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El maestro de Paniza

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Santiago Hernández Ruiz escribió un libro titulado: Un año de mi vida, que llevaba un elocuente subtítulo: Un niño ante la Escuela y ante la vida. Como bien se puede adivinar, se trataba de un libro de lectura para niños de 10 a 12 años, que vio la luz en los talleres de la Librería La Educación de Zaragoza, y que ha sido reimpreso en facsímil en 1998, a cargo de la Diputación de Zaragoza y el Ayuntamiento de Paniza. Los personajes y sucesos de este libro son reales y pertenecen al entorno que don Santiago encontró en Paniza siendo maestro.

Santiago Hernández había nacido en Atea el 1 de mayo de 1901 y Eloy Fernández Clemente, autor de su extensa biografía para la Enciclopedia Aragonesa, lo considera el más importante pedagogo aragonés tras la muerte de Joaquín Costa. Don Santiago realiza en su pueblo sus estudios primarios, que continuará con un hermano maestro en Sena de Sijena y Villamayor del Gállego. Por falta de recursos estudia magisterio por libre, trabajando a la vez en la librería Gómez Pastor, situada en el Coso. En 1919 y en el colegio de San Felipe, toma el grado superior de primera enseñanza. En 1920 es auxiliar técnico en la editorial Ruiz Hermanos de Madrid y desde 1921 a 1924 ejerce de maestro de párvulos en el colegio Santo Ángel de la Guarda de Madrid. En 1925 gana unas oposiciones y pasa a ser maestro en Paniza por espacio de cinco años. En 1931 marcha al grupo escolar "Pilar de Zaragoza" de Madrid, por oposición, en 1933 gana la plaza de director del Grupo "Tirso de Molina" de Madrid y en 1935 pasa a ser inspector de primera enseñanza en Teruel, donde también dirige una academia para el ingreso en el Magisterio. En Teruel es presentando por un amigo ocasional a Ildefonso-Manuel Gil, natural de Paniza. Al saberlo, don Santiago le confiesa: "El quinquenio que viví en ese pueblo fue el mejor de mi vida. ¿Sabes que fundé allí un periódico? Algún día te enseñaré ésas y otras cosas que escribí en tu pueblo". Pero la guerra estaba cerca y tras ella Santiago Hernández se exilia en Méjico, donde llevará a cabo una labor gigantesca en numerosas publicaciones, viajes, clases y conferencias, y donde morirá el 8 de abril de 1988.

Santiago Hernández e Ildefonso-Manuel Gil volverán a verse y a abrazarse en la plaza de Paniza el 6 de septiembre de 1984, al pie del reloj, en el carasol que ocupan los viejos, tras los enormes muros de la iglesia parroquial. En aquella ocasión se daba un homenaje a María Moliner, destacada lexicóloga, de la que precisamente este año se cumple el centenario de su nacimiento, al doctor Julio Palacios Martínez, físico de categoría universal, y al poeta Ildefonso-Manuel Gil que, como nacidos en Paniza, fueron nombrados hijos predilectos. Santiago Hernández Ruiz fue nombrado en aquella ocasión hijo adoptivo. Todos tienen calle en Paniza, aunque la de María Moliner sea una glorieta ajardinada. Las escuelas del pueblo llevan el nombre de Santiago Hernández, el maestro de Paniza.

En el prólogo al libro 'Un año de mi vida', el autor escribía: "Mi propósito ha sido éste: Hacer un libro escolar que salga más de la Escuela misma que del cerebro del Maestro; que esté saturado de vida infantil y de ambiente infantil, sin ser un manojo de insípidas puerilidades. Ofrecer, a la infancia, niños. Pero no niños artificiales, sino niños naturales viviendo en un mundo natural". Y en verdad que lo consigue. Hablando de aquella vieja escuela de Paniza que hoy lleva su nombre, don Santiago escribía: "Esta es una Escuela de niños.
En España, la mayoría de las Escuelas son pequeñas y malas.
La nuestra no. La nuestra es grande y buena; bella y luminosa.
Consta de dos rectángulos: uno, el más largo, da a la calle Mayor. El otro da al patio de la casa.
Es alta de techo y las paredes son del todo blancas. No tiene carteles, ni cuadros ni otros colgajos. Sólo hay seis pizarras y otros seis mapas. Pero éstos están colgados juntos y cada uno se saca cuando se utiliza.
Antes las paredes estaban llenas de colgaduras. Pero vino don Julio y las mandó quitar".


Don Julio era, por supuesto, don Santiago Hernández Ruiz.

Una edición de sus interesantes Memorias, con el título de Una vida española del siglo XX, al cuidado de Víctor Manuel Juan Borroy, fue publicada en 1997 por el Instituto de Ciencias de la Educación.

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