La Comarca de Calatayud
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Diario de un breve viaje por el tramo del
Camino del Cid en la Comunidad de Calatayud


ANTONIO UTRERA/VICTOR UTRERA | Hace tiempo que teníamos proyectado un viaje por las distintas localidades por las que pasa el Camino del Cid en nuestra comarca. Había copiado los datos de los puntos de sellado de la página de internet con la que el Consorcio promociona la ruta, y decidido que la mejor época para hacerlo sería el mes de agosto aprovechando las vacaciones veraniegas.

Luego, obligaciones más perentorias demoraron el proyecto y quedó a la espera de mejor ocasión.

El pasado día 1 de septiembre, reproducía en la sección de noticias del portal de Calatayud y su comarca en internet que vengo administrando diariamente desde hace casi 20 años, la que copiaba de uno de los diarios digitales sorianos en la que se daba cuenta de la nueva idea que el Consorcio había puesto en marcha para promocionar el Camino: el reparto de chapas que se entregaban a los que lo recorren en cada uno de los puntos de sellado, hasta formar una colección de 181, cada una con un motivo diferente. Transcrita tal como estaba publicada, me había limitado a sustituir los puntos de sellado del tramo de la provincia de Soria por los de la Comunidad de Calatayud. Se deslizaron en la noticia un par de errores que ya están corregidos.

El texto avivó en nosotros la idea de hacer la ruta en su tramo comarcano y, dicho y hecho, decidimos que el día previsto sería el 5 de septiembre, aprovechando que coincidía con el inicio de las fiestas patronales de la ciudad bilbilitana y que a las vacaciones de verano se sumaban otros pocos días de asueto a efectos laborales.

Así que el día 2 nos personábamos en la Oficina de Turismo de la capital de Jalón para solicitar el correspondiente salvoconducto y aprovisionarnos de cuanta información pudieran facilitarnos sobre el tema. La amabilidad de las personas que atienden esa oficina la conocemos desde que funciona y tal como preveíamos cumplimentaron el documento en el momento, estamparon en él la impronta que distingue este punto de sellado y que representa la cúpula de la colegiata de Santa María la Mayor, y nos obsequiaron con sendas chapas que reproducen el mismo motivo. Los folletos que publicitan la Ruta de 'Las tres taifas' y la Ruta de 'Tierras de Frontera' en la que los pueblos comarcanos están incluidos, junto a la topoguía del Camino en la provincia de Zaragoza, completaban la documentación. El lote incluía el librito donde se detallan los puntos de sellado, pero de ello no nos dimos cuenta hasta el segundo día de viaje.

Elegimos el coche -aunque el tramo puede hacerse perfectamente tanto en moto, como en bicicleta de carretera o de montaña, o, simplemente, a pie- por aquello de hacerlo en un solo día, que luego se convirtieron en dos mañanas.

Advertimos que los pueblos que íbamos a recorrer son perfectamente conocidos por nosotros, que ya los hemos visitado en otras ocasiones, y de los que sabemos a la perfección de sus calles, sus monumentos y la idiosincrasia de sus gentes. El viajero que desconozca estos extremos debería emplear al menos tres días para recorrerlos, si es que quiere saborearlos en toda su plenitud.

Salimos a la carretera


4 de septiembre. A primera hora de la mañana tomamos la A-2 en dirección a Madrid, con la intención de recalar en el primero de los lugares marcados en el mapa: Monreal de Ariza. En el camino hemos aprovechado para desayunar en El Aral, a la orilla misma de la utovía. Tenemos suerte, es lunes, día de regreso de vacaciones y el secretario está en su puesto del Ayuntamiento. Nos recibe, nos estampa en él un sello con un motivo alusivo al yacimiento arqueológico de Arcóbriga, que se encuentra en la localidad, en tinta azul -dato destacable como se verá más adelante- y nos entrega las chapas correspondientes con el mismo motivo. En la breve conversación que mantenemos con él nos enteramos que es natural de Huesa del Común, que el paquete con las chapas lo habían recibido el viernes anterior y que eran las primeras que entregaba. Le hablo de mi pueblo, allá en el límite de la provincia de Guadalajara con las tierras aragonesa y nos despedimos. Tras llegarnos a la antigua iglesia parroquial, recordamos que se encuentra cerrada, totalmente en ruina y apuntalada totalmente en su interior. La última vez que estuvimos en Monreal nos facilitaron las llaves y pudimos acceder al interior. No lo recomendamos, puede resultar hasta peligroso. Tras abandonar la localidad, el coche nos llevará al siguiente destino, Ariza, en la misma autovía y a unos pocos kilómetros.

Aparcamos en la entrada del pueblo lo que nos permitirá darnos una vuelta por él, aunque lo conocemos. Pasamos por delante del palacio de los Palafox, Marqueses de Ariza, donde recordamos que por los años 90 allí se ubicaba el local de la Tercera Edad y se estaban realizando reformas. Un mal apuntalamiento ocasionó el derrumbe del techo de una de las plantas y llegó a fallecer alguna persona en el suceso. En la plaza del Hortal está el ayuntamiento. Las circunstancias que se ponían en evidencia en Monreal -lunes y regreso vacacional- hacen que la entrada a la secretaría se encuentre franca. Nos sellan el salvoconducto esta vez en tinta naranja y empezamos a deducir que cada pueblo dispone de un color de tinta distinto. El sello de Calatayud es rojo. Desandamos nuestros pasos y una vez en el coche nos disponemos a dirigirnos a Ateca, también en la A-2. Antes de arrancar nos extraña, que Cetina, el pueblo siguiente no disponga de punto de sellado -en mi recopilación me lo había saltado y ya apunté antes que no nos dimos cuenta de que llevábamos el listado hasta el martes-.

Decidimos entrar en Cetina por si hubiera algún error -que lo había- y nos llegamos a su ayuntamiento a lado mismo del palacio de la Señora de Cetina, donde ésta contrajo matrimonio con Francisco de Quevedo. Allí la secretaria nos recibe con la misma amabilidad que los anteriores, nos pregunta desde donde venimos y al comentarle que de un pueblecito de la ribera del Perejiles, nos cuenta que ella estuvo trabajando en una de las empresas de la zona antes de incorporarse a la Secretaría cetinera. El sello que nos estampa en el salvoconducto es también azul, más claro que el de Monreal, y en él se representa una de las máscaras que llevan los danzantes de la Contradanza, lo mismo que en las chapas que como ya se ha dicho reproducen el motivo del sello. La tradición marca que se represente en la misma plaza del ayuntamiento cada en la noche 19 de mayo en honor a San Juan Lorenzo, patrono de la localidad, y como si indica en su página de internet, y no se exagera, 'es una expresión espectacular única'.

Seguimos por la autovía de Aragón hasta Alhama de Aragón pasando por Contamina. Ante la duda de si en este pueblo se sella o no, entramos, y al encontrar cerrado el ayuntamiento desistimos de indagar más. Ya lo haremos a la vuelta a casa. En Alhama -lugar de balnearios y aguas termales que nadie debe dejar de visitar- indica la relación de lugares de sellado que llevamos que se sella en la Oficina de Turismo. No nos consta que haya tal oficina. Preguntamos en la Biblioteca, en los bajos del ayuntamiento, y nos dicen que el sello se pone en la planta de arriba. Como Alhama es lugar más principal atiende una funcionaria. Sellado en tinta violeta, recogida del número de salvoconducto y entrega de chapas. Las primeras nos dicen y nos dan alguna más por si queremos obsequiar a alguien con ellas.

Ateca será nuestro próximo destino. Nos hemos saltado Castejón de las Armas, donde sí se sella, porque no lo llevaba en mi relación. Aunque sus fiestas coinciden con las bilbilitanas y ese día están al comienzo de las mismas, al no ser uno de los principales, el ayuntamiento se encuentra abierto. Nos sellan el salvoconducto en tinta roja de un tono totalmente distinto al de Calatayud, nos obsequian con las correspondientes chapas, además de con un cartel de las fiestas y aprovechamos para adquirir el programa de las mismas que pasará a engrosar la nutrida colección de nuestra propiedad. Media mañana, buena hora para almorzar. Lo hacemos en 'Las Torres'. Es nuestro lugar habitual de parada cuando andamos por Ateca. En él estamos como en casa y siempre aparece por allí algún amigo al que saludar y con el que intercambian un rato de conversación. Por supuesto hay otros muchos lugares donde recalar 'El Mesón', el 'ATK', el Goya… en ellos les atenderán tan bien como en el nombrado en primer lugar.

Desde Ateca, y ya fuera de la autovía, una carretera nos llevará hasta Valtorres, Terrer y Munébrega, nuestros próximos destinos. No es muy buena pero la circulación por ella es casi inexistente.

Valtorres es el último de los pueblos de nuestra comarca incorporado a la red de sellado. No figura en el librito que los detalla porque es de 2012 y la localidad sella desde este año 2017. Sí lo llevo en mi relación porque está en la página del camino y porque, en su día, ya recogí la noticia de su incorporación. El pueblo nos es menos conocido que los citados hasta ahora y nos cuesta un rato dar con el punto de sellado. Vamos hacia su ayuntamiento, y en la puerta del bar un vecino nos indica que está cerrado. Como la relación que llevamos marca que el punto de sellado es el Albergue Municipal, preguntamos al mismo vecino por él, nos lleva hasta allí con la advertencia de que también está cerrado y nos dirige a las piscinas donde tenemos que encontrar a su responsable y que, por lo visto, es el mismo que gestiona el albergue. Damos con él y, sorpresa, nos dice que se sella en la mismo bar en el que estuvimos al principio. Nos hemos dado la vuelta a todo el pueblo -pequeño como la mayoría de los de la comarca, por lo que apenas supones esfuerzo el hacerlo- para volver al mismo punto de partida. A nadie encontramos el bar, que tiene las puertas abiertas. Al rato aparece un joven que es quien lo atiende. Nos dice que como a esa hora no acude nadie, había ido a 'charrar' un rato con la vecina. Nos estampa el sello, rojo también pero de otro tono que los de Calatayud y Ateca. Nos da las chapas y, como en cada uno de los anteriores lugares que visitamos, nos aclara que las recibió el viernes anterior y que son las primeras que entrega.

En cada localidad los responsables del sellado toman nota del número del pasaporte y la fecha de la visita en una lista que es más o menos larga según el número de visitantes que reciben. En Valtorres no se dan cuenta de ello y no cumplimentan la lista. Mandaremos el número por correo electrónico al ayuntamiento o lo llevaremos personalmente. La distancia no es mucha, en 'El Horno' se cena de maravilla los fines de semana y, si es día de actuación, podemos disfrutar de ella mientras damos cuenta de las viandas.

En el lugar que la carretera se incorpora a la que lleva desde Terrer a La Vilueña y Munébrega se nos presenta una disyuntiva: no hay carteles indicadores. Decidimos acudir primero a Terrer -girando a la izquierda- que solo dista 3 kilómetros de Valtorres y después nos llegaremos a Munébrega donde tenemos intención de comer.

En Terrer, como en los otros lugares, el ayuntamiento se encuentra abierto. El secretario nos atiende. Entablamos conversación. Le cuento que a mediados de los años 60 Terrer era el lugar donde el grupo de amigos de Calatayud pasábamos los fines de semana. En Calatayud en aquellos años no se permitía el baile -cosas de la política y de la iglesia-, salvo en fiestas, y los jóvenes nos dispersábamos por los pueblos cercanos en busca de un lugar donde divertirnos. Cine, merienda en casa de alguna de las amistades con las que contábamos en el pueblo y baile, era el programa dominical. Le hablo de los Ibáñez (Carmen y José Manuel) y de los Marco (Vicente y Pili), eran junto con otros muchos con quienes compartíamos nuestras horas de diversión. Aunque el secretario lleva muchos años en Terrer su llegada se produjo bastantes años más tarde. Le sonaban los apellidos, pero no conocía a los nombrados. A la salida del ayuntamiento le cuento a mi hijo una de las muchas anécdotas que allí nos ocurrieron.

Era época de guateques, los de nuestro grupo disponíamos de un local en la misma plaza propiedad de la familia de alguno de los que lo formábamos. No teníamos luz y tampoco enchufe para el tocadiscos. Así que pasamos un cable desde el local contiguo a través de un hueco en la pared y no se nos ocurrió otra cosa que alumbrarnos con la bombilla que estaba encima de la fuente de la mentada plaza. La quitamos y la llevamos al local. Lo que ocurre en los pueblos pequeños: nos vieron cogerla, se lo dijeron al alcalde y nos querían poner una multa. Al final la cosa se zanjó con la devolución de la bombilla y adquisición de una nueva para nuestro lugar de guateque.

Carretera y manta. Por el mismo camino que habíamos llegado pero en dirección a Munébrega. Tal como teníamos previsto llegamos a la localidad a la hora de la comida. El ayuntamiento, si estuvo abierto por la mañana, ya se encontraba cerrado. El hotel 'La Casona del Solanar', buenos amigos, donde pensábamos comer también estaba cerrado y nadie atendía a nuestras llamadas, así que, tras la correspondiente consulta a la lista de sellado acudimos a la casa rural 'Sol y Luna' que también sella. Llamamos al timbre y tenemos suerte, porque aunque los propietarios están comiendo, nos reciben y nos atienden. Sello color gris, en el que se representa a la corneja que es el distintivo del Camino. Las chapas, como en todos los lugares anteriores, las primeras que entregan.

'La Casona' cerrada y en el 'Torres', si quieres comer caliente, tienes que avisar. Sopesamos varias opciones: regresamos a casa y comemos allí, paramos a comer en Calatayud o nos acercamos a Nuévalos, la localidad de al lado pero ya fuera de la ruta. Dado lo avanzado de la hora optamos por esta última. En Nuévalos, lugar que visitamos unas cuantas veces a lo largo del año, siempre paramos en el 'Río Piedra', pero esta vez optamos por 'Las Rumbas'. Ya habíamos comido allí, la comida está bastante bien, y el precio es económico. Aunque somos lo únicos comensales y ya es tarde, nos atienden. Nuévalos, a escasos kilómetros del Monasterio de Piedra, es lugar de mucho turismo, la competencia hostelera para todos los gustos y bolsillos es amplia, y hay que mimar al cliente, venga a la hora que venga, si es que se quiere que vuelva.

Solo nos queda Villafeliche (y Castejón de las Armas, auque eso no lo sabemos en aquel momento) y dada la experiencia que llevábamos acumulada durante la mañana de encontrar ayuntamientos y casas rurales cerradas a esas horas, a pesar de los propósitos iniciales, lo dejamos para el siguiente día.

De nuevo en el camino


5 de septiembre. Solo nos queda un lugar donde sellar y no madrugamos. Decidimos partir a media mañana. Ya en el coche se nos ocurre consultar en el móvil la lista de lugares de sellado. Los repasamos uno por uno: ¡nos habíamos dejado Castejón de las Armas! Así que de nuevo a la A-2. Total hasta Ateca por la autovía, unos escasos 10 minutos, y otro tanto hasta Castejón por una infame carretera, estrecha y llena de curvas y baches.

En Castejón paramos en el bar que está en la misma carretera. Hay bastantes vecinos a los que cuando comunicamos nuestras intenciones ya nos anticipan que el ayuntamiento está cerrado -'el secretario acude al pueblo los lunes, los miércoles y los viernes', nos dicen- y, al menos una de las casas rurales donde se sella, también está cerrada. Veremos en la otra.

Vamos al coche a recoger los salvoconductos que llevamos en la guantera y allí, debajo del resto de papeles del vehículo, asoman los libritos donde se detallan uno por uno los puntos de sellado. Hasta entonces no nos habíamos percatado de que los llevábamos. De la casa rural 'Río Piedra' ya nos habían anticipado que estaba cerrada. La otra casa rural 'El Rincón del Agua' no tiene huéspedes en ese momento, pero su propietaria sí que está en ella. Nos recibe el hijo, un muchachote de entre 14 a 16 años, que avisa a su madre y mientras llega hablamos de los gatos que por allí rondan: 'hay muchos por el pueblo y no me gustan demasiado', nos aclara. La madre nos trae el sello, que estampa en color negro y que representa una espada celtíbera; una de esas armas que allí se forjaban y a las que, al parecer, las aguas del río Jalón daban un temple especial, que dan nombre a la localidad. Las chapas, las primeras que entrega como ya viene siendo costumbre. Y con su deseo de 'un buen camino' nos despedimos de ella.

Nos queda, ahora sí, solo Villafeliche. Desde Ateca volvemos a incorporarnos a la A-2, ahora dirección Zaragoza, y a la altura de Calatayud, tomamos la salida en dirección a Daroca.

Extraña mucho que lugares como Paracuellos de Jiloca, donde acuden cada año cientos de viajeros a tomar las aguas sulfurosas de su balneario, o Maluenda, con toda su carga de historia y patrimonio acumulados, y ambas localidades lugares de la ruta, no dispongan de sello propio. Algo que quienes deciden tendrán algún día que meditar y corregir.

Es Villafeliche pueblo de mucha fama. No solo por su tradición ceramista sino porque en ella se ubicaban las Reales Fábricas de Pólvora. Entre los siglos XVI y XIX esta fue su industria más importante de la localidad y llegó a contar con hasta 165 molinos para su fabricación. En Villafeliche acudimos a sellar al ayuntamiento. Nos atiende la secretaria que estampa el correspondiente sello, esta vez en azul, y en el que se representa tres granadas de cañón de las que allí se fabricaban. Con la misión cumplida, ya tenemos los once sellos de la comarca de Calatayud en nuestro salvoconducto y somos poseedores de las 11 chapas correspondientes, entramos en el bar para tomarnos una consumición. A la persona que lo atiende le llama la atención de que llevamos un salvoconducto del Camino del Cid y dos chapas de Villafeliche. Resulta que es el propietario de la casa rural donde también se sella. Mientras nos tomamos el refresco pensamos que podíamos haber cumplido nuestra misión el día de antes. Hubiéramos encontrado el ayuntamiento cerrado después de comer, pero nos hubieran sellado en la casa rural. No nos importa, hemos disfrutado del viaje y se nos ha atendido de maravilla en todos los lugares a los que hemos acudido.

Repasando el salvoconducto y a pesar de que hemos recogido todos los sellos de las distintas localidades de nuestra comarca, que era nuestro objetivo, llegamos a la conclusión de que queda un poco pobre. Es unos días saldremos a nuevo a la carretera para recoger, al menos, los del resto de pueblos de la provincia de Zaragoza que sellan. Nos quedan Manchones, Atea, Daroca, Gallocanta y Berrueco. Estamos ya pensando en que, en algún momento, tenemos que completar las dos rutas 'La de las tres taífas' y la de las 'Tierras de frontera'. Esta última es la que más me llama. Al fin y al cabo es la que pasa por mi tierra. Y, quien sabe, sin con el tiempo, no nos lanzaremos a recorrer el Camino entero.

Consejo final


Imaginamos que cada viajero afronta el camino de una manera distinta y con un objetivo diferente. Si la intención es la misma que la nuestra, recoger los sellos de un tramo concreto y coleccionar las chapas que representan a cada lugar, haga como nosotros: escoja para llevarlo a cabo días entre semana -los ayuntamientos abren de lunes a viernes, solo por las mañanas, y en municipios pequeños en días alternos-, llame a los lugares que piense visitar para no encontrar cerrados los puntos de sellado -las casas rurales salvo los fines de semana, o en verano, no abren si no tienen clientes- , o mándeles un correo electrónico, seguro que le contestan. Que la guía de puntos donde se sella, que le entregarán en la oficina de turismo donde retire el salvoconducto, es del año 2012 y no figuran en ella los que se han incorporado en los años posteriores. Es preferible acudir a internet, la página del Consorcio está siempre actualizada.

Nuestro deseo para todos los que recorran el Camino del Cid, el mismo con el que nos despedían en Castejón de las Armas: 'Buen camino', y que en él nos encontremos.

Sediles, 2017

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