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Las escuelas de Maluenda

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | El 3 de septiembre de 1927 llegó a Maluenda el cardenal de Granada, Vicente Casanova, acompañado del vicario del Arcedianado, Ramón Pérez, el abad de Santa María, señor Peiró, y su secretario particular, señor Gómez, siendo recibido a la entrada del pueblo por las autoridades y por los vecinos.

Vicente Casanova y Marzol había nacido en Borja en 1854. Estudió en el seminario de Tarazona, siendo ordenado sacerdote en 1881. Uno de sus destinos como párroco fue Maluenda. En 1892 pasará a regentar la parroquia de Nuestra Señora del Buen Consejo de Madrid. En 1908 es nombrado obispo de Almería y en 1921 pasa a ocupar la sede de Granada. En 1925 alcanza el grado de cardenal, muriendo en Zaragoza en 1930, donde se había trasladado para asistir al III Congreso Catequístico Nacional, siendo enterrado en la capilla mayor de la catedral de Granada.

Cuando el cardenal descendió del carruaje, ya en Maluenda, la banda que dirigía Nicanor de la Flor interpretó la Marcha Real, con general ovación del público. El cardenal bendijo a los presentes y marchó a la casa parroquial, donde se hospedó. Entonces el párroco del pueblo era Antonio Aranaz.

En todas las calles de Maluenda se habían levantado arcos de follaje con expresivas dedicatorias. Los balcones y ventanas lucían ricas colgaduras y las fachadas estaban recién encaladas. En el pueblo había gran cantidad de coches que habían llegado de los pueblos vecinos para asistir a la fiesta. Para tal fin habían acudido el gobernador provincial, Cantón Salazar, con su esposa e hijas, el delegado del gobierno, el director de la Granja de Zaragoza con su esposa, el vicario del Arcedianado, el alcalde de Calatayud, señor Bardají, una comisión de Borja, pueblo natal del cardenal, presidida por su alcalde Dionisio Pérez, el clero de Calatayud y de los pueblos vecinos, numerosos periodistas y otras personalidades.

A la mañana siguiente se distribuyeron más de trescientas comuniones, a fin de ganar la indulgencia plenaria con la bendición papal. A las diez de la mañana tuvo lugar la misa pontifical en la iglesia de Santa María, oficiada por el cardenal Casanova, siendo presbítero asistente Ramón Pérez, diáconos de honor Manuel Peiró y Antonio Pellicer y diáconos de oficio Ángel Hernández y Anselmo García. A ella asistieron gran número de clérigos revestidos con sobrepelliz y todas las personalidades civiles y militares. En el presbiterio tomaron asiento el gobernador civil y los alcaldes de Calatayud y de Maluenda, y en sitio preferente lo hicieron los concejales, el juez municipal, el jefe del puesto de la Guardia Civil y el maestro. Debido a la masiva asistencia, se tuvieron que abrir las puertas del templo, para que los que habían quedado fuera pudieran oír la misa desde la plaza. La capilla de música de la Colegiata del Sepulcro de Calatayud, que dirigía Ildefonso Pardos, interpretó la misa del maestro Recassens. A su término, el cardenal dio la bendición papal.

A continuación se descubrió una plaza con el nombre del cardenal Casanova, que da nombre a la plaza donde se levanta el nuevo grupo escolar. Antes de descubrir la lápida, el alcalde de Maluenda tomó la palabra para mostrar el orgullo que sentía el pueblo por haber tenido al cardenal Casanova como párroco y por ello, en prueba de admiración y de cariño, se le dedicaba una de las plazas más hermosas de Maluenda. Una vez descubierta la lápida, el cardenal pidió a los vecinos de Maluenda que hicieran de su lugar un pueblo religioso y culto, solicitando el apoyo del gobernador para solucionar el problema de los riegos de la huerta de Maluenda. Luego se bendijeron las nuevas escuelas que llevan el nombre del "Marqués de Estella". Se trataba de un edificio amplio, donde también se ubicaba la Casa Consistorial y el juzgado municipal. Leídas las preces de ritual y visitados los nuevos salones, se celebró un banquete en honor del cardenal con más de cien comensales, que fue servido por la Pensión Madrid de Calatayud. Ocuparon la presidencia el cardenal Casanova, el gobernador civil, el vicario del Arcedianado y los alcaldes de Calatayud y de Maluenda. Después de la comida el cardenal Casanova visitó el pueblo, recordando con emoción los años de su juventud allí trascurridos y el nombre de los vecinos. A las siete de la tarde el pueblo enteró se congregó para despedir al cardenal. Las campanas repicaron y la banda de música interpretó la Marcha Real, ante el júbilo de los vecinos, que acompañaron el carruaje del cardenal a más de un kilómetro de distancia del pueblo.

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