|
 |
 |
Blanca Pujadas y de Caramany
|
 |
Blanca Pujadas
FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Blanca Pujadas y de Caramany era hija de Joaquín Pujadas y Pujadas (1810-1892) y de Luisa de Caramany (h.1817-1860). Joaquín era hijo de Aniceto Pujadas Chavarri y de Joaquina Pujadas y Heredia. Sus abuelos maternos se llamaban Juan Capistrano Pujadas y Antonia de Heredia, de Calatayud, que poseían tierras en Saviñán, por casamiento en 1694 de Juan Pujadas Sanz de Berrospe y Muñoz, con Teresa Rosa Cabañas y Heredia, esta última hija de Manuel Cabañas y Gondino y de María Heredia y Rueda, que habían casado en Saviñán en 1676. María de Heredia y Rueda era hija de Juan de Heredia y Rueda y de Luisa Navarro y Antillón, que eran dueños de un molino harinero y de otro de aceite, con otras propiedades en Saviñán.
Blanca Pujadas (h.1858-1930) contrajo matrimonio el 4 de julio de 1878 con Cecilio Granada y Zozaya (+1886). El 28 de junio de 1876 se había inscrito en el juzgado municipal del distrito de San Pablo, de Zaragoza, a Ángel Zurbano, hijo de padres desconocidos. Fue legitimado el 4 de julio de 1878 por su padre, Cecilio Granada, por haber efectuado aquel mismo día su matrimonio con Blanca Pujadas. Se llamaría Ángel Granada Pujadas.
En el juzgado de Corçá (Gerona), Cecilio Granada, de 34 años y natural de Atienza (Guadalajara), inscribió en el registro civil a su hijo Cecilio, que había nacido el 6 de julio de 1879. Sus abuelos paternos se llamaban Ignacio Granada y Ángela Zozaya, naturales de Adradas (Soria). Los maternos eran Joaquín Pujadas, domiciliado en Saviñán, y Luisa de Caramany, ya fallecida. En 1874 Cecilio Granada, siendo médico de Saviñán, había bautizado a una niña, que había muerto en el claustro materno.
Al quedarse viuda en 1886 y sin relación con su padre, Blanca Pujadas vivía con sus hijos en Cataluña, de las rentas de las propiedades que había heredado de su madre. Al parecer, como consecuencia de esta difícil relación que sostenía con su padre, Blanca Pujadas quedó perturbada. Su primo José de Foxá y de Caramany, que corría con la administración de su patrimonio, la internó en marzo de 1891 en el asilo de Ntra. Sra. de la Asunción, de Saint Pons, cerca de Niza, donde pagaba seis pesetas de pensión diaria. Al fallecer su padre en Tudela el 8 de diciembre de 1892, el juzgado de Calatayud nombró a Enrique Pujadas Alesón curador ejemplar interino, quien trasladó a Blanca Pujadas a España, ingresando el 15 de marzo de 1893 en el manicomio Nueva Belén. Este centro estuvo instalado desde 1857 en el barrio de Gracia de Barcelona, para pasar en 1873 a San Gervasio de Cassolas, siendo su director el doctor Juan Giné y Partagás (1836-1903), introductor de la psiquiatría organicista. El nombre de Nueva Belén era un homenaje a los fundadores del manicomio inglés de Bethen.
El reglamento de este manicomio, editado en 1862, explicaba que "la medicina toda es moral: aplicamos revulsivos morales, sedativos y estimulantes morales con el silencio y el orden, el ejemplo y el consejo, los consuelos y el régimen, la naturaleza, etcétera.". Y añadía: "Al fundar la nueva Belén una idea humanitaria nos guió; mejorar la suerte de los infelices dementes: esta idea se ha realizado".
Joaquín Pujadas, aunque instituía como heredera en su testamento a su hija Blanca, no le dejaba bienes, que debían pasar a sus hijos. Conocido el fallecimiento de Joaquín Pujadas, sus parientes y testamentarios averiguaron la residencia y situación de Blanca Pujadas, obteniendo del juzgado de Calatayud el nombramiento de curador ejemplar interino, a favor de su primo Enrique Pujadas Alesón, el 12 de febrero de 1893, que administraría solamente los bienes que la incapacitada poseía en Gerona y Barcelona, que había heredado de su madre.
El 18 de abril de 1893, Enrique Pujadas trasladó a Blanca Pujadas al Hospital de Ntra. Sra. de Gracia de Zaragoza, pagando de pensión 9 reales. En 1894 Ángela Zozaya, abuela y curadora de su nieto Ángel, y Manuel Sauco, curador para pleitos de Cecilio, ambos hijos de Blanca Pujadas, pedían la declaración de incapacidad de la madre, para nombrar un curador ejemplar para los hijos, menores de edad. Para dictaminar el estado mental de Blanca Pujadas, el juzgado de primera instancia del distrito del Pilar de Zaragoza, nombró al médico y cirujano José Sampietro, a José Moré, médico forense, y a Vicente Almenara, director facultativo del manicomio provincial. El examen previsto para el día 19 de febrero, se adelantó al día 17, porque se había presentado en el juzgado una petición de traslado.
Acudieron también al examen el fiscal, José María Bascones, letrado de la parte demandante, su procurador y el escribano. Aquel día encontraron a Blanca Pujadas acostada. A cuantas preguntas le hicieron, contestó de forma incoherente en catalán, lanzando frases malsonantes. Sufría insomnio casi de continuo, que le hacía levantar del lecho varias veces a lo largo de la noche, desordenando los muebles, dando voces por la ventana y mostrando su cólera, si era contrariada. Durante el día agitaba continuamente las manos, en ademán de pegar a los que la rodeaban, destrozando el menaje del cuarto. Su atención estaba perturbada, sus juicios eran erróneos y sus ideas incoherentes. Sufría de hipersecreción salivar y ninfomanía. Mostraba apatía y olvido por los intereses familiares y seres queridos, aunque las funciones orgánicas las ejercía con regularidad. Todos estos síntomas concordaban con una enfermedad conocida como manía crónica, que difícilmente se curaba y que solía acabar en demencia. Por ello, los examinadores consideraron a Blanca Pujadas incapacitada para discurrir, para darse cuenta de su situación y, por tanto, para cuidar de su persona y administrar sus bienes.
Por renuncia del curador Enrique Pujadas Alesón, se acordó constituir el consejo de familia, con los parientes que habían acudido el 19 de febrero de 1894 por sí, o por sus procuradores. Se reunieron los apoderados de Antonio y de Roque Pujadas Rada, Francisco Gómez Pujadas, Narciso Sambolá y Burgues, y José María Gómez Pujadas, que fue elegido presidente. El 9 de marzo, el juez de primera instancia del distrito del Pilar de Zaragoza, declararía a Blanca Pujadas incapacitada en sentido legal para administrar sus bienes.
En 1894 José Lafuente Figueras, vecino de Saviñán, propuso como curador a José de Foxá de Caramany, primo hermano de Blanca Pujadas, perteneciente a la única rama de la familia que había amparado a la enferma, cuando había abandonado la casa paterna y fijado con su difunto marido su residencia en Cataluña. Blanca Pujadas había aceptado su amparo al verse viuda y con sus hijos pequeños. La familia Foxá había sido quien la había asistido en su enfermedad y la había llevado a la casa de salud cercana a Niza, cuidando de sus hijos y atendiendo sus propiedades.
José Lafuente relataba que, al conocer el testamento de Joaquín Pujadas, fue cuando otros parientes de Blanca Pujadas, por línea paterna y acaso sin conocerla, habían obtenido el nombramiento de curador ejemplar interino a favor de Enrique Pujadas Alesón, cuando siempre habían sido los Foxá quienes habían atendido y cuidado de los hijos de Blanca Pujadas. Además, solamente debían cuidar estas propiedades radicadas en Gerona y Barcelona, que había heredado de su madre, Luisa de Caramany. Pero como José Lafuente no era pariente de la enferma, sino amigo de su padre y esposo, el juez denegó la admisión de su demanda.
En Saviñán se bautizó a Bernardo Justo Samuel Pujadas, hijo de Blanca Pujadas, que había nacido el 20 de agosto de 1895. Casó en 1941 en Santa María de los Reyes, Barcelona, con Ángeles Tabuenca Tabuenca. Blanca Pujadas falleció el Corçá (Gerona) el 25 de diciembre de 1930, dejando dos hijos: Cecilio y Bernardo. En 1950 fallecería en Saviñán Enrique Gómez Maestre, que había casado con Paula Sarto Carnicer. Era hijo de Francisco Gómez Pujadas, de Sangüesa (Navarra). En 1932, Cecilio Granada Pujadas renunció a ocupar el puesto de su madre en la Cofradía del Santísimo Sacramento de Saviñán, a favor de Francisco Gómez Pujadas, quien delegó en su hijo Enrique.
|
|