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Las faltas de los capitanes

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Esta curiosa anécdota ocurrida en Saviñán, se publicó en el desaparecido boletín local Cauce y Caudal (1974-1978), en el número correspondiente a septiembre-octubre de 1975, debida a la pluma de Carlos Gasca Ibarra (1904-1988), colaborador del mismo. Este hecho real había ocurrido durante las fiestas patronales de Saviñán de 1900, precisamente durante la procesión del día de San Roque, siendo publicado además en "El cuento mensual", que editaban las señoritas García-Estrada, nietas del dramaturgo Antonio García Gutiérrez (1813-1884), autor de El trovador, drama estrenado en Madrid en 1836, y que por cinco pesetas al año entregaban doce cuentos. Una de ellas, Francisca García estrada fue premiada en los Juegos Florales de Zaragoza, celebrados en 1895, junto con Vitoria, Moneva, Giménez Soler, Baselga, Lorente, Alconchel, Ondiviela, Canellas e Hilarión Gimeno. Las hermanas García Estrada tienen calle dedicada en Morés, precisamente la calle que desde la plaza del viejo Ayuntamiento nos lleva hasta la carretera de Purroy. Las hermanas García Estrada frecuentaban Morés durante los meses de verano y dos de ellas están enterradas en su cementerio municipal. En Morés son más conocidas como "Las Huizas", por creer que descienden del escritor, poeta y periodista de la primera mitad del siglo XIX, José María Huici, de filiación romántica. Hace unos años se intentó dar el nombre de "Las Huizas" al teleclub de Morés, pero la propuesta no fue aprobada.

Los datos biográficos de Huici son difíciles de reconstruir. Cejador sostiene que nació en Utiel, aunque en la primera mitad del siglo XIX era ya vecino de Zaragoza, siendo guardia de Corps y empleado y administrador de Loterías. Se sabe que se vio envuelto en un desfalco de Loterías, con multas a un criado suyo, y tuvo serios problemas económicos. Huici se relacionaba con los barones de la Torre y con Braulio Foz y poseía también propiedades en Borja. Su primer drama lo estrenó en 1837, con el título de Pagar sus deudas sin un ochavo. Fue autor de una zarzuela, El castillo maldito, que con música de Antonio Rovira, se estrenó en el Teatro Circo de Madrid el 1 de febrero de 1861 y editada igualmente en Madrid. De ideología liberal y progresista, dirigió El Eco de Aragón en 1866 y colaboró en El Diario de Zaragoza, La Aurora, La Juventud, El Pensil, La Revista, entre 1840 y 1860, y en El Saldubense. Asimismo fue fundador del Liceo Artístico Literario de Zaragoza. El redactor más conocido de La Aurora (1840-1841) será Jerónimo Borao y Clemente (1821-1878), catedrático de Literatura en la Universidad de Zaragoza desde 1847, fervoroso esparterista y rector de su Universidad, a cuya historia dedicó una memoria de 1869.

Aragón será tema recurrente entre los románticos, desde El trovador de García Gutiérrez, Los Amantes de Teruel de Hartzenbusch, Hernani de Víctor Hugo y el Lanuza del duque de Rivas. Ambientes zaragozanos encontramos en Bretón de los Herreros, en Bécquer y en los condenados de Galdós. Víctor Balaguer, Juan Federico Muntadas, Campoamor, Valera y Núñez de Arce cantarían las bellezas del Monasterio de Piedra.

En El trovador se narra en verso y en prosa la rivalidad entre el trovador Manrique de Lara y el conde de Luna, enamorados ambos de una dama de la reina llamada Leonor. Al final, el conde de Luna condena a muerte a Manrique, Leonor se suicida y una gitana explica al conde que Manrique era su hermano. Inspirada en ella es la ópera de Verdi Il trovadore, estrenada en Roma en 1853.

Esta leyenda, que inspiró el drama y la ópera, se sitúa en la llamada torre del trovador de la Aljafería, pues en ella, supuestamente, estuvo prisionero el trovador Manrique de Lara. Francisco Iñiguez cree que la parte baja de la torre es de la segunda mitad del siglo IX, o sea, anterior al palacio hudí de Ahmad al-Muqtadir.

Pues bien, el suceso ocurrido en Saviñán durante la procesión de San Roque y recogido en El cuento mensual es como sigue: El día de San Roque es costumbre en Saviñán, que después de oír misa en la ermita del santo, la procesión recorra todas las calles del pueblo, al son de la música. Al lado de la peana adornada con cuatro rollos, dalias, albahaca, uvas y peras, iban tres cofrades apodados El Capitán, El Tuerto y El Pobre. Al pasar la procesión por la Señoría y cruzar por delante de la casa del Serrador, las ramas de un gran nogal que sobresalían por encima de la tapia, corrían peligro de pegar en lo alto de la peana. A esto El Capitán advirtió a los mozos que llevaban la peana con San Roque: "Ojo, chicos, que vais a pegar con las ramas en el árbol". A lo que El Tuerto, dándose cuenta de la confusión dijo: "Capitán, esa se te ha escapao". Y a ésta, Antonio El Pobre replicó: "Pues oye tú, para ser tuerto, pronto lo has visto". A lo que El Tuerto sentenció: "¿No ves que las faltas de los capitanes son más notaas?".


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