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Ardura: 'La idea espiritualista de cultura
desfigura el concepto propio de Gracián'


Marcelino Suárez Ardura en la Fundación
Gustavo Bueno (Foto: Rubén Ibáñez)

J. MORÁN | La continuada confusión sobre el término "cultura" desfigura la comprensión de un autor tan relevante como el jesuita Baltasar Gracián (1601-1658), prosista del Siglo de Oro, cultivador de la reflexión didáctica y filosófica, y generador de una corriente de estudiosos, el "gracianismo", digna de tanta atención como, en otro orden, lo es el "cervantismo", según apuntó el profesor de Filosofía Marcelino Suárez Ardura, que dictó la conferencia "El Reino de Artemia, la idea de cultura en Gracián", en la Escuela de Filosofía de Oviedo, de la Fundación Gustavo Bueno.

Hablando "sin desprecio" -como el mismo conferenciante quiso subrayar-, "los filólogos y su metodología" confunden la "cultura" de la que habla el religioso aragonés, explicó Ardura, quien, de modo tangencial, hizo referencia a un dato abrumador: "Desde que el Diccionario de la RAE está en internet, 2002, la palabra más consultada ha sido 'cultura', en 51.085 ocasiones (y durante unos días lo fue 'abdicación', cuando Juan Carlos I abandonó el trono)".

Por ello, el conferenciante quiso cruzar en su disertación la obra de Gracián, principalmente "El Criticón" (una alegoría sobre el recorrido del hombre en su vida), con "El mito de la cultura" (Editorial Prensa Ibérica), uno de los más sobresalientes libros de Gustavo Bueno, publicado en 1996, con séptima edición en 2004, y traducido al alemán. Ardura refrescó el análisis de Bueno sobre ese concepto, divisible en tres campos. "Uno, el de la cultura subjetual, o subjetiva, la 'cultura animi', de Gracián, entendida como cultivo del alma, como educación". Otro, "la cultura objetual, u objetiva -que nace con Herder y el Idealismo Alemán-, entendida como el envoltorio del ser humano, y estudiada por los antropólogos". Y, por último, "la cultura circunscrita, que abarca contenidos culturales con aura de sublimidad, pero sin contenido muy claro". Es precisamente esta tercera "modulación" la que se identifica con "la cultura como mito", es decir, un campo difuso ante el que cabe la pregunta de "¿por qué a eso se le llama cultura?", precisó Suárez Ardura. Ese terreno de mixtificación vendría a corresponder también con "la cultura político-administrativa", o también "la cultura de las casas de cultura", es decir, lo promovido por las instancias de poder.

Pues bien, la confusión alcanza a Baltasar Gracián en el momento en el que hay gracianistas que le califican como "el galán de la cultura", aun cuando, en realidad, el jesuita solo esta hablando de ese primer nivel de "cultura subjetiva", de autocultivo, en definitiva. Suárez Ardura utilizó gran número de textos gracianescos para probar su identificación del verdadero sentido del término, y a continuación sentenció que se produce "una cesura entre Gracián y los gracianistas", ya que estos últimos le atribuyen "una idea anacrónica y metafísica". Puso el ejemplo de un gracianista, José Antonio Maravall, que contempló la obra del aragonés en diverso estudios, pero atribuyéndole "el sentido moderno de la palabra cultura", con un matiz incluso "gnóstico o espiritualista", condensable en la definición de "cultura como obras del conjunto del saber", del propio Maravall.

Además de hallar citas sobre "cultura" en casi todas las obras de Gracián, Suárez Ardura se centró finalmente en la única en la que no aparece dicho término, "El comulgatorio", que incluye "50 meditaciones sobre la eucaristía" y que el jesuita pudo haber escrito para contrarrestar la acusación de que era "un criptolaico dentro del catolicismo". En esa obra, Gracián utiliza el concepto de "gracia" y lo hace también en "un sentido subjetivo", como aquello que experimenta interiormente y le hace progresar hacia Dios. La cultura, a su vez, era lo que le conducía a la inmortalidad.

La Nueva España (21-4-2015)

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