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El poeta Manuel Gilmán

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Manuel Gilmán Martínez nació en Calatayud en 1860. Ya viudo, fue trasladado a Huesca como oficial cuarto de la Delegación oscense de Hacienda, seguramente desde la sucursal leonesa. El profesor Ara Torralba ha dado con la edición de un curioso poemario de Gilmán, salido de las prensas de Coronas y Compañía en 1907, titulado Renglones cortos. En la poesía que abre el libro, titulada "Idilio", Gilmán cita a las riberas del Jalón como su patria. Pero el autor no pudo ver impreso su libro, pues cuando estaba corrigiendo las pruebas de imprenta para la edición, falleció repentinamente el 3 de febrero de 1907. Al día siguiente El Diario de Huesca y el corresponsal del Heraldo de Aragón en Huesca, Julio Pellicer, ofrecían la noticia de la muerte de Gilmán. El libro de Gilmán, aunque la portada lleve motivos modernistas, el contenido hay que adscribirlo a un posromanticismo ya trasnochado y caduco. Gilmán dedicó su poemario a Manuel Camo Nogués (1841-1911), farmacéutico y político, fundador de El Diario de Huesca (1875-1936). Este diario fue órgano de difusión del posibilismo castellarino oscense, hasta que en 1898, por cambio de ideología de su dueño, pasó a ser portavoz de los intereses del Partido Liberal de Sagasta.

El ascenso político de Camo, uno de los más famosos caciques de la época, es narrado en la novela La ley del embudo, de Pascual Queral y Formigales, enemigo político de Camo. Queral comenzó su novela el 1 de septiembre de 1894, acabándola el 15 de abril de 1896.

Pascual Queral había nacido en 1848 en Bossót, en la provincia de Lérida, pero a causa de la temprana muerte de su padre, la familia se traslada a Barbastro, de donde era oriunda su madre. Allí estudia en el Seminario Conciliar. En 1882 pasa a Huesca, después de ganar plaza de escribano del Juzgado de Primera Instancia, ciudad que ya no abandonaría. En Huesca fundó y dirigió el periódico liberal La Brújula, que combatía en materia política a El Diario de Huesca y a Camo. Al poco de llegar a la capital oscense ingresó en la "Logia Lanuza, nº 161", fundada por Enrique Oltra Sáez a principios de 1882. Es conocido su duelo a pistola con Luis López Allué, por unas quintillas injuriosas contra la persona de Queral. López Allué (1861-1928) fue abogado, propietario, concejal desde 1889, efímero alcalde de Huesca en 1894, juez municipal de la ciudad, escritor, director de El Diario de Huesca desde 1912, y político y seguidor de Manuel Camo, el enemigo de Costa satirizado por Valle-Inclán en Luces de Bohemia.

Pero, perdida la batalla política con Camo, Queral se dedicará a airear las miserias locales y dar rienda suelta a sus rencores acumulados en su novela La ley del embudo. También será amigo y confidente de Costa. Y como tal acude al mitin de La Cámara Agrícola del Alto Aragón, celebrado en Barbastro el 7 de septiembre de 1892.

En la novela, Huesca será Infundia, Camo se esconde tras el nombre de Castoña o Gustito, que era un apodo real, pues de esta manera llamaban al cacique las modistillas y aguadoras de Huesca. Castelar se esconde tras las iniciales de D.M. y Queral y Costa tras el de Gonzalo Espartaco. El prólogo fue escrito en Madrid por Joaquín Costa y lleva fecha de 28 de julio de 1897.

La novela gozó de éxito y hasta Joaquín Gil Bergés, republicano posibilista como Camo, y otros próceres celebraron con regocijo las caricaturas de Queral. En una carta de Queral a Tomás Costa, hermano de Joaquín, de 1 de diciembre de 1897, se lee: "En Zaragoza la obra hace verdadero furor según me dicen, y cosa rara, el principal centro de propaganda y aplauso está en casa de Gil Berges que dice celebra con fruición y regocijo las guasas que contiene aquella, por más que obedeciendo al sistema parasitista el periódico de Gil Berges [La Derecha] no ha hecho artículo bibliográfico. Cuando vea ya a Don Joaquín seré yo quien me regocijaré; no ha de reír solo aquel viejo camastrón". Pero poco duró la alegría pues una gripe se llevó al escritor un 31 de diciembre de 1898, dejando viuda a Rosa Badía. Según vaticinó Queral en su novela, El Diario de Huesca no publicó su esquela de defunción.

El profesor Ara, a quien debemos la edición de La ley del embudo en la colección Larumbe, escribía en un artículo publicado en la revista Rolde en 1994: "Prácticamente nadie recuerda en la capital altoaragonesa al que fue autor de la novela, la única que retrató con acierto la Huesca de la Restauración, la novela, si bien se mira, más oscense de todas las escritas hasta la fecha".

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