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Frutas ilustradas

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | El prior del Santo Sepulcro de Calatayud, Miguel Monterde, en su Ensayo de 1788, nos ofrece noticia de los diferentes árboles que se cultivaban entonces en el Corregimiento de Calatayud. Monterde destacaba entre todos a los melocotones de la vega de Campiel, pues aunque los de Embid y Paracuellos eran de calibre mayor, no les igualaban "en la suavidad del gusto", aunque unos y otros fueron preferidos en la corte, para la mesa de la reina Bárbara de Portugal. Entonces se llevaban a la corte todas las semanas, desde que comenzaban a sazonar. También elogiaba las manzanas camuesas de Jarque, las peras de donguindo de Ateca y los damasquinos de Embid. Monterde señalaba que la pera chata era propia de este pueblo y debería llamarse pera de Embid, cuyos vecinos eran "diestros y aplicados al plantío de árboles frutales e inteligentes en los injertos". Además, en Paracuellos de la Ribera se cultivaban camuesas e higos, en Saviñán toda clase de frutales, aunque destacaba los melocotones y las moreras. También serían recomendables las manzanas de Villarroya de la Sierra, de Moros y de Mesones, donde también se cultivaban cerezos y perales. Cerezas se recolectaban en Clarés, Torrijo, Villalengua, Castejón, Aluenda y Moros. En Castejón se cultivaban además melocotones, en Aluenda castaños y en Moros higueras y nogales. Las nueces se cogían también en las dos vegas de Nuévalos. De Ricla, Monterde citaba las higueras y del hoy despoblado Villanueva de Jalón los membrilleros, las higueras y los granados. En Huérmeda y La Vilueña se podían encontrar almendros silvestres. Tampoco desmerecerían las frutas de la fértil vega de Ibdes, ni mucho menos las de la ribera del Jiloca.

Pero el árbol que más abundaba en el Corregimiento era el olivo, que se cultivaba en Aniñón, que producía además bastante fruta, en Tobed, Santa Cruz, donde abundaba la variedad racimillo, Inogés, El Frasno, Saviñán, Morés, Purroy, Morata, donde se regaba con el río Grío un extenso olivar, Chodes, Arándiga y Nigüella, donde se cultivaban las variedades negral y manzanilla, además de cerezos. En Sestrica y Sediles los olivos se regaban con balsas. También se cultivaban en Brea y en Illueca.

Ignacio de Asso, en su monumental Historia de la Economía Política de Aragón, de 1798, elogiaba las peras bergamota del partido de Albarracín, que mejoraban en tamaño y delicadeza a las de Daroca. En el partido de Huesca abundaban las peras alimonadas y las amoscateladas o de mala cara. En el partido de Jaca se cultivaban las peras del deán o limonadas y las de piel de sapo, que eran variedades de la Doyenée francesa. Si se cogían en sazón, podrían aguantar hasta últimos de enero. Estas peras no eran comunes en Aragón, por lo que Asso recomendaba su cultivo por su larga conservación, pues la bergamota no llegaba a Navidad. Consideraba que debían plantarse algunas variedades de pera del Bearne, donde eran muy comunes, como la Colmar, la pera del deán y la de Buen Cristiano de invierno. De las variedades de manzanas se podían introducir la de Anís, las Reinetas común y de Inglaterra, l'Alpi, llamada en Bearne Pomme dieu, y la Susette de Olerón, que era tan pequeña como una nuez, aunque de grata acidez. En el partido de Daroca la pera más cultivada era la bergamota chata, que se conservaba bien hasta enero. Los perones se utilizaban para el mostillo o para cocer, pues era una variedad que se volvía "modorra antes de sazonar". La pera del deán era bastante rara, aunque Asso prefería la pera de invierno, que era parecida a la Virgouleuse francesa. La había probado de un huerto de Daroca, que había pertenecido a Juan de Bordonava, por eso lo hacía con conocimiento de causa. La mejor manzana para Asso era la camuesa e inferiores eran la comadre o Imperial, la Esperiega y la García. En Madrid se conocía la Pero pardo, aunque por los huertos de Daroca se echaba en falta.

El prior Monterde afirmaba que el clima de Calatayud era contrario a la propagación del olivar. Asso destacaba de su partido los melocotones y los albaricoques de Campiel, de donde se habían propagado a Embid y a otros lugares de la ribera del Jalón. Los albaricoques eran de carne blanca y de color "anteado con puntos roxos". Asso informaba que estas especies se injertaban de escudete en ciruelo silvestre o arañón, que tenía vida más larga que los injertos en almendro o bien los nacidos de hueso.

Como curiosidad, Monterde escribía en su Ensayo que en Munébrega se cultivaba pimentón, del que se hacía mucho comercio en verde. Asso por su parte decía que en el siglo último se cultivaba tabaco en Daroca. Antonio Arteta, en su Discurso instructivo de 1783, escribía que el ajo abundaba mucho en Huesca, del que se vendían grandes cantidades en la feria de Barbastro. Igualmente se cultivaba en la ribera del Jalón, desde Alagón a La Almunia, "que tiene su mayor despacho en la feria de Calatayud". Otras cantidades se llevaban a Zaragoza, Bilbao y San Sebastián.


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