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Notas para la Historia de Sabiñán.
Cuarta Parte

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | La cuarta y última parte de las Notas para la historia de Sabiñán, de José Gracián Gasca, está dedicada al pueblo de Saviñán. José Gracián suponía que el nombre del pueblo derivaba de sabinar o de viña, como entonces defendía Jiménez Soler. Agustín Ubieto lo hace derivar del nombre romano de persona Sabinius o Sabinianus, aunque no se han encontrado restos romanos en su término. Mi amigo Ángel Montero sostiene que Saviñán deriva del íbero y significa lugar donde ensancha el valle.

José Gracián señalaba los límites del pueblo edificado en el siglo XVI y nos habla de las calles y de las callejas del pueblo, de la herrería y del ruejo del Concejo, del horno, del hospital, del molino de harina, de las eras, de las escuelas, de la antigua fuente, de la casa del Concejo y de las casas de las familias nobles. También enumeraba las diferentes partidas del término, citando la torre de las doncellas, que aparecía situada en Trasmon en un documento del siglo XVI. José Gracián se preguntaba si aquella torre sería la que entonces llamaban de las Encantadas, donde algunos paisanos trataron de descubrir un tesoro escondido. José Gracián nada nos dice de la leyenda de las tres moricas encantadas.

Los Muñoz de Pamplona, los Heredia, los Funes y los Carrillo fueron los mayores terratenientes de Saviñán, junto a las Órdenes Militares del Santo Sepulcro y de San Juan de Jerusalén, y a la Comunidad de Calatayud. En 1819 Juan Pujadas regaba con las acequias algo más de 128 hanegadas, el conde de Argillo pagaba por 124 hanegadas y Ceferino Carrillo por 103 hanegadas. En 1825 el conde de Argillo era el primer contribuyente de Saviñán, que pagaba algo más de 1.316 reales de vellón. Ceferino Carrillo heredó los bienes de Saviñán de parte de su tía María del Rosario Carrillo, que había casado con Joaquín Mateo y Torrero, quien a su vez los había heredado de su tío Martín Liñán de Pamplona.

El cultivo predominante de Saviñán era el olivo, con el cereal, las viñas y las zumaqueras. En Jumanda se citaban siempre piezas de tierra blanca dedicadas al cereal. En la acequia Forcena los huertos eran familiares, pues sólo podían regarse cada ocho días. José Gracián también copiaba algún dato de las Ordenanzas de la acequia de Juan Forcén, de 1508. Según un antiguo "libro de compadronamiento" de 1452, la tierra que regaba la acequia de Juan Forcén en el término de Saviñán hasta el mojón de Morés, era de 436 hanegadas. En 1844 se apuntaba que Saviñán regaba con la Forcena 527 hanegadas. Podemos pensar que la Forcena regaba en los ejarbes, o huertas viejas, las 436 hanegadas que ya se citaban en el siglo XV y las 91 hanegadas restantes, hasta las 527, corresponderían a la ampliación del regadío en las Espartinas, que regaban con agua sobrante.

José Gracián también se detenía a hablar de la moralidad y de las costumbres del pueblo, recordando el asesinato del vicario de San Pedro, mosén Antón Villalba, y de su casera en 1602. De Vicente de la Fuente copiaba una carta del Maestro Vargas a los tahúres de Maluenda. También apuntaba un interesante memorial del vicario y de los jurados de Saviñán, que José Gracián fechaba entre 1670 y 1674. En él se decía que el pueblo llevaba más de una década padeciendo serios contratiempos en las cosechas y enfermedades en la población. En 1659 los hielos habían dañado los olivos. Por ello, de las 20.000 arrobas de aceite que se cogían anualmente, la producción se redujo a 5.000 arrobas, siendo la principal cosecha, pues el cultivo del cereal y de las viñas tenía mucha menos importancia. Al año siguiente unas fuertes avenidas del río rompieron azudes, arrasamientos y acequias, que costaron a los vecinos más de 15.000 escudos, perdiéndose las cosechas de dos años. También desaparecieron varias heredades de las riberas del río, que se llevó por delante los molinos harineros de la familia Heredia, que parecían ser obra de romanos, no dejando ni señal de ellos. Por ello el Concejo decidió levantar un molino a salvo de avenidas, que le costó 1.500 escudos, que tuvo que tomar al 9%.

En 1661 y durante cinco años sucesivos, las enfermedades diezmaron a la población, muriendo más de 300 personas. Entonces el pueblo con la Señoría sumaban 170 vecinos. Entre los médicos y cirujanos que se habían llamado, además del médico asalariado del lugar, se habían gastado más de 1.000 ducados. Por todo ello, las autoridades del pueblo pedían a la autoridad competente que los amparara ante los acreedores censalistas, en caso contrario se verían obligados a abandonar sus casas.

José Gracián daba cuenta también de los precios de varios comestibles, que debieron comprarse en 1751, durante una visita pastoral que duró dieciséis días. Completaba su trabajo con una lista de vecinos que tenían casa en el pueblo entre 1561 y 1600, con algunos datos estadísticos más, pacientemente recogidos de los libros parroquiales.


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