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ANTOLOGÍA DE COPLISTAS APÓCRIFOS

El novelista frustrado Arsenio Artigas

La historia, esa esquizofrénica madrastra del género humano, recoge la vida y obra de aquellos personajes que algo fueron; pero nada dice de otros individuos que quisieron ser y no fueron sino pasto de la frustración.

Entre el ejército de eternos aspirantes a lo lejano, Arsenio Artigas pudo conseguir una escasa y localizada celebridad, debida a la actividad copleadora que durante algún tiempo mantuvo.

Nunca había imaginado Arsenio Artigas que las coplas de jota iban a ser una parte importante de su vida; jamás había compuesto ninguna, e incluso las despreciaba por considerarlas pedestres. Pero sucedió que Arsenio, presa de ambiciones literarias, concursó en el certamen más importante de novela con una obra considerada extraordinaria por el autor: "La caída de la cresta", un divertida parodia de doscientos folios.

El resultado fue desolador;  la novel de Arsenio pasó inadvertida. Los ganadores del certamen, triunfador y finalista, resultaron ser escritores de gran fama, aunque sus obras no pasaron de ser bodrios con solapa.

Este desastre sumió al novelista Arsenio Artigas en un desánimo notorio. Un día, el desgraciado escritor anotó estas palabras en un servilleta de papel:

Pa el pretendiente es tu madre
como el jurau del "Planeta"
que viendo cómo te llamas
ya se sabe la novela.

En esta primera cuarteta, Arsenio Artigas reflejaba dos frustraciones: el fracaso como novelista y los problemas que su futura suegra le ocasionaba. Mas nada adquiere importancia sin no es recordado, porque el olvido todo lo convierte en vacío;  y así habría ocurrido con esta copla de Arsenio, la primera, a no ser por un jotero que almorzaba en la misma taberna donde el frustrado novelista mataba las penas. El cantador tomó la servilleta escrita y leyó la copla. Minutos después, una voz recia y vibrante convertía en jota aquellos versos ácidos.

Arsenio recapacitó: componer coplas no era una actividad tan vulgar, puesto que permitía reflejar sentimientos. Por eso, cuando envió a su novia un ramo de flores para la Cruz de Mayo, añadió esta sencilla cuarteta:

El tomillo de los montes
por mayo saca la flor,
y en mayo, pa no ser menos,
el cuerpo te pide amor.

Mal comprendió la moza los anhelos de Arsenio, pues lo recibió con despreciativas alusiones a opulentos regalos y ensueños fastuosos, destrozando la poca fe en la vida que el pobre escritor conservaba. Esta decepción provocó en Arsenio Artigas una sospecha y una copla. La sospecha relacionábase con un ostentoso pariente rico de la despreciativa novia. La copla, ésta:

Si los hay, no los he visto;
dónde habitan, no lo sé;
pero dicen que fantasmas
hay para dar y vender.

Coincidieron estos incidentes, que le llevaron a la ruptura de relaciones con aquella mujer incomprensiva, con otro fracaso literario de Arsenio. Esta vez, la novela fue eliminada por no ajustarse a las bases del concurso, circunstancia que denunció un miembro del jurado, emparentado con el ganador. El motivo de la descalificación, trivial a todas luces, encorajinó al pobre Arsenio, que sentenció:

Hablan de un mundo mejor
que todos hemos de hacer,
y a patadas se abren paso
para triunfar y crecer.

Entre disgustos y olvidos, las coplas de Arsenio fueron a parar a buenas manos: diversos joteros las transportaron con sus voces hasta cientos de oídos. El autor de tales coplas fue reconocido por más personas que jamás había pensado Arsenio Artigas. Tal vez por ello, cuando el primer otoño confirió a los racimos de las vides un hermoso color dorado o una vigorosa presencia entintada, Arsenio se lució con una copla llena de quietud y promesas:

La vendimia ha sido buena
y el vino bueno será;
alabando sus bondades,
brindaremos por la paz.

El otoño, además de una excelente cosecha de uvas, concedió una ilusión nueva al novelista imposible. Arsenio comprendió que la existencia no es solamente deseos y quimeras. Hay pequeñas satisfacciones, pequeñas sustancias que alimentan el espíritu y nos impulsan hacia la vida. Esta alegría renacida endulzó los últimos instantes de Arsenio Artigas. Un invierno extremadamente riguroso y una vieja dolencia mal curada desembocaron en la definitiva y larga enfermedad que acabó con Arsenio. En los momentos previos a la hora fatal, el novelista frustrado aún dedicó una última copla al frío intenso que le había cavado la fosa sepulcral:

A resultas del invierno,
ya tenemos ganador:
cuando tanto aprieta el frío,
gloria p'al enterrador.

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