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Nuestra Señora de Tobed

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | La ermita de la Virgen de Tobed se comenzó a construir el 1 de abril de 1356, siendo Prior del Santo Sepulcro Frey Domingo Martínez de Algaraví. En 1385, siendo Prior Frey Juan Pérez de Torres, se dispuso en un Capítulo General que todas las rentas y donaciones se pusieran en depósito para perfeccionar la fábrica. Martínez del Villar asegura que la iglesia se consagró en 1066, según un breviario antiguo que él pudo ver en el siglo XVI. En su libro Aragón Reino de Cristo, el carmelita Roque Alberto Faci asegura que el sitio de la iglesia, antes de la venida de los árabes, estaba ocupado por un hospital y en él asistía a los pobres una mujer llamada Justa, a la que un buen día se le apareció la Virgen, quien le mandó diese la noticia a los vecinos, pidiendo además que le edificasen un templo en su nombre. Ante la incredulidad de las gentes, la Virgen se le volvió a aparecer, ordenando a Justa que cogiese un cántaro, como señal, que nadie podría quitarle de las manos, como así ocurrió. Tras varias intentonas en balde, el cántaro desapareció de las manos de Justa y en el hospital encontraron una imagen de la Virgen, donde edificaron un templo.

Se conserva el testimonio notarial del notario Miguel Villanueva de Calatayud, que cuenta como en el año 1526, después del forzoso bautismo de los musulmanes, la imagen negra de alabastro de la Virgen de Tobed y los dos ángeles estuvieron sudando 36 horas. Tanto el sudor de los ángeles, que era más acuoso, como el de la Virgen, que se iba convirtiendo en pequeñas perlas brillantes, se conservó en un ánfora que fue enviada a Felipe II. Hoy todavía se pueden ver algunos trozos del vidrio de la redoma, conservados en una bolsa que se guarda a su vez en un cofre relicario de plata, regalo del conde de Sástago. Este sudor se enjugó totalmente después de la expulsión de los moriscos, decretada por Felipe III en 1610.

En esta iglesia se guarda también una tabla de la Virgen, regalo del rey Martín I el Humano en 1400, siendo comendador Frey Blas Sánchez del Mayoral. Según la tradición, este cuadro fue pintado por San Lucas Evangelista, cuando todavía vivía la Virgen, aunque en realidad de trata de un icono bizantino, pintado en tabla, tal vez del siglo VIII, que se conserva en un tabernáculo de plata de 1519, en cuya base viene representada una orgía de sátiros. Han desaparecido los cabellos de la Virgen, que eran expuestos los días de tormenta, pero aún se puede distinguir en la tabla pintada el roce del relicario que los portaba.

En la Relación que hizo de su viaje por España la señora condesa d'Aulnoy en 1679, que conozco por su primera versión castellana de 1891, debida al librero-editor Juan Jiménez, se recoge una anécdota de palacio en la que se atribuye la muerte de Felipe III a una cuestión de protocolo. Cierto día despachaba el rey su correspondencia cerca de un brasero, que poco a poco le fue ocasionando visibles síntomas de congestión. El marqués de Tobar se dio cuenta y avisó al duque de Alba, pero éste se excusó porque aquello no entraba dentro de sus funciones, sino en las del duque de Uceda, que estaba fuera de Madrid. "Y cuando éste -apresuradísimo- llegó, el rey se hallaba casi extenuado a fuerza de sudar; aquella misma noche tuvo fiebre alta, presentóse una erisipela, degeneró la inflamación, agravándose, y al cabo le hizo morir".

El padre Aznar Cardona publicó su "Expulsión justificada de los moriscos españoles..." en Huesca en 1612. En el capítulo titulado "De la condición, trato, traje, comida, oficio, vicio y pestilencia de los moriscos", el buen padre escribía: "En este particular eran una gente vilísima, descuidada, enemiga de las letras y las ciencias ilustres, compañeras de la virtud y por consiguiente ajena de todo trato urbano, cortés y político. Criaban sus hijos cerriles como bestias, sin enseñanza racional y doctrina de salud.

Eran torpes en sus razones, bestiales en su discurso, bárbaros en su lenguaje, ridículos en su traje...".

Se cuenta que el 9 de enero de 1571, la campana del santuario de Nuestra Señora de la Sierra tocó por dos veces, vaticinando la victoria de don Juan de Austria sobre los turcos. El fantasma de San Pedro Arbués se apareció a mosén Blasco Gálvez, vicario de Aguilón, con el encargo de decir a Alonso de Aragón que escribiera a su padre Fernando el Católico, comunicándole que prosiguiera con la conquista de Granada y que fomentase el Santo Oficio. Lo cuenta don Vicencio Blasco de Lanuza en su libro de 1624, en el que relata la vida y milagros del inquisidor asesinado en La Seo.

Don Alonso de Aragón, hijo ilegítimo de Fernando el Católico con una noble catalana, fue arzobispo de Zaragoza y virrey de Aragón. Fue padre de siete hijos con Ana Gurrea y Gurrea, uno de los cuales, Hernando de Aragón, fue asimismo arzobispo de Zaragoza y virrey de Aragón, a quien debemos la Cartuja de Aula Dei, donde invirtió doscientos mil escudos.

Don Alonso de Aragón recibió el 7 de noviembre de 1501 el orden del presbiteriado y al día siguiente fue consagrado arzobispo, celebrando en su vida sólo una misa, precisamente la que ofició el día de su consagración. Por el contrario, en el terreno político fue "sin duda la personalidad más destacada del Reino". Dios los cría...

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