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El capellán Antonio Gracián
y su sobrino Baltasar en Toledo
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Uno de los documentos encontrados en
la parroquia de San Pedro de Saviñán
FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Recientemente, en abril del año 2022, se han encontrado en la parroquia de San Pedro de Saviñán numerosos documentos, guardados en cuatro cajas, que se encontraban en un trastero sobre la antigua sala capitular. Seguramente se recogerían allí en los años ochenta del pasado siglo, con motivo de las obras llevadas a cabo en la casa parroquial. José Gracián Gasca ya había citado alguno de estos documentos, en sus Notas para la historia de Saviñán, de 1919.
Entre ellos se ha encontrado un protocolo notarial, fechado el 1 de abril de 1592, en el que tres testigos declaraban que Antonio Gracián, había cantado misa el pasado 13 de enero de 1592, en el monasterio de San Juan de la Penitencia de Toledo, siendo padrinos Ginés Serrano de Soto, canónigo de la iglesia de Toledo, y los racioneros Monterroso y Primo. Este monasterio había sido fundado por el cardenal Francisco Jiménez Cisneros, con la doble finalidad de servir de convento a las monjas de la orden Tercera de San Francisco y como colegio de doncellas. Los testigos fueron Juan Montero y Antonio Mendoza, capellanes de este monasterio, y Alonso de Cazorla, cantor de la iglesia de Toledo.
El 20 de febrero de este mismo año de 1592, Ginés de Soto nombraría a Antonio Gracián capellán de la capilla de San Pedro de los Reyes, de la catedral de Toledo, que estaba vacante por fallecimiento del maestro Rincón. El 22 de septiembre de 1589, Ginés de Soto había presentado al Cabildo de la catedral toledana las bulas y letras apostólicas de coadjutoría y regreso del papa Pío IV, fechadas el 5 de septiembre de 1560, por las que quedaba proveído en la canonjía que poseía Rodrigo de Mendoza, con título de coadjutor con futura sucesión. Tomaría posesión el 13 de noviembre.
El 27 de mayo de 1615, Mateo Romero Guillamoren, maestro de la capilla real y capellán de ella en Madrid, nombraba a Antonio Gracián, capellán de la capilla de San Pedro de la ciudad de Toledo, para que cobrara de Diego Rengifo Calderón, receptor general del Partido de Toledo, 32.380 maravedís que, por libranza del cardenal de Toledo, se libraran de su pensión de 1614.
Antonio Gracián era tío del escritor Baltasar Gracián y Morales (1601-1658). No se ha encontrado su partida de nacimiento en el primer libro de la parroquial de San Pedro de Saviñán (1546-1604), porque faltan algunas hojas, pasando del año 1553 a 1558. Antonio Gracián bien pudo bautizarse en alguno de estos años. Sus padres, Antonio Gracián e Isabel Garcés, aparecen como padrinos en el bautismo en Saviñán de Hernando de Oña Fortuño en 1552, por lo que ya debían estar casados. Las partidas de matrimonios y defunciones comienzan a registrase en este primer libro desde 1566.
Tampoco se ha encontrado su partida de confirmación. Su hermano, el licenciado en Medicina Francisco Gracián Garcés (1564-1620), sería padre del jesuita y escritor Baltasar Gracián.
En el Discurso XXV, de Agudeza y Arte de Ingenio, Baltasar Gracián confesaba que había marchado para estudiar al lado del "licenciado Antonio Gracián, mi tío, con quien yo me crié en Toledo". En este libro trasladaba una opinión de su tío, quien aseguraba "que los aragoneses no nace de vicio el ser arrimado a su dictamen, sino que como siempre hacen de parte de la razón, siempre les está haciendo gran fuerza".
Baltasar Gracián debió residir en Toledo con su tío, hasta su ingreso en el colegio de la Compañía de Jesús de Tarragona, el 30 de mayo de 1619. Antes de ingresar en este colegio, ya había terminado sus estudios de letras humanas y había cursado un año de Filosofía. Se cree que asistió a una de las escuelas que los jesuitas tenían abiertas en Calatayud o en Toledo, donde debió decidir su entrada en la orden.
En sus libros, Baltasar Gracián admiraba la casa de Buenavista, del cardenal Sandoval y Rojas, en la vega del Tajo, el artificio de Juanelo Turriano, para abastecer de agua a la ciudad y los dos coros de la catedral. También elogiaba a Góngora y a Paravinicio, que con el Greco, a quien no cita Gracián, coincidieron en Toledo en 1611, en la tertulia del conde de Saldaña. Y asimismo recordará un sermón del padre Pedro Sanz, oído "entre aquellos dos majestuosos coros de la santa iglesia de Toledo, que es decir en su centro, pues lo es de la sabiduría eclesiástica, de la discreción seglar y de la gravedad religiosa".
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