Cabecera de la revista de los Exploradores de Calatayud
FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | La causa que motivó la fundación de los Exploradores de Calatayud, fue la visita que llevaron a cabo los Exploradores de Zaragoza en julio de 1914, dejando gratamente impresionados los bilbilitanos, especialmente a Juan Blas y Ubide y a otras personas de buena voluntad, que promovieron aquella institución en la ciudad. A todos ellos se unieron los diarios locales, El Regional y La Justicia, con una campaña de difusión. Paralelamente se abriría una suscripción popular, en busca de socios protectores que financiaran el proyecto.
En la sesión del Ayuntamiento de Calatayud celebrada el 17 de junio de 1914, el concejal Francisco Pérez informó que, según noticias, cincuenta Exploradores de Zaragoza iban a visitar Calatayud el día 30 de junio. Por ello sometía a la consideración del ayuntamiento recibirles y agasajarles dignamente. La corporación acordó que una comisión saliera a recibirlos con música y el Batallón Infantil, obsequiándoles en la casa consistorial.
El 1 de julio de 1914, desde las páginas de Heraldo de Aragón, se pedía a los alcaldes de La Muela, La Almunia, El Frasno y Calatayud, que prestaran auxilio a los Exploradores de Zaragoza, que iban a comenzar una excursión a pie desde la capital hasta la ciudad bilbilitana.
El 3 de julio se recibió en la alcaldía de El Frasno un oficio del gobernador civil, anunciando la salida de Zaragoza de los exploradores. El alcalde, Santiago del Río, con el comandante de la Guardia Civil, Fermín Guzmán, convocó al ayuntamiento, al párroco y a los mayores contribuyentes, para informarles del aviso y acordar el recibimiento. Pero en aquellas fechas los vecinos estaban dedicados a la siega y la respuesta fue escasa. El coadjutor de la parroquia, Virgilio Modrego, compuso un himno patriótico y, con la venia del párroco, lo ensayó con los niños de la escuela. A las ocho de la mañana del día 4, se recibió la noticia de la próxima llegada de los exploradores, acudiendo las autoridades, los niños de las escuelas, el secretario y varios contribuyentes. Al poco rato y custodiados por la pareja de la Guardia Civil, aparecieron los expedicionarios a lo largo de la carretera.
Aquel día los exploradores habían salido de La Almunia a las seis de la mañana. Al divisarlos, un grupo de cien voces infantiles comenzaron a cantar el himno que había escrito en su honor mosén Virgilio Modrego. Los exploradores entraron en el pueblo cantando su himno y las campanas se echaron al vuelo. A su llegada, los hombres se descubrieron por respeto, mientras las mujeres aplaudían a los jóvenes expedicionarios. En el ayuntamiento se les obsequió con un extraordinario refresco, siendo hospedados en varias casas de los vecinos del lugar.
En aquella ocasión, los Exploradores de Zaragoza llevaron a cabo una excursión al santuario de Pietas, donde practicaron con el heliógrafo. Sobre las siete y veinte de la tarde, fueron agasajados con un banquete en casa de Marcelino Gimeno, costeado por varios vecinos. En el acto tomaron la palabra el coadjutor, mosén Virgilio Modrego, el alcalde, el instructor y el párroco. Modrego ensalzó los fines de los exploradores, invitando a los jóvenes de El Frasno a imitarlos. El párroco Florentino Catalán expuso la idea de crear una patrulla local.
Al día siguiente y después de escuchar la misa en la parroquia, los exploradores marcharon a las cuatro de la mañana hacia Calatayud, siendo despedidos a las afueras del pueblo por numerosos vecinos, que se encontraban en plena siega del trigo, con escasos rendimientos, a causa de la sequía. En la estación de ferrocarril de Calatayud, se iban a reunir con otros compañeros exploradores, que llegarían en tren. Heraldo de Aragón informaba el 4 de julio, que aquella visita de los Exploradores de Zaragoza era de cortesía al Batallón Infantil de Calatayud, que había sido fundado el año anterior, y que saldría a recibirles a la estación con bandera y banda de música.
El 3 de julio, El Regional adelantó el programa de la visita. En su número del día 6 publicó una larga crónica, relatando las actividades que habían llevado a cabo, tras su llegada a la ciudad. En la estación, los exploradores que venían en el tren fueron recibidos por la sección que había hecho el viaje por etapas, junto a una comisión del ayuntamiento, presidida por el alcalde, el Batallón Infantil en formación, el teniente coronel Fernando Sampedro, jefes militares, autoridades locales, la Banda de Música del señor Castejón, que interpretó el Himno de los Exploradores cuando el tren se detuvo en agujas y numeroso público. Desde la estación, marcharon en formación a los acordes del himno hasta la Plaza de Maura, siguiendo por la Rúa y la calle Cuatro Esquinas, hasta la plaza del Mercado. En el ayuntamiento tendría lugar la recepción oficial y un aperitivo. A mediodía, los exploradores y el Batallón Infantil asistirían a una misa en el Sepulcro, oficiada por el beneficiado Ángel Hernández. Formados en la plaza del Sepulcro, se habían distribuido papeletas para el alojamiento de los exploradores, a cargo los componentes del Batallón Infantil.
A las cuatro de la tarde se celebraría en el Coliseo Imperial, lleno a rebosar, una conferencia teórico-práctica, a cargo del capitán de infantería y director de los Exploradores de Zaragoza, Manuel Giménez Rubio, hijo de Calatayud. El secretario del Ayuntamiento de Calatayud, Enrique Ibáñez, agradeció en nombre de la ciudad la visita. El capitán Giménez explicó el origen de los exploradores, su finalidad y prácticas que llevaban a cabo, siendo su objetivo crear una raza sana y vigorosa, que sienta los nobles estímulos de la abnegación y el patriotismo. También comentó algunos artículos del Reglamento, que iba leyendo antes un explorador. Al final del acto se cantó el Himno de los Exploradores, saludando al Batallón Infantil de Calatayud, institución hermana. En nombre del Batallón contestó el capitán Virgilio Garrán. Fernando Sampedro que, junto a Santiago Conde, habían sido los fundadores el año anterior del Batallón Infantil, expresaron su alegría por el patriótico espectáculo que se había podido ver en la ciudad. Cerró el acto el alcalde Santos Gómez, quien agradeció a los exploradores su visita, elogiando el comportamiento de la población en el recibimiento.
A las seis de la tarde tuvo lugar un festival en la plaza de toros, donde los Exploradores de Zaragoza llevaron a cabo diversos ejercicios: como saltos de altura y de longitud, caprichosas evoluciones, armado de camillas y subida de escaleras de cuerda. Luego se sirvió la merienda a base de raciones de salchichón, pan, vino y postre. En la segunda parte del festival, los exploradores y el Batallón Infantil realizaron varios ejercicios.
Al día siguiente y a las primeras horas de la mañana, se tenía previsto visitar las ruinas de Bílbilis y, a su regreso, la plaza de armas del castillo, las iglesias de la ciudad y otros destacados monumentos. Pero debido a la lluvia de la pasada noche y a su amenaza a la mañana siguiente, se suspendieron todas las visitas. A Bílbilis solo fueron en coche los instructores y algunos de los exploradores más mayores, visitando luego la cárcel y la casa amparo.
En aquella ocasión se habían juntado en Calatayud ochenta exploradores, con el capitán Manuel Giménez y los instructores Victoriano Claudín, José Ocáriz, Ernesto Álvarez, Estanislao Rodríguez, Francisco Zapater y Enrique Asensio. El periodista escribía que el traje que usaban era vistoso y cómodo, llevando todos los útiles necesarios para hacer frente a las posibles contingencias de las excursiones. Los exploradores regresarían a Zaragoza aquella misma tarde, siendo despedidos en la estación con los mismos honores que a su llegada.
En la sesión celebrada el 8 de julio por el Ayuntamiento de Calatayud, se leyó una carta del alcalde de Zaragoza, en la que agradecía los agasajos que habían recibido los exploradores. El concejal Marco, en nombre de la Comisión que había organizado los actos con motivo de esta visita, comunicó a la corporación que el festival había producido ingresos suficientes para cubrir todos los gastos y para la compra de cornetas y tambores para el Batallón Infantil, pidiendo un voto de gratitud para las autoridades y especialmente para el teniente coronel comandante militar de la plaza de Calatayud, como así se acordó.
El 14 de julio, Juan Blas y Ubide publicó en los periódicos locales El Regional y La Justicia, un largo artículo dedicado a la visita de los Exploradores de Zaragoza. En él reconocía que su estancia había dejado en la ciudad un recuerdo imborrable y había despertado la idea de implantar aquella sociedad juvenil en Calatayud. Desde su llegada, se había producido una cordialidad y simpatía con los componentes del Batallón Infantil, que habían salido a recibirles, que a las pocas horas se había convertido en amistad. Juan Blas señalaba que las familias que habían acogido en sus casas a los exploradores, habían quedado encantadas con su educación social y las cualidades de su carácter. Al verlos marchar por las calles, el pueblo había podido admirar su gentileza, su pintoresco equipo, la gallardía de sus movimientos, su agilidad y sus rostros morenos, alegres y expresivos. A su paso, habían dejado en las calles y plazas de Calatayud, una estela de sana alegría, sincero entusiasmo y vigor juvenil de patrióticas esperanzas.
Juan Blas recordaba la charla del capitán Giménez en el Coliseo Imperial, en la que había explicado el código de los exploradores, que consideraba un conjunto de hermosos preceptos y afirmaciones llenas de altura de miras y noble y fraternal altruismo. En la plaza de toros habían mostrado sus aptitudes gimnásticas, no de circo, sino racionales, sanas y útiles para la práctica de la vida. Los habían visto recorrer las ruinas y monumentos, siempre ávidos de conocer el pasado glorioso y el arte. Además, habían visitado a los presos de la cárcel y a los ancianos del asilo de las hermanitas, donde habían dejado algunas monedas. Su primer acto en la ciudad había sido oír misa en el Sepulcro. No era extraño, pues, que al despedirlos en la estación, oyendo su patriótico Himno, a coro con el Batallón Infantil, lanzando vivas a Calatayud y a España, los allí reunidos hubieran sufrido un escalofrío de entusiasmo. Ya de regreso a la ciudad, comentando con emoción las vivencias vividas, un grupo de hombres de buena voluntad, habían decidido implantar en Calatayud esta institución de los Exploradores de España.
El 14 de julio La Crónica informaba que la prensa local de Calatayud, se iba a ocupar aquel mismo día de la organización de un grupo de exploradores, con el nombramiento de una junta provisional, compuesta por Juan Blas y Ubide, Ignacio Gasca, José María López Landa, Alberto Martín Costea, Enrique Ibáñez, Agustín Pérez, Florencio Llanas, Ramón Herrero y Antonio Ostáriz.
José María López Landa junto a tres exploradores bilbilitanos
Días después, El Regional y La Justicia publicaron el Reglamento, referido al ingreso en la categoría de aspirantes a exploradores de tercera clase. El día 22 La Justicia informaba que los aspirantes podían presentarse, de seis a siete de la tarde, en el domicilio de la asociación, situado en la planta baja del número 4 de la calle Gotor. El Regional publicaba el 27 de julio, que a las cinco de aquella misma tarde, los solicitantes al cuerpo de exploradores debían acudir a la sede de la asociación, para asistir a la primera conferencia de instrucción. La Justicia del 31 de julio se hacía eco de la celebración de la primera junta de constitución de los exploradores, la tarde del día anterior, con el nombramiento del Comité de la sección de Calatayud. Por unanimidad habían sido nombrados: Presidente Juan Blas y Ubide; vicepresidentes: Alberto Martín Costea y José María López Landa; tesorero Agustín Pérez Lizano; secretario Enrique Ibáñez y vocales: Francisco Lafuente, Virgilio Garrán, Manuel Gayán, Ramón Herrero, Florencio Llanas y Antonio Ostáriz. Los instructores serían Ignacio Gasca, Pedro Meroño y Fausto Navarro Azpeitia. La asociación de los Exploradores de Calatayud se componía de un centenar de socios protectores y de cuarenta muchachos, que formaban el primer grupo de las tropas de la ciudad. Para Reglamento orgánico se utilizó un modelo impreso, que debió facilitarles el comité provincial, en el que se incluyó el organigrama del Comité local, con domicilio social en la calle Gotor, número 4. El gobernador civil interino ratificaba su presentación en el Gobierno civil el 15 de septiembre de 1914. El 7 de junio de 1915, el alcalde Santos Gómez remitía al gobernador civil, una copia del acta de constitución de la sociedad titulada los Exploradores de España-Comité local de Calatayud, que había solicitado el pasado 29 de mayo. El alcalde señalaba que el presidente le había asegurado, que este documento se había enviado al Comité provincial, para su presentación en el Gobierno Civil, en los primeros días de agosto de 1914, como antes lo había sido el Reglamento.
El Regional recogía el 1 de agosto, la primera salida hecha por los Exploradores de Calatayud. A las cinco y media de la tarde del día anterior, se habían citado en el paseo de Linares, con los instructores y el Comité Local. Por la carretera de Zaragoza, se dirigieron a unos prados situados entre la carretera y la vía del ferrocarril. Los exploradores llevaron a cabo ejercicios gimnásticos, saltos de altura y de longitud. Juan Blas, presidente del Comité Local, les ofreció unos consejos para proteger a los animales y a las plantas, y Benito Vicioso les enseñó a diferenciar dos especies de vegetales. Tras estas actividades, regresaron a la ciudad cantando el Himno de los Exploradores.
El Noticiero informaba el 2 de agosto, que el capitán Garrán había ofrecido una conferencia en Daroca, sobre la necesidad de educar a la juventud en los principios de la caridad y del altruismo, que seguían los Exploradores de España, obteniendo con ello salud física y manteniendo un equilibrio físico e intelectual. Por entonces los exploradores estaban naciendo en aquella ciudad y no se sabía con certeza si llegaría a formarse este grupo, pues algunos padres eran reacios a autorizar el ingreso de sus hijos, visto el carácter demasiado laico que se les había dado en algunas localidades, a estos grupos de exploradores.
El 7 de agosto, La Justicia publicaba una lista parcial con los socios protectores de la tropa de Exploradores de Calatayud, que pagaban una cuota de 5 o 6 pesetas. Entre ellos se citaba a Félix Sanz de Larrea, Justo Navarro, José Domínguez, Manuel Ostáriz y Juan Zabalo. En números sucesivos se daría cuenta del resto de los socios protectores.
El Regional publicaba el 8 de agosto una crónica, referida a una excursión que habían llevado a cabo los exploradores locales. Habían marchado formados por la Plaza del Mercado y la calle de Sancho y Gil, de camino a los prados, donde acostumbraban acampar. Allí, Herrero los había iniciado en el alfabeto Morse y en el de banderas, mientras Benito Vicioso había continuado con sus lecciones botánicas, acabando con unos ejercicios gimnásticos. Habían regresado por la carretera cantando el himno hasta el paseo de Linares, donde habían roto filas, dando un viva a España.
El 24 de agosto, La Justicia recogía la crónica de una excursión de los exploradores. Se habían citado en la plaza de Santa María, antes de las siete de la mañana. Después de oír misa en la colegiata, habían salido para la torre del Carmen, propiedad de los señores de Carles, en Marivella. Iban uniformados, con sombrero, mochila y pañuelo. Los guías llevaban por primera vez los banderines de la patrulla.
En el camino se dispersaron por patrullas. Los de la quinta, dirigidos por el instructor Meroño, levantaron un croquis de la carretera y terrenos adyacentes. Los de la cuarta exploraron el terreno. La patrulla de telegrafistas se subdividió, para facilitar las comunicaciones.
A la llegada, tuvieron un receso para almorzar. Más tarde, cada patrulla levantó su campamento. Los componentes de la quinta patrulla hicieron ejercicios topográficos. Luego todos juntos prepararon una paella.
Por la tarde se unieron al grupo los componentes del Comité y algunos particulares. Un grupo de exploradores se dedicó a hacer ejercicios de gimnasia sueca, otros montaron sobre el barranco una pasarela Himalaya, por la que cruzaron de una orilla a otra del barranco. Merendaron de bocadillo, mientras la patrulla de telegrafistas comunicaba sus impresiones desde un monte próximo. También hubo saltos de altura y de longitud, hasta la hora de la vuelta. Algunas familias salieron a recibirles a la carretera, para contemplar el desfile marcial de los exploradores, que cruzaron por el paseo de Linares, rompiendo filas al final del mismo.
Los exploradores de la quinta patrulla habían salido también algunas noches al campo, para orientarse con las estrellas y estudiar astrología, bajo la dirección de Benito Vicioso.
El Comité de los Exploradores de Calatayud invitó a sus homólogos de Zaragoza, para que estuvieran presentes en el acto de promesa de los muchachos. El Regional y La Justicia informaban el 12 de septiembre que, en el tren mixto del día anterior, habían llegado cuarenta y cinco exploradores de Zaragoza, siendo recibidos por las Bandas Artístico Musical y del Regimiento de Gerona. En formación, habían acudido al ayuntamiento, donde habían sido obsequiados por el Comité Local. En esta ocasión se alojaron en la inclusa provincial.
Por la tarde estaba previsto celebrar en la plaza de toros un festival, en el que participaría el Batallón Infantil y los Exploradores de Zaragoza y Calatayud. Después de los ejercicios, los nuevos reclutas jurarían bandera. En los intermedios intervendría la Banda de Música, dirigida por Aurelio Gutiérrez. Aníbal Cabanas, de la sección de Calatayud, entusiasmó al público con sus saltos de altura. El Batallón actuó al mando del capitán Aguarón y a los toques de cornetín de órdenes de José Cubero. El Batallón cantó el Himno, al que había puesto música Pascual Marquina, con letra de Giménez de la Orden, acompañado por la Banda del señor Castejón, quien cedió la batuta a Marquina, que ocupaba uno de los palcos, aunque no accedió por modestia. Marquina fue obligado por el público a salir al ruedo, dirigiendo esta vez su obra con maestría. La Justicia se quejaba porque los organizadores no habían invitado a la prensa local, a pesar de ser un acto benéfico.
La Crónica informaba el 16 de septiembre, que se había aprobado el Reglamento de los Exploradores de Calatayud.
El 21 de febrero de 1915, Heraldo de Aragón informaba que en la próxima primavera, los Exploradores de España iban a organizar una exposición regional, a la que tenían previsto acudir tropas de Huesca, Jaca y Calatayud. Contaría con dos secciones. La primera mostraría los trabajos hechos por los exploradores y la segunda consistiría en un concurso de proveedores.
El 6 de marzo, El Regional publicaba la letra del Himno de los Exploradores bilbilitanos, debida a Benito Vicioso. Decía así: Honrad, Exploradores,/vuestro país natal,/ id cubriendo de flores/ la patria de Marcial./ De Celtiberia la belicosa/ ciudad famosa, Bílbilis fue,/ del Celtíbero valiente y rudo/ tomad su escudo llenos de fe./ Corramos juntos hacia la gloria/ y que la historia de la nación/ cante orgullosa la heroica hazaña/ de ser de España la salvación./ Seamos obedientes/ luchemos con valor/ y escalemos valientes/ las cumbres del Vicort./ Y ver desde la altura/ a la ciudad querida/ que es para nuestra vida/ luz, caridad, amor./ De Celtiberia la belicosa/ ciudad Famosa Bílbilis fue, etc. etc./ ¡Siempre adelante! ¡Siempre adelante!, /que es entusiasta la juventud,/ gritemos todos con voz vibrante/ ¡Siempre adelante Calatayud!/ ¡Vivan los ríos que fertilizan/ la hermosa vega de esta región!/ ¡Vivas los valles que poetizan!/ ¡Viva el Jiloca! ¡Viva el Jalón!
Dos días más tarde, el mismo diario informaba de la celebración, aquella misma tarde en el barranco de las Pozas, de la Fiesta del Árbol. La tarde se presentía fría y ventosa, pero a la plantación asistirían autoridades, maestros, niños de las escuelas, exploradores y el Batallón Infantil. Amenizaría el acto la banda del señor Castejón. Heraldo de Aragón y el Diario de Avisos del día 10 de marzo, añadían que los niños de las escuelas habían cantado el himno Gloria al Árbol, con letra de Juan Blas y Ubide y música de Modesto Gracia Francés.
El Regional publicaba el 14 de abril, que los scouts católicos de Madrid se habían integrado en los Exploradores de España, sección Madrid, una vez desaparecidos los obstáculos que impedían su fusión.
El Diario de Avisos informaba el 27 de julio, de una excursión de los Exploradores de Zaragoza al Monasterio de Piedra. Iban a salir temprano de Zaragoza el 1 de agosto, llegando a media mañana a la estación de Alhama. Acamparían en los baños de Matheu, entonces propiedad de Ramón Pallarés. A las tres de la mañana del día siguiente, caminarían los veinticinco kilómetros hasta el Monasterio de Piedra y luego, por la carretera de Alhama, llegarían a Ateca, donde tomarían el tren hasta Zaragoza. Les iban a acompañar los Exploradores de Calatayud. Los muchachos iban a gastar 1,30 pesetas al día, por las tres comidas, más el billete del ferrocarril y algún gasto extra. Total 20 pesetas.
El 2 de agosto La Justicia y un día más tarde Heraldo de Aragón, recogían en sus páginas que habían llegado a Alhama veinte exploradores de Zaragoza y ocho de Calatayud, en compañía de López Landa y Manuel Gayán. Los exploradores habían montado sus tiendas en los jardines de las termas Pallarés, frente al hotel del parque. El ayuntamiento les había ofrecido un refresco por la tarde. Luego habían recorrido el balneario y navegado en barcas en el lago. Por la noche, en el gran salón de recreo de las termas, se había organizado un concierto de violín y piano, a cargo de dos exploradores, rindiendo culto a la jota. Entre los bañistas se encontraba Darío Pérez, a quien dedicó una jota el explorador y jotero, Agustín Serrano, que decía:
Al gran Darío Pérez,
honra y prez de este Aragón,
rinden los exploradores
tributo de admiración.
Luego Pallarés les obsequió con cafés, repitiéndose el festival de jota.
El 6 de agosto El Regional recogía que, desde el Monasterio de Piedra, los Exploradores habían partido hasta Ateca. En Castejón habían sido obsequiados con un refresco, siendo recibidos en Ateca por una comisión del ayuntamiento. Por la tarde serían invitados a un aperitivo en el Casino Atecano. A las siete tendrían lugar unos ejercicios gimnásticos, entonando el himno a la bandera. Por la noche y en su honor, se celebraría una verbena en la Plaza de la Constitución. Al día siguiente visitarían la iglesia de Santa María, la fábrica de chocolates de Francisco Hueso y el puente de hierro sobre el Jalón. En esta ocasión, habían acompañado a los exploradores Blas y Ubide y López Landa.
La Justicia informaba el 11 de agosto, que habían estado en Calatayud los instructores Rodríguez, Híjar y Vicens que, al frente de una patrulla, habían adiestrado a jóvenes de Calatayud en prácticas de campamento nocturno. También serían invitados a una exposición de trabajos manuales de los exploradores, que se iba a poder ver próximamente en Zaragoza. El Comité Local los había obsequiado en la Casa del Explorador.
En esta ocasión, el campamento se había levantado en la arboleda del Pontazgo, que habían ofrecido los señores Montuenga. Cada explorador hacía guardia una hora con farol. Tras tocar diana, el instructor izaba la bandera, mientras los exploradores entonaban el himno. Luego se aseaban y limpiaban el campamento. Después de desayunar, asistirían a la misa en Santa María. Por la tarde se llevarían a cabo las prácticas. Más tarde cenarían, se arriaría la bandera y cantarían de nuevo el himno, dando fin a la jornada. El periódico informaba que aquella misma mañana, los exploradores habían partido para Zaragoza.
El 19 de agosto, los diarios El Regional y La Justicia publicaban un artículo de Juan Blas y Ubide, titulado: El himno de los exploradores, en el que comentaba que la excursión de los exploradores al Monasterio de Piedra había sido una marcha triunfal. Y señalaba: alientos de regeneración, esperanzas de un mañana próspero para la nación abatida, que un día fue señora del mundo.
El Regional y La Justicia informaban el 23 de agosto, que el ex sultán de Marruecos, Mulay-Haffid, había llegado a Calatayud, con intención de llegar hasta el Monasterio de Piedra, al que había sido invitado por su buen amigo Carlos Muntadas. Había sido recibido por las autoridades locales y el presidente del Comité Local de los Exploradores, con la tropa. El ex sultán había tomado un té con pastas en la fonda del Muro y había entregado a los exploradores un donativo de 100 pesetas, retomando su viaje en automóvil.
El Diario de Avisos informaba el 11 de septiembre que, en los salones de la Casa del Explorador, se había inaugurado una exposición organizada por el Comité Local de los Exploradores de España. Habían ocupado la presidencia el presidente del Comité, Juan Blas y Ubide, el juez de instrucción del Partido, el presidente de la Junta del Batallón Infantil y los directores de los centros de segunda enseñanza de la ciudad.
En su discurso, Blas y Ubide había elogiado el escultismo, considerándolo como educación integral de los niños. Agradeció a los presentes el apoyo personal y material recibido, para lograr el éxito de la empresa. Asimismo dio las gracias a Llanas, por la cesión de un cuadro suyo a la Casa del Explorador, para llevar a cabo una rifa, con destino a la mejora de los materiales de educación de los exploradores. También adelantó algunos proyectos que el Comité procuraría llevarlos adelante. Andrés Blas, presidente de la Junta del Batallón Infantil, agradeció la invitación y deseó a los exploradores una vida próspera y floreciente. Hasta entonces, la exposición había sido vista por mucho público, aunque también se podría ver en Zaragoza, en las próximas fiestas del Pilar. Se trataba de una serie de colecciones de tarjetas postales, hechas por los exploradores, por los socios protectores y por las señoritas Pilar de la Fuente, Conchita Blas y Lucía Ena. El periódico daba la enhorabuena a Juan Blas y Ubide y a José María López Landa, al socio protector José Llanas y a los instructores y sub-instructores, Juan y Daniel Blas Domínguez, Fausto Navarro y Miguel Dolz.
El 10 de diciembre, Heraldo de Aragón daba cuenta de una fiesta de los exploradores, a la que habían acudido los Exploradores de Zaragoza, Tudela, Cariñena, Calatayud y Almonacid de la Sierra. De Calatayud habían asistido José María López Landa y José Llanas Senespleda.
El 27 de diciembre La Crónica informaba de una conferencia, que había ofrecido el día anterior en la Casa del Explorador de Calatayud, Vicente Borderas y Monforte, titulada: Lealtad, valor y constancia. El mismo día, Heraldo de Aragón publicaba que siete exploradores de Zaragoza, proyectaban un viaje a pie a Calatayud. Comerían en La Muela, harían noche en La Almunia y en otra jornada llegarían a Calatayud.
Varios periódicos de Zaragoza informaron a finales de febrero y principios de marzo de 1916, que diez exploradores de Zaragoza iban a entregar a Mariano de Cavia, un álbum con cerca de 11.000 firmas, un pergamino con un mensaje de estilo gótico, una acuarela de Miguel Ángel Navarro, con el escudo de la ciudad y un retrato de Cervantes, los principales seudónimos utilizados por Cavia y una pluma de plata. Harían el viaje a pie. Saldrían de Zaragoza el día 3 de marzo, después de oír misa en el Pilar, teniendo prevista la llegada a Madrid el día 12 de marzo. Regresarían a Zaragoza en ferrocarril. Para preparar la entrada de los exploradores a Madrid, el Ateneo de Zaragoza se pondría en contacto con Darío Pérez.
El Diario de Avisos informaba el 4 de agosto, que los exploradores de Calatayud habían abierto una suscripción para ayudar a los vecinos de Ateca y Torrijo, por los daños ocasionados por el desbordamiento del río Manubles.
El Noticiero informaba el 4 de abril de 1917, que el pasado día 2 se había celebrado en Calatayud la Fiesta del Árbol. Del ayuntamiento habían partido los niños, los maestros, el Batallón Infantil y los exploradores. Por la calle de Sancho y Gil habían marchado a la plantación, recibiendo la bendición del párroco del Sepulcro. Los había acompañado la Banda Artístico Musical del señor Castejón. Por la tarde en el Coliseo Imperial, tendrían lugar los discursos de Francisco Lafuente, del ingeniero Gayán, Carlos Velilla, José María López Landa, Juan Blas y Ubide, Cipriano Aguilar y Ciro Royo.
La Crónica publicaba el 21 de abril que, en la Casa del Explorador de Calatayud, había tenido lugar la cuarta conferencia de la temporada. La presidencia la habían ocupado Juan Blas y Ubide, José María López Landa y Manuel María Gayán. Francisco Lafuente y Ciro Royo habían leído poesías y cantares baturros, que habían sido muy aplaudidos.
En la sesión del Ayuntamiento de Calatayud celebrada el 26 de julio de 1917, el alcalde señaló que los Exploradores habían pedido que se les cedieran dos cornetas, que habían pertenecido al disuelto Batallón Infantil. Por su parte, Higueras propuso el reparto, en el próximo invierno, de los trajes de los componentes del Batallón a los niños necesitados de la ciudad. Pero como el ayuntamiento no era el propietario de estos objetos, se acordó consultarlo con la junta de gobierno del Batallón Infantil.
En la sesión del 26 de maro de 1919 se leyó un oficio del Consejo Local de los Exploradores, pidiendo que le fueran cedidos en depósito las cornetas, tambores, bandera y portabandera que habían pertenecido al Batallón Infantil, como así se acordó.
El Noticiero informaba el 14 de julio de 1919 de una excursión, que iban a llevar a cabo cien niños y cuarenta y cuatro maestros de Zaragoza, a Calatayud y Terrer. En Calatayud se agregarían el jefe de la tropa de exploradores, López Landa, jefes de grupo, el director de la escuela graduada, el vicario general, alcalde, concejales y maestros. En aquella ocasión visitarían el Hospicio y la colegiata. En la arboleda, el café Universal serviría la cena a los niños, a base de tortillas, chuletas, galletas y café. En el hotel Pina se celebraría un banquete en honor de los invitados.
La Crónica publicaba el 25 de julio, que seis exploradores de Calatayud habían llevado a cabo el pasado domingo una excursión a la sierra de Vicor. Se llamaban José María Ibáñez, Carlos Ram de Viu, conde de Samitier, José María Larroca, Salomón Urgel, Augusto Ibáñez y Manuel Ruiz. Habían salido de madrugada, ascendiendo hasta el Pico del Rayo. Luego habían bajado hasta Inogés, donde habían sido obsequiados por el alcalde, el cura párroco y los vecinos pudientes del lugar.
En la sesión del Ayuntamiento de Calatayud celebrada el 17 de diciembre de 1919, se leyó una instancia de Juan Blas, presidente del Comité Local de los Exploradores, en la que solicitaba la cesión de un local en el edificio escolar de La Correa, para que sirviera de domicilio social de la institución, invocando una Real Orden del Ministerio de Instrucción Pública de 1916. El 31 de agosto de 1921 este Comité de los Exploradores ponía a disposición del ayuntamiento la tropa, para los actos que se organizaran para aliviar la situación de los combatientes en el norte de África.
Con la dictadura del general Primo de Ribera, el delegado del gobierno pasaría a presidir el Comité Local, encargándose de la organización, administración e instrucción de los Exploradores de Calatayud.
Documentos consultados
Archivo Histórico provincial de Zaragoza, Expedientes de inscripción, Exploradores de Calatayud, A/016082, 1914.
Archivo Municipal de Calatayud (AMC), Libro de Actas del ayuntamiento de Calatayud, Sig. 154
AMC, Libro de Actas del Ayuntamiento de Calatayud, Sig. 157.
AMC, Libro de Actas del Ayuntamiento de Calatayud, Sig. 159
AMC, Libro de Actas del Ayuntamiento de Calatayud, Sig. 160.
URZAY BARRIOS, J. A. (1995): Educación, cultura y sociedad en Calatayud durante el primer tercio del siglo XX, Institución Fernando el Católico, Zaragoza.
Heraldo de Aragón (1-7-2023)
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