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Tras los pasos del Papa Luna

RAFAEL FABREGAT CONDILL | Tengo una especie de fijación por este personaje. No sabría decir por qué, pero todo cuanto le atañe me fascina.

Como ya relato en mi entrada "Historia y Leyendas del Papa Luna", he visitado el palacio-fortaleza natal en Illueca (Zaragoza) mansión de la familia materna, los Barones de Gotor y Pérez Zapata, posteriormente Palacio de los Luna; el Palacio-fortaleza de los Papas de Avignón, en la ribera del Ródano de la Provenza francesa y, por proximidad con mi lugar de residencia, decenas de veces, el Castillo de Peñíscola, último destino vitalicio de Benedicto XIII.

En algunas de estas visitas y sus pormenores, más desengaños que satisfacciones indican el tiempo trascurrido y las muchas vicisitudes que el mundo ha atravesado a lo largo de los casi 700 años que este ilustre aragonés vino al mundo. Guerras, incendios y revoluciones de toda índole han destruido y saqueado castillos, entonces inexpugnables, impidiendo a generaciones posteriores poder admirar en detalle los elementos que conformaron la vida diaria de aquellos destacados personajes.

El Castillo Templario de Peñíscola, última etapa de la vida de Benedicto XIII, ha resistido bastante bien el paso del tiempo y los diferentes embates que hubo de soportar. Aunque con alguna pequeña restauración, la sobriedad y solidez de un castillo de estas características, resistió sin grandes problemas no solo las agresiones naturales del tiempo, si no también algunas situaciones de sitio, acompañados de los consiguientes cañonazos que dejaron huellas inconfundibles y permanentes en sus murallas.

Allí permanecen impasibles los espacios que constituyeron su habitación y despacho así como el gran salón donde tantas delegaciones recibió con peticiones de abdicación, acompañadas de tentadoras propuestas de readmisión en la Iglesia y sustanciosa retribución, anual y vitalicia, de 50.000 florines de oro. Seguro de su más absoluta legalidad, el mismo número de veces se escuchó su misma respuesta: Non possumus. (No podemos)

La famosa escalera excavada en la propia roca del acantilado y los profundos calabozos donde se encerró a quienes le envenenaron. La Torre del Papa Luna cuya construcción ordenó él mismo y desde la que oteaba el horizonte que le permitía adivinar Roma en la lejanía, la capilla en la que diariamente rezaba y en la que a su muerte fue enterrado...

También el Castillo-palacio de los Papas de Avignón se mantiene majestuoso. Aunque prácticamente destruido en varias ocasiones, especialmente con motivo de la Revolución Francesa, tras una conveniente restauración, permite disfrutar al curioso visitante de una espectacular imagen exterior, idéntica a la que sus nueve Papas observaron cada día durante aquella convulsa etapa de la cristiandad.

Pero si la fachada y murallas del Palacio es espectacular, no menos interesante es el interior ya que, si bien no queda prácticamente nada del mobiliario y lujosísimos ornamentos con que los Papas se rodearon, si que podemos admirar las diferentes salas que éstos utilizaban cada día. Dependencias personales de los cardenales y del propio Papa, salas de reuniones y cónclaves, grandes salones donde se recibía a los reyes y legados de los más lejanos países, etcétera, constituyen la parte esencial de una visita que, acompañada de una completa audio-guía, te pone al corriente de todos los pormenores de cada una de las estancias y elementos visitados. Impresiona pisar aquellos mismos espacios que, tan reducido número de personas, pisaban en los días en que los más grandes dignatarios de la Iglesia habitaban el Palacio. La habitación personal del Papa, su antecámara y vestidor, al que solo sus más directos servidores y cardenales más allegados podían acceder... No es difícil imaginar a los diferentes personajes deambular por aquellos interminables pasillos y escaleras. De la misma forma, el Puente de Saint Benézet, nos permite imaginarlo como única forma de cruzar un indomable Ródano que tantas veces lo destruyó, así como su capilla y puesto de "peaje" que todos habían de satisfacer por atravesarlo. Como en el Palacio de los Papas, una audio-guía, da detalles completos de cada uno de los elementos que conforman la visita y de todos cuantos detalles puedan interesar al visitante.

Todo lo relacionado con el polémico Papa Luna fue extraordinario y su longevidad y su "cabezonería" de tozudo aragonés lo aumentó más si cabe. Si se accede a la "Historia y Leyendas del Papa Luna" se da uno cuenta de que, cuando la Iglesia quiso atajar el problema del Cisma de Occidente, Benedicto XIII era la única autoridad legal de la cristiandad. Sin embargo los intereses de reyes y cardenales eran otros y de nada le valió. Como en tantas ocasiones de la vida, no siempre es la razón la que prevalece. No todos los criminales están en la cárcel, ni todos los que están en ella son criminales. No todo es blanco ó negro... hay muchos matices intermedios.

Rafael Fabregat Condill (13-10-2009)

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