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Viveros Manuel Sanjuan en
la Exposición Aragonesa de 1885

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Zaragoza celebrará dos Exposiciones regionales en 1868 y en 1885. Y las dos sufrieron contratiempos. La de 1868 se cerró a los pocos días de su apertura, debido a la Revolución de Septiembre o La Gloriosa, que acabó con el reinado de Isabel II. La de 1885 hubo de retrasar su apertura, debido a la importante epidemia de cólera que afectó con gran mortalidad a la provincia de Zaragoza, donde se contabilizaron más de trece mil muertos.

Zaragoza había declarado el estado oficial de epidemia el 21 de julio de 1885. El 17 de septiembre se organizó un Te Deum en el Pilar y el 24, dada la proximidad de las fiestas del Pilar, se declaró extinguida la epidemia.

Faustino Sancho y Gil, por aquellas fechas vicepresidente de la Comisión Provincial de Beneficencia, pidió a todos los ayuntamientos de la provincia una relación de personas que, según su parecer, fueran merecedoras del diploma creado por la Diputación Provincial, con el que agradecer su comportamiento durante la epidemia. En el nº de La Derecha del 3 de noviembre aparecía citado Joaquín Alvira, farmacéutico de Saviñán, como merecedor de uno de estos diplomas.

Por aquella época Zaragoza era el centro de una economía regional dedicada casi exclusivamente a la agricultura y a la ganadería. En la Guía de Zaragoza de 1860 ya se anotaba "el gran movimiento que se ha dejado sentir en las industrias de la capital (…), un respetable número de establecimientos de diferentes clases y a varios y útiles usos destinados". Las más abundantes eran las harineras, mientras que las fundiciones nacerán al amparo de estas industrias alimentarias y con la llegada del ferrocarril. El primer tren llegará a Zaragoza de Barcelona, vía Lérida, el 1 de agosto de 1861, y el de la línea Madrid-Zaragoza- Alicante entrará en funcionamiento en 1864. En julio de este mismo año de 1864 llegará a Casetas la primera locomotora procedente de Pamplona, por lo que Zaragoza ya estaba bien comunicada con las principales ciudades del país.

La idea de la Exposición Aragonesa de 1868 se inició en una sesión ordinaria de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, celebrada el 27 de septiembre de 1867, entonces dirigida por Alberto Urriés y Bucarelli, marqués de Ayerbe. Una comisión nombrada al efecto presentó las bases para la exposición el 21 de noviembre y dos días más tarde se presentaron a la Diputación Provincial y al Ayuntamiento, que las aceptaron. Estas dos instituciones nombraron a sus representantes para que formaran parte de la Junta Directiva, que quedó constituida el 3 de febrero de 1868.

En un primer momento se pensó emplazar la Exposición en el Campo del Sepulcro, el Gobernador propuso para local el convento de San Agustín, con la torre y los campos contiguos, propiedad de Juan Bruil, pero al final se creyó más conveniente emplazarla en el paseo de invierno o de Independencia, recién ensanchado.

El arquitecto Mariano Utrilla fue el encargado de proyectar el edificio de la Exposición en la Glorieta de Pignatelli, hoy Plaza de Aragón. Este pabellón principal, levantado en el solar que hoy ocupa la antigua Capitanía General, se proyectó a la altura de la estatua de Pignatelli, con el fin de colocar la idea bajo la protección de su memoria. El 20 de julio comenzaron las obras del edificio. Mariano Utrilla escribía en su Memoria que aparte "de los incalculables beneficios que se derivan de la Exposición, objeto esencial del desembolso, y de haber sostenido durante un periodo de más de tres meses trescientos operarios, que difícilmente hubieran hallado otra ocupación en aquella época, se han construido por su medio un grupo de edificios utilizables en su mayor parte para diferentes usos".

La Exposición de 1868, la primera exposición comercial celebrada en España "de los productos de la agricultura, de la industria y de las artes", fue inaugurada el 15 de septiembre, con asistencia del ministro de Hacienda, marqués de Orovio, en representación de la reina. Tres días después tendría lugar en Cádiz la Revolución de Septiembre o La Gloriosa, que provocaría el derrocamiento de Isabel II. La Exposición se cerró el 1 de octubre, pero fue abierta el día 11 por la Junta Provincial de Gobierno, que tomaron el poder con un programa democrático en el que se reclamaba el sufragio universal, la libertad de cultos, de imprenta, de enseñanza, de reunión y de asociación. La Exposición se clausuró a primeros de noviembre, quedando abierto el recinto, a partir de entonces, sólo los jueves y domingos, para que el jurado pudiese realizar el concurso de premios y los expositores pudieran vender sus productos. La entrega de premios tuvo lugar el 27 de septiembre de 1871, aprovechando la visita a Zaragoza del nuevo rey Amadeo I. El acto tuvo lugar en la Universidad Literaria y el entonces rector, Jerónimo Borao, leyó un discurso alabando la libertad, la monarquía amadeísta y el progreso de los pueblos.

Edmundo de Amicis, que trabajaba para el periódico La Nazione de Florencia, recibió el encargo de hacer un viaje por un país que interesaba a Italia, pues su rey era un italiano. Amicis relatará el recibimiento triunfal que Zaragoza le ofreció a Amadeo I el 26 de septiembre de 1871, en la estación del ferrocarril. Amicis cuenta que subió a la Torre Nueva, donde un viejo guardián le condujo hasta lo más alto. Desde allí contempló toda Zaragoza y antes de bajar dijo al guardián: "Decid a los extranjeros que en adelante vengan a visitar esta torre, que un día, un joven italiano, pocas horas antes de salir para Castilla, saludando por última vez desde este balcón a la capital de Aragón, se ha descubierto la cabeza, así, y no pudiendo besar en la frente, uno a uno, a todos los descendientes de los héroes de 1809, ha dado un beso al guardián de la torre". Y Amicis confesaba. "Y le di el beso, y me lo devolvió; y me marché contento, y él también, y que se ría quien quiera…".

En esta Exposición de 1868 obtuvo una mención honorífica el cáñamo que había presentado Federico Crespo Lozano, que pocos años más tarde sería notario de Saviñán.

A instancia del comercio y de los industriales, la Junta Revolucionaria decretó su reapertura en 1869, como continuación de la anterior. Más de la mitad de los productos expuestos eran agrícolas, con abundancia de productos vitivinícolas y de harineras.

Mariano Utrilla escribía en su Memoria: "Las exposiciones no son en nuestra época tan sólo vastos mercados de los productos del trabajo con el exclusivo objeto de la contratación comercial. Tienen además otro más elevado; el de servir de palenque a las luchas pacíficas del entendimiento, promover una provechosa competencia y facilitar el curso de las ideas y de los adelantos en todos los ramos del saber. Síntesis del progreso, fórmula que resuelve el gran problema de la asociación humana; tal es el verdadero punto de vista bajo el que deben juzgarse estos certámenes, agentes poderosísimos de la civilización de los pueblos".

En el Catálogo de la Exposición de 1868 se decía: "las exposiciones tienen, en concepto de los que iniciaron la de Zaragoza, un doble fin. Es el primero extender la esfera de actividad del mercado patentizando ignoradas fuentes de producción. El segundo atraer hacia el recinto en que las exposiciones se celebran ejemplos de provechosa enseñanza a la actividad e inteligencia del productor".

En las notas crítico-descriptivas de La Exposición Aragonesa de 1885-1886, se podía leer: "Una de estas palancas que el progreso procura, mezclándolo con la utilidad inmediata, son las exposiciones.

Enseñan utilizando, aleccionan enriqueciendo".

En octubre de 1879 la Sociedad Económica Aragonesa había lanzado la idea de una nueva edición de la Exposición. El 23 de enero de 1880 se constituyó una Junta Directiva, presidida por Desiderio de la Escosura, que también lo era de la Económica. Estaba compuesta por miembros de la Económica y por representantes del Ayuntamiento de Zaragoza, Diputación Provincial y Junta Provincial de Agricultura, Industria y Comercio, junto con algunos diputados y senadores de las tres provincias aragonesas. Se pensó construir el edificio para esta Exposición en el campo del Sepulcro, que pertenecía al Ministerio de la Guerra, pero al director de la sucursal del Banco de España, Juan Navarro de Ituren, se le ocurrió la idea de inaugurar el nuevo matadero con un acontecimiento digno, la Exposición Aragonesa.

El Ayuntamiento de Zaragoza había encargado el proyecto del nuevo matadero al arquitecto municipal interino Ricardo Magdalena, aprobándose su proyecto en 1877. Las obras de cimentación, explanación y red de alcantarillado dieron comienzo en diciembre de 1878, finalizando en septiembre de 1880. Las obras del edificio comenzaron en noviembre de 1880 y finalizaron en mayo de 1885.

El nuevo matadero se edificó a las afueras de la ciudad, en la carretera de Castellón, hoy calle de Miguel Servet.

La inauguración, fijada para el 1 de septiembre, tuvo lugar el 20 de octubre. Estuvo presidida por el arzobispo de Zaragoza, Francisco de Paula Benavides, que dirigió a los presentes unas frases. Desiderio de la Escosura leyó un discurso y el gobernador interino de la provincia de Zaragoza, Emilio Sigüenza, declaró en nombre del rey Alfonso XII abierta la Exposición. En septiembre de 1886 se reabrió con éxito. Se inscribieron mil trescientos expositores, entre nacionales y extranjeros, que se repartieron en seis secciones. Simultáneamente se inauguró la primera línea de tranvías de tracción animal, que cubría el recorrido de la plaza de la Constitución hasta la estación del ferrocarril del Bajo Aragón, pasando por delante del recinto de la Exposición.

Según los entendidos, en esta Exposición no hubo grandes novedades mecánicas y la agricultura defraudó. Castro y Motos escribían en sus Notas: "En Aragón país que se consagra casi exclusivamente al cultivo del suelo, y de las privilegiadas condiciones de feracidad de nuestros campos, el esmero en la producción y lo cuidadoso de la faena al recolectar, hacen muy preferidos y alabados los frutos de la tierra aragonesa, y han dado fama de aprovechados a nuestros labradores.

Tal antecedente daba esperanza de una brillante representación de esta tarea característica de la tierra, pero la esperanza se ha visto casi defraudada.

Lástima ha sido porque la agricultura es producción siempre susceptible de mejora, sin aplicar grandes invenciones en los procedimientos, y en pocas secciones como en esta hubiérase dado más provechosa lucha por alcanzar adelantos, obteniéndose utilísimas enseñanzas". Estos autores constataban que la agricultura no estaba pasando por un buen momento. "La agricultura en general vive, si eso es vida, de modo tan pobre y tan lánguido que atemoriza pensar en el porvenir cuando así es el presente".

En esta Exposición Aragonesa de 1885, Manuel Sanjuán, de Saviñán, logró menciones honoríficas por sus árboles frutales presentados. Manuel Sanjuán Lafuente (1849-1932), fundador en 1870 de los viveros que llevaban su nombre, casó en 1872 con Isabel Mené Lacruz. De este matrimonio nació en 1881 Pascual Sanjuán Mené, que heredaría el negocio paterno.

La actividad de los viveros se inició a escala comercial en el establecimiento fundado por Juan-Faustino Bruil y Olliarburu hacia 1844. Bruil, que descendía de una familia originaria del Bearn, comenzó sus actividades mercantiles en una tienda que regentaban sus padres en la calle zaragozana de Espoz y Mina. En 1845 tomó parte en la creación de la primera sociedad anónima dedicada en Aragón a operaciones de crédito, llamada la Caja de Descuentos de Zaragoza, en la que ocupará el cargo de director, hasta su conversión en Banco de Zaragoza hacia 1856. En 1855 sustituirá a Pascual Madoz como ministro de Hacienda, aunque también será diputado y senador. Bruil tenía en Zaragoza una lujosa torre, junto al río Huerva, hoy convertida en parque Bruil, donde tenía montados invernaderos y viveros para la multiplicación de árboles frutales, forestales y de adorno, además de plantas de flores y semillas importadas de Francia, que atendieron en un principio jardineros franceses. Anteriormente este terreno había pertenecido a un convento que fue vendido durante la desamortización. Un cronista local escribía que la casa estaba "rodeada de espesas alamedas, laberintos formados por los árboles, montaña rusa, estanques, jardines con caprichosa variedad de flores y extensos invernaderos", cuidados por jardineros franceses, que se ocupaban también de abundantes animales, que iban desde faisanes hasta ciervos y peces, que llenaban los acuarios. Los ciudadanos podían visitar la torre de Bruil los días festivos. En otra finca situada en El Burgo de Ebro, Bruil introdujo modernas técnicas agrícolas.

Juan-Faustino Bruil regaló a Zaragoza la Puerta de la Victoria que, en honor del general Espartero, se levantó en la plaza de san Miguel. Esta puerta desapareció en 1919.

Viveros Montserrat, establecimiento de Agricultura y Horticultura, situado en la Torre de Montserrat, en el Rabal de Zaragoza, decía ser la casa más antigua de Aragón, por haber sido fundada en 1847. Viveros Gimeno de Saviñán también se anunciaba en sus catálogos como la casa más antigua de Aragón, aunque desconocemos el año de su fundación. Manuel Sanjuán Lafuente, antes de fundar su casa de viveros en 1870, trabajó para la familia Gimeno. Epifanio Gimeno Durán había nacido en Embid de la Ribera hacia 1855, muriendo en Saviñán de tifus en 1895. Era hijo de Sebastián Gimeno, de Embid, y de María Durán, de Paracuellos de Jiloca. Epifanio casó en San Miguel de la Señoría en 1879 con Dominica Lafuente Villalba. Su hijo Manuel Gimeno Lafuente (1882-1940), casó en 1910 con Teotiste Sanjuán Mené, hija de Manuel y de Isabel. En 1911 la familia Gimeno-Sanjuan vivía en la calle de San Ramón y en 1917 en la plaza.

Sin embargo este año de 1885 fue muy duro para Manuel Sanjuán, pues su mujer, Isabel Mené, morirá a causa del cólera el 17 de julio de 1885. Tenía treinta y un años. También morirán dos tías de Manuel Sanjuán a causa del cólera: Tadea Sanjuán Júdez, el 26 de julio, siendo ya viuda de Cruz Terrer, de Viver, y Manuela Pablo Val, de Miedes, el 29 de julio, que estaba casada con Antonio Sanjuán Júdez. Tadea y Antonio eran hermanos de Pascual Sanjuán Júdez (1823-1901), que había casado en la Señoría y en 1847 con María Lafuente Grima (1819-1906), siendo padres del viverista Manuel Sanjuán Lafuente.

El 4 de enero de 1886 el viudo Manuel Sanjuán Lafuente casará en segundas nupcias con la joven de diecisiete años Joaquina Lacruz Sánchez, que morirá en la finca de Carcenique en 1917, a causa de una embolia cerebral. El matrimonio tiene al menos ocho hijos, entre ellos Manuel (1893-1990) y Aquilino (1896-1977), que casó en 1939 con Carmen Torcal Navarro.

En 1885 la familia Sanjuán vivía en la calle de San Ramón. En el nº 12 vivía Manuel Sanjuán Lafuente e Isabel Mené Lacruz, y en el nº 13 sus padres Pascual Sanjuán Júdez y María Lafuente Grima. Ocupaban la casa del fondo de la calle del Charco, que era propiedad del conde de Argillo.

BIBLIOGRAFÍA

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Guía de Zaragoza, o sea breve noticia de las antigüedades, establecimientos públicos, oficinas, edificios que contiene…, Zaragoza, 1860.
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Juan-Jaime LÓPEZ GONZÁLEZ: "Las Exposiciones Regionales Aragonesas", Aragón en su historia, Zaragoza, 1980.
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Mariano UTRILA: Memoria descriptiva del palacio construido para la Exposición Aragonesa de 1868, Zaragoza, 1869.

De Gentes de mi tierra, 2009

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