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Un desalojo que tuvo a
Calatayud en vilo hace 15 años


María Rosa Trigo, Arturo Sánchez y Esperanza Peña, junto a
la valla que delimita el solar (Foto: Macipe)

JORGE ZORRAQUÍN. Calatayud | La noche del 10 de noviembre de 2003 una gran sima se abrió frente al número 8 de la calle de Justo Navarro de Calatayud, obligando a desalojar a los vecinos. Ese inmueble se conoce como la Casa Azul y englobaba un portal más, el número 6. En total, el edificio contaba con 52 viviendas, además de locales comerciales y garajes. Achacado a un corrimiento natural que afectó a los cimientos, las causas del socavón todavía no se han determinado.

Por otra parte, en 2015, un juzgado de lo Contencioso Administrativo de Zaragoza no consideró acreditado que la causa del siniestro fueran las tuberías, y eximió de responsabilidad patrimonial al Ayuntamiento y a la empresa de aguas.

Lo que sí se conoce es que muchas familias y negocios vieron cambiar su vida drásticamente. "Estaba acostado cuando llamaron a los timbres, vi revuelo y pensé que era un incendio", recuerda Arturo Sánchez, que tenía entonces 25 años. "Nos desalojaron momentáneamente, coges lo imprescindible y sales pensando que serán 10 minutos. Pero ya no volvimos a entrar", explica. En su caso, él y sus padres se fueron a casa de su hermana.

También fue desalojado de su vivienda Gerardo Pérez, que hoy tiene 77 años: "A mí me sacaron con la grúa de los bomberos a la mañana siguiente porque no me había enterado". En un primer momento, fue a su chalé de Marivella, y posteriormente al piso de su hija, que se buscó otro alojamiento. "Y así estamos aún -dice-, queriendo saber la verdad de lo que ocurrió".

Faustino Acero, de 95 años, que aquella noche se encontraba en Benidorm y regresó al día siguiente, manifiesta: "Lo único que quiero ya es que se revise el estado de la red de saneamiento para evitar que se repita".

Su sobrina Yolanda Torres recuerda aquella noche: "Nos llamaron, cogimos a nuestro hijo de 5 años y nos fuimos a la calle". En su caso, se realojaron en el Hotel Calatayud. Esperanza Peña, que tenía 50 años, pasó también varios días en el Hotel Fornos: "Tenía un parquin allí y vivía enfrente. Estaba sola porque mi marido trabajaba de noches y vino la Policía Local a desalojarnos por el riesgo que pudiera existir". Pocos días después se decretó el estado de ruina del edificio. Se empezó a derribar en mayo de 2005.

En estos casi 13 años, la parcela todavía es un solar, aunque puede cambiar. María Rosa Trigo, de 63 años, presidenta de la Junta Rectora de la Comunidad de Bienes desde 2015 y propietaria en 2003 de un local comercial, señala: "Por primera vez en mucho tiempo se ha logrado un acuerdo por unanimidad para buscar una empresa y hacer una permuta".

Esto, detalla Trigo, permitiría que "aquellos propietarios que no estén interesados en la construcción puedan vender su participación y que quienes quieran tener su propiedad (vivienda, local o garaje) puedan hacerlo según las condiciones que se pacten con la empresa interesada". Algo que se ha conseguido, incide Trigo, por un cambio de actitud: "Lo que tenemos claro es que el camino de discrepancias y enfrentamientos de estos años no lleva a ningún sitio".

De esta forma, la junta iniciará próximamente los contactos con distintas empresas que puedan estar interesadas en una parcela de 1.200 metros cuadrados en pleno centro de Calatayud.

"Tenemos el proyecto de ejecución de obra pagado y la licencia de obra para 67 viviendas, locales y garajes, más edificabilidad de la que había", remarca. "Queremos ayudar, porque el Ayuntamiento siempre ha estado al lado de las personas, a que se encuentre una salida a esta situación y que alguna empresa se interese por estos terrenos", añade el alcalde, José Manuel Aranda. Una salida que haría cicatrizar una herida abierta hace 15 años.

Heraldo de Aragón (11-2-2018)

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