada en un profundo valle rodeado de cuatro colinas de altura desigual. Nada puede ser más pintoresco que el aspecto de aquellas colinas, orladas como están con los restos de antiguas y altas murallas, construidas por los moros para la defensa y seguridad de la ciudad, y flanqueadas por más de cien torreones, estando cada colina coronada por un castillo en ruinas".
En la Rúa de Calatayud, a la altura de la plaza de San Juan el Viejo, por donde desaguaba el barranco de Soria hacia el Jalón, un mural de piedra recuerda la figura de Rafael Benjumea (1876-1952), que "libró de un peligro constante a Calatayud desviando el barranco de Soria". Este ingeniero de caminos, especializado en obras hidráulicas, obtuvo el título de conde de Guadalhorce por los trabajos de regulación y aprovechamiento de este río. Fue ministro de Fomento en la Dictadura de Primo de Rivera, entre 1925 y 1930. Por entonces y por Real Decreto de 5 de marzo de 1926 se creó la Confederación Sindical Hidrográfica del Ebro, siendo su primer delegado Antonio de Gregorio Rocasolano y su director técnico el promotor de la idea, Manuel Lorenzo Pardo. Y este mismo día la comisión permanente de la Diputación de Zaragoza aprobó la fundación en Calatayud de una biblioteca popular, dotándola de un presupuesto de 5.000 pesetas para instalación y otras 5.000 pesetas para la adquisición de fondo bibliográfico. La biblioteca ocupó los bajos de un edificio anexo a la antigua Inclusa. El 7 de octubre de 1927 se inauguró la Biblioteca Popular Gracián, ante la presencia de Patricio Borobio, vicepresidente de la Diputación Provincial, Manuel Lasala, Pedro Moyano, los diputados locales Escolástico Herrero, Crescencio Caballero, José María López Landa, y el alcalde Antonio Bardají. El periódico El Regional, que reseña el acto, cuenta que el alcalde Bardají pidió al presidente de la Diputación "que aunque D. José María López Landa dejara de ser diputado continuase al frente de la Biblioteca", como así ocurrió. En 1932 se creó dentro de la biblioteca el Centro de excursiones y atracción del turismo, que realizó numerosos viajes, hasta que sus actividades cesaron en 1936. La última excursión fue la de Pamplona por San Fermín de aquel trágico 1936. En 1941 se creó a la sombra de la biblioteca un Centro de Estudios Bilbilitanos de Extensión Universitaria y el 31 de octubre de 1954 se fundó el Centro de Estudios Bilbilitanos, adscrito a la Institución Fernando el Católico de la Diputación de Zaragoza, que integraba a los componentes del anterior, teniendo como sede la Biblioteca Gracián.
En sus Estampas bilbilitanas de 1935, López Landa escribe refiriéndose al castillo de Ayub: "La figura de Ayub, imprecisa, esfumada en las lejanías de la Historia, no puede ahora despertar una gran admiración.
Dando por bueno que, efectivamente, mandara levantar las fortificaciones morunas, más que con el designio de fundar una ciudad frente a la declinante Bílbilis, debió de proceder movido por fines estratégicos, para cerrar el paso natural por lo que hoy llamamos La Cañada.
Eso puede explicar un emplazamiento para Calatayud que todos nuestros historiadores juzgaron desacertado, por hallarse la ciudad en el fondo de un barranco que gasta tan malas bromas. Pero Ayub no debía de ser hombre que se ahogase en un vaso de agua... o en un barranco desbordado".
López Landa murió el 8 de enero de 1955. En el prólogo a la Historia de Calatayud para escolares, en la edición definitiva de 1979, Montón Puerto recuerda la casa natal de su maestro López Landa en la Rúa, "a cortos pasos de los relojes del Ayuntamiento y de la Colegiata", y la mañana lluviosa de su entierro, vestido con el hábito de monje cisterciense. Pero, tras unas fuertes tormentas, el 27 de mayo de 1956 los ríos Jalón y Jiloca se desbordaron, invadiendo la parte baja de la ciudad y causando una gran inundación. En esta gran inundación, la Biblioteca Gracián, "la Graciana", como gustaba llamarla a López Landa, perdió casi todo su fondo bibliográfico. El mobiliario y los libros que pudieron ser recuperados de entre el barro, fueron trasladados al antiguo colegio de los hermanos maristas, luego al antiguo palacio de la Comunidad y por fin a la plaza Joaquín Costa, al edificio del Banco de España que clausuró esta sucursal en 1978.
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