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| Manolo Kabezabolo, un punki auténtico treinta años después
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De izquierda a derecha, Kutxi Romero, José Alberto Andrés
y Manolo Kabezabolo, durante el rodaje
ION STEGMEIER | Son prácticamente de la misma edad, los dos aragoneses, de modo que José Alberto Andrés Lacasta conocía bien la carrera de Manuel Méndez Lozano, más conocido por su nombre artístico de Manolo Kabezabolo. Andrés creció con la música del cantautor punk en los 90, fue a sus conciertos y siempre había sentido admiración. Así que un día, hace año y medio, estaba terminando de dirigir otro documental cuando tuvo el impulso de proponer a su equipo grabar un documental sobre Manolo Kabezabolo. Dijeron que sí, igual que el propio protagonista, que cuando empezó a tocar no esperaba llegar a los 25 años y ha cumplido ya 56. Así arrancó un proyecto producido por DuCardelin Studio que les ha llevado a rodar en Zaragoza, Pamplona, Madrid, Barcelona y Bilbao, ciudades importantes en la trayectoria del músico. Esperan terminar el rodaje en verano.
"Es un documental de voz propia, lo narra principalmente Manolo, es su relato, y luego hay otros testimonios, desde sus managers, músicos, compañeros de escenario o amigos de su trayectoria artística y personal", explica el director. En esas entrevistas, en las que participan Kutxi Romero o Fernando Medina (Reincidentes), entre otros, se repiten ideas como la autenticidad de Kabezabolo. "No es un punki de fin de semana, ni de escenario, es un punki de 24 horas al día, su derivada artística no es más que la punta del iceberg de cómo él es realmente", apunta Andrés. También coinciden en que lo significativo de su música son las letras, escritas desde una óptica muy particular. Y, en tercer lugar, la enfermedad mental. "Ha sido un estigma que Manolo ha arrastrado. Sí, efectivamente, una buena parte de su carrera musical ha alternado las actuaciones con sus estancias en el psiquiátrico, pero en el ánimo de todo el mundo está también tratarlo con una naturalidad ni paternalista ni excluyente, que también es una de las cosas a las que siempre ha tenido que enfrentarse él", explica.
Con una trayectoria de tres décadas, Kabezabolo sigue componiendo "con la misma energía, la misma furia, la misma mala leche y con un proyecto musical super vital en los mismos parámetros en los que ha estado siempre, ahí está contra viento y marea", asegura el director. "No sé si es el último punki, pero es imagen viva de lo que fue aquella eclosión de bandas, de movimiento insurreccional, de okupas, de todas aquellas cosas", añade Andrés. En el rodaje han podido comprobar que el tirón del músico sigue intacto. "En Pamplona vimos cantidad de gente joven que acudió a su concierto, se sabía sus letras y que lo aclamaba con muchísima energía", asegura. "Esto lo hemos visto en todos los bolos en los que le hemos seguido, tiene un público que se renueva generacionalmente, que convive con los de antes", manifiesta. Además, esas letras de los años 90 tienen una vigencia absoluta hoy en día, según observa. "Es más, alguno de esos temas si los hubiese compuesto y editado ahora posiblemente habría tenido algún problema", indica.
La película se está convirtiendo en una confesión "muy abierta y descarnada" de su vida artística y personal; toda ella planteada junto a él. "No es el personaje al que retratamos y edulcoramos con testimonios, sino que nos planteamos hacer vida con él, su cotidianeidad, y desde allí entender por qué escribe lo que escribe, por qué actúa como actúa, por qué ha tenido esa carrera musical tan potente", concluye Andrés. "Ha sido una vivida bien vivida, ha sido una aventura salvaje", remata.
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Diario de Navarra (6-4-2022)
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