LABROS

Periódico de la Asociación de Amigos de Labros



Núm. 21
Verano 2002




Paseo
virtual
por
Labros




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EDITORIAL: AMIGOS DE LABROS

Este periódico que tienes en tus manos no es un periódico como otro cualquiera. Se llama Labros y fue fundado en 1981, un año después que la Asociación de Amigos de Labros. "De amigos", así quisimos que se llamara nuestra asociación. No "de hijos de Labros"; no "de veraneantes en Labros"; no "de propietarios de una casa o unas tierras en Labros". De Amigos de Labros, ahí es nada.

Amigo es una de las palabras más nobles de esa lengua castellana que aquí se conserva como oro en paño. La amistad es, de todas las formas de amor, la más generosa. Los amigos no se quieren porque lo mandan las leyes de la sangre. Los amigos se quieren porque sale del alma. Ésa es la única amistad que merece ese nombre y así es como los Amigos de Labros queremos a Labros.

Sabemos que hay pueblos más grandes y más ricos. Nos dicen que otros tienen catedrales, museos o ríos… y nos encogemos de hombros. A los Amigos de Labros eso nos da igual. Nosotros amamos a Labros tal cual es. Nos duelen las ruinas de la iglesia y nos gustan las puertas claveteadas, la fragua, las chimeneas, los tejados de teja, el frontón, la ermita, las fiestas, los juegos tradicionales, los antiquísimos pairones. Y amamos nuestro bosque inigualable de sabinas.

Pocos sabinares quedan en Europa y casi ninguno en España. Y éste es nuestro, como nuestro es el mérito de haberlo conservado a través de los siglos. Con la escopeta al hombro o la merienda en la cesta o en la alforja nos sentamos a la sombra de árboles que han visto pasar a las huestes del Cid Campeador, testigos de la historia de nuestros antepasados y de nuestra vida. Pero ahora, si no conseguimos impedirlo, todo esto nos lo van a quitar. Los hijos de nuestros hijos ya no verán lo que vieron sus padres y sus abuelos. Ya no iremos a asar chuletas al Tejar o a pasear por Carravillel. Esos parajes que siempre fueron nuestros pasarán a otras manos. Gentes extrañas arrancarán los árboles centenarios y en su lugar plantarán armatostes eléctricos, altos como rascacielos. Cruzarán los cables los cielos limpios y harán huir a los pájaros. Cercarán con alambradas los tomillos y el espliego y romperán el silencio de nuestras noches y nuestros días con un zumbido continuo, más potente que cuando pasa un avión.

Es un gran negocio, dicen. Pero no añaden que el negocio es para las empresas que ignoran nuestra historia y desprecian nuestro paisaje. A nosotros no nos han preguntado. Y es lógico que no lo hayan hecho, porque saben de sobra que sólo puede haber una respuesta: nadie vende a su amigo. Y nosotros somos LOS AMIGOS DE LABROS.