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Relación del escritor Arturo Reyes con
el escritor y dramaturgo Joaquín Dicenta


Caricatura de Joaquín Dicenta. 1902

En estos momentos de la vida, mi bisabuelo Arturo se sentía debilitado y falto de fuerzas, lo que le impedía salir a la calle a pasear, a asistir a las tertulias literarias en las que pasaba tan buenos ratos con sus colegas y amigos, a saborear una copa de buen vino en una tasca llena de personajes populares...

Pero sus amistades no lo abandonaron en los momentos difíciles, sino que acudieron a animarlo, a entretenerlo, a compartir momentos únicos con largas conversaciones donde la literatura estaba casi siempre presente. En esta ocasión fue el famoso dramaturgo Joaquín Dicenta, quién visitó a Arturo en su casa de la Plaza de Riego, hoy de la Merced.

Y como siempre queremos compartir con vosotr@s, estos momentos tan interesantes de la historia de la Málaga decimonónica de la mano de nuestro catedrático de referencia, Cristóbal Cuevas…

"1912 es uno de los años más llenos y contrastados de la vida de Arturo. Luces y sombras, penas y alegrías, se suceden sin interrupción en un vértigo febril de acontecimientos y emociones. Todo ello es presidido por la angustia de su enfermedad, cada vez más avasalladora y omnipresente, que sume al poeta por momentos en desoladoras angustias, sólo mitigadas por fugaces momentos de triunfo humano o de satisfacciones familiares.

"Desmayaba su espíritu - escribe su hijo Adolfo- y alguna satisfacción moral lo levantaba por algún tiempo…; sostúvole Málaga con su homenaje; sosteníase con el pan bendecido de su triunfo…; [y así paseaba por las calles de su ciudad natal], todo su cuerpo estremecido por la debilidad, todo su espíritu yerto por la derrota de su vida, en el apogeo de su fama."

El año se abre para él con malas perspectivas: la enfermedad se ha agravado nuevamente, obligándole a guardar cama durante un larga temporada. En este tiempo - estamos a principios de febrero- visita Málaga Joaquín Dicenta, el famoso dramaturgo, a quien debió de conocer en una de sus primeras estancias en Madrid. Enterado de la enfermedad de Reyes, el apasionado escritor bilbilitano se apresura a visitar a su amigo, en cuya casa permanece largas horas, leyéndole su drama romántico Raimundo Lulio y parte de su novela Los bárbaros, mientras aquél corresponde con la lectura de su comedia El lagar de los Rosales y de la de su hijo Peranzul

La velada debió de resultar en extremo agradable al malagueño, que se referirá a ella en diversas ocasiones. En cuanto al autor de Juan José, las impresiones que sacó de esta visita en lo referente al estado de salud de su amigo no pudieron ser más pesimistas.

"Ayer - escribía en El Tiempo de Montevideo - pasé el día y la noche, hasta madrugada, en casa de Arturo Reyes, el compañero alegre de antaño, el glorioso novelador que todavía conserva bríos y alientos moceriles dentro de su cabeza mora endoselada por un matorral de cabellos blancos. Primero me presentó a la obra de su carne, a su hijo Adolfo, un mozo de veinte años que es todo un escritor de enjundia, de recia personalidad. ¡Qué grato es verse remozado espiritual e intelectualmente en las criaturas que uno engendró! Oyéndome ensalzar a su hijo, lloraba y reía Arturo Reyes con risa y con llantos infantiles."

(Continuará…)

http://archivoreyes.blogspot.nl/ (3-7-2016)


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