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Piedras y jesuitas

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | En las actas del Simposio Internacional sobre Baltasar Gracián, que tuvo lugar en la UNED de Calatayud en octubre de 2001, conmemorando el IV Centenario del nacimiento del escritor, además de los interesantes trabajos de diferentes especialistas gracianos, Saviñán ocupó el sitio que merecía, por ser la patria del doctor Francisco Gracián y Garcés, padre de Baltasar, lugar que todavía le niegan muchos libros y enciclopedias, que no se han puesto al día después de los investigaciones de Belén Boloqui, iniciadas en 1985, año del centenario de San Pedro Arbués.

En estas actas la doctora Boloqui publicó su investigación sobre el Colegio de la Compañía de Jesús de Zaragoza, en donde encontró a dos importantes jesuitas naturales de Saviñán. El P. Pedro Gascón y el P. Pedro Villalba. El P. Gascón, quizá de la familia de los notarios establecidos en Saviñán por aquellas fechas, entró en la Compañía en 1561, muriendo en 1583. Ayudó en el colegio de Valencia a estudiar artes y teología, distinguiéndose como confesor. El P. Villalba nació en 1530, entrando en la Compañía en 1560, siendo sacerdote y buen predicador. En Valencia oyó artes y teología, siendo alumno del arzobispo Tomás de Villanueva, graduándose como maestro de artes. En 1573 fue vicerrector del Colegio de Valencia y asistió a la congregación provincial que se celebró en esta ciudad por fallecimiento del padre Francisco de Borja, general de la Compañía por aquellos años. Allí se eligieron al P. Villalba y el P. Baltasar Piña, maestro de novicios de Zaragoza, como compañeros del provincial y electores del nuevo prepósito general. Por esta provincia estuvo como procurador en Roma. Siendo rector del Colegio de Zaragoza, fue nombrado provincial de Castilla y luego provincial de Aragón. Ocupando este cargo gestionó la fundación del Colegio de Calatayud y en 1591 la fundación del Colegio de Tarazona. Murió en Valencia en 1594. Su hermano, mosén Francisco Villalba, fue procurador del Santo Sepulcro de Calatayud. Este P. Villalba, quizá pariente lejano de Baltasar Gracián, podía haberle inducido a elegir la Compañía de Jesús.

En estas actas también se incluyó un trabajo de mi autoría que recompone la familia de Baltasar Gracián de Saviñán, a partir de los libros parroquiales y de numerosos protocolos notariales que guarda la familia Gracián desde el siglo XVI, hasta entonces inéditos.

Los jesuitas se establecerán en Zaragoza a mediados del siglo XVI. Y es en 1554 cuando compran a Alonso de Francia unas casas ruinosas por 2.500 libras, situadas en el barrio judío, luego Barrio Nuevo. Allí tendrían los jesuitas iglesia, convento y Colegio. En 1628 Lupercio Xuruche y Arbizu, baile en Caspe de la Orden de Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, funda unas Escuelas Mayores de Matemáticas y Lenguas. Comprendía toda una manzana, con una iglesia y residencia general de los jesuitas, edificio que hoy se denomina Real Seminario Sacerdotal de San Carlos Borromeo. Lupercio Xuruche fue enterrado en la capilla de San Lupercio de la antigua iglesia de la Inmaculada de los jesuitas.

En 1522 pasó por el templo del Pilar de Zaragoza San Ignacio de Loyola, de camino a Montserrat, en un viaje de peregrinación hacia Roma y Jerusalén y, quizá por propia voluntad, fomentase la fundación en Zaragoza, punto estratégico como ciudad de paso, donde los jesuitas desarrollarán su afán misionero y de enseñanza. El P. Roque Alberto Faci cuanta que en 1628, cuando las nuevas obras, los jesuitas encontraron al abrir las zanjas una piedra de alabastro de 9 palmos de alta y 5 palmos de ancha, toda ella trabajada con las imágenes a medio relieve. El P. Faci señala que los allí esculpidos eran el apóstol Santiago, con las insignias de peregrino, siete hombres y una mujer, todos convertidos por el apóstol en Zaragoza, en actitud de venerar a nuestra Señora del Pilar, que no aparece esculpida. Sí aparecían esculpidos el Ebro, la Aljafería y lo que parecía ser Nuestra Señora del Portillo. Esta columna sirvió de frontal en el oratorio del Colegio.

En el Colegio de los jesuitas de Calatayud apareció otra piedra, que fue hallada en el patio por un estudiante de gramática, pues allí se amontonaban materiales nuevos y arruinados, preparados para la fábrica de la iglesia. En aquella piedra estaban labradas algunas letras que decían: Novum Templum sacratur Virgini Columnatae. El muchacho avisó a los padres que la creyeron antigua, aunque no tuvieron memoria de dónde estuvo asentada. Lo cierto es que la iglesia de los jesuitas en Calatayud estaba dedicada a la Virgen del Pilar. Y aunque esta piedra se confundió en la fábrica, aquel muchacho que la encontró, que había pedido al P. Faci que no desvelase su nombre, siendo rector de este Colegio mandó colocar sobre la puerta de esta iglesia una imagen de Nuestra Señora del Pilar.


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