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El hojalatero Luis Calleja

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Recuerdo haber comprado de pequeño con mi madre una cántara de hojalata en el desaparecido mercado de Calatayud, situado en la plaza del Mercado o plaza de España.

La transformación de láminas de hierro en chapas de hojalata fue descubierta en las regiones mineras de la cordillera del Ergebirge, Checoslovaquia, en el siglo XVI. A partir de la siguiente centuria se extendió al resto de los países, siendo Inglaterra, ya en el siglo XVIII, el principal país productor.

El trabajo para conseguir la hojalata era lento y pesado. En un primer momento se iba reduciendo el espesor de las chapas de hierro, golpeándolas con un martillo sobre el yunque. Las piezas se recocían y se volvían a golpear, repitiendo la operación hasta conseguir el espesor deseado. A continuación se realizaba el "decapado", que consistía en desoxidar la superficie de las chapas con ácido sulfúrico, luego sustituido por cloruro de cinc en fusión. Después las chapas se sumergían en un baño de sebo, para introducirlas luego en un baño de estaño fundido.

En España las fábricas más importantes de hojalata fueron las sociedades metalúrgicas La Basconia, fundada en 1892, y Altos Hornos de Vizcaya, fundados en 1902.

El hojalatero conocía la calderería de hierro y de cobre, confeccionaba objetos de chapa de cinc, siendo además cristalero y fontanero.

El hojalatero utilizaba la hojalata, que era una chapa de hierro o acero, cubierta de estaño por ambas partes, con un espesor que variaba de 0,375 mm. a 6 mm., la chapa galvanizada, que era una chapa de hierro revestida de un baño de cinc, mediante un proceso eléctrico, la chapa de cinc, utilizada para canalones, el bronce, con el que realizaban los remates de los escalones, la chapa negra o de hierro, utilizada para calderos, el estaño para la soldadura blanda, el ácido clorhídrico y el cloruro de cinc.

La chapa galvanizada se utilizaba en vez de la hojalata en aquellas piezas destinadas a contener agua, en canalones y bajadas de agua. La chapa de cinc, que provenía de las minas de Avilés, se utilizaba para canalones, aunque debido a los cambios bruscos de temperatura, se dilataba con mucha facilidad, deformándose.

Colgadas de un tablero en la pared y bien ordenados, el hojalatero tenía sus utensilios. No faltaban las plantillas o patrones, el compás de puntas, el puntero y el punzón. Para cortar recurría a varios tipos de tijeras. Para cambiar de forma utilizaba mazos de madera, martillos de acero, alicates, uñeta o buril, trancha, potro, bigornia, tas, cincel, La Universal, que era una máquina para hacer molduras, con varios discos, rascadores, tenacillas, baquetón y canutillo. Para el acoplamiento se echaba mano de la cárcel o máquina que comprimía la costura que iba a soldarse, de las limas y del soldador. Para medir se utilizaba el calibre, muy preciso, y el escantillón.

En primer lugar el hojalatero colocaba la plantilla sobre la chapa, marcando el perfil con un puntero. Luego se cortaba con la tijera. Para curvar las piezas se colocaban sobre la bigornia, golpeando con un martillo de acero. Para doblarlas se colocaban sobre el tas, golpeando con un mazo, o bien se usaba La Universal. Para el ajuste de las piezas se empleaba el remache, aunque lo más frecuente era utilizar la soldadura blanda, utilizada ya por egipcios, griegos, romanos y árabes.

Las costuras se plegaban de izquierda a derecha, sujetándolas en la cárcel. Se ponía el estaño sobre la superficie a estañar, que antes se había humedecido con ácido clorhídrico o cloruro de cinc, pasando el soldador caliente, que iría fundiendo el estaño y dejaba la costura soldada.

Los hojalateros construían canalones, tubos de bajada de agua, gárgolas que imitaban la boca de un dragón, marquesinas, que tenían la función de proteger la madera del alero, claraboyas y sombreretes para las chimeneas. También trabajaban los faroles para el exterior y los candiles para el interior de las casas. Construían faroles para landós y tartanas, para las Cofradías y para alumbrar al Santísimo, y faroles de lobo, que utilizaban los pastores en las majadas. Funcionaban con aceite, aunque sólo duraba de dos a tres horas. Por ello el pastor se debía levantar varias veces durante la noche, pues con esa luz el lobo no se acercaba.

Los hojalateros construían piezas para medir los líquidos, zafras para el aceite, aceiteras, regadores, baños, barreñones para fregar, artesas para lavar la ropa, cubos, cántaras, lecheras, embudos, queseras, ollas, tarteras, chocolateras, churreras, flaneras, moldes de mantecados, moldes de pan, calderos, embutidoras, azufradoras, estufas, caloríferos y toda clase de juguetes.

Todavía se conserva en una bodega de la casa solar de la familia Gracián, una zafra grande de aceite firmada por el hojalatero de Saviñán, Luis Calleja. En otras casas del pueblo pueden verse canalones y en el viejo estanco de mi bisabuelo todavía destacan unas gárgolas con boca de dragones.

Luis Calleja Negredo llegaría a Saviñán antes de 1885. El 25 de octubre de ese año casaba en San Pedro de Saviñán con Josefa Cuenca Asensio. Luis tenía veintiocho años, estaba soltero y era natural y vecino de Ledesma, lugar perteneciente a la diócesis de Osma, provincia de Soria. Era hijo de Lorenzo Calleja y de Saturia Negredo, entonces ya fallecida, naturales de Ledesma, Soria.

Josefa Cuenca Asensio tenía veinte años. Era hija de Casimiro Cuenca, de Paracuellos de la Ribera, y de María Asensio, de Saviñán.

En el padrón de 1885, Casimiro Cuenca Gimeno, casado con María Asensio Vincueria, con sus cinco hijos y su nieto Hilario Bernal Cuenca, de tres años, vivían en la calle Mayor nº 36, primero. Al casarse el hojalatero Luis Calleja con Josefa Cuenca, pasaron a ocupar el segundo piso de la casa. En este mismo domicilio aparecen viviendo en los sucesivos padrones parroquiales.

Casimiro Cuenca Gimeno, de Paracuellos de la Ribera, hijo de Vicente y de Cecilia, había casado en San Pedro de Saviñán el 25 de octubre de 1851, con María Asensio Vincueria, hija de Roque y de Pelegrina. En 1852 debió nacer su hijo Santiago, que no fue bautizado en Saviñán, en 1853 María-Antonia, que murió al año siguiente, en 1855 Casimiro, que murió a corta edad, en 1857 Telesfora, en 1859 Casimiro, que murió en 1860, en 1861 Cecilia, en 1863 Manuela, que murió aquel mismo año, en 1864 Pedro, que murió tres años más tarde, y en 1865 María-Josefa. Santiago Cuenca Asensio casó en 1878 con Marcelina Arenas Joven. Telesfora Cuenca casó en 1857 con Antonio Bernal Morales, de Velilla de Jiloca, siendo testigos Joaquín Sanjuán, sacristán, y Constantino Tobajas, arriero. Josefa Cuenca casó en 1885 con Luis Calleja y María Cuenca casó en 1890 con Evaristo Lacruz Lacruz. El 11 de febrero de 1886 moría Casimiro Cuenca Gimeno, de cincuenta y ocho años.

Para el año económico de 1898-1899, la Administración de Hacienda de la Provincia de Zaragoza publicaba las matrículas en el Boletín Oficial de la Provincia de Zaragoza, en cumplimiento del artículo 114 del reglamento de 28 de mayo de 1896. En las correspondientes al Ayuntamiento de Saviñán aparece el hojalatero Luis Calleja, que vivía en la calle Mayor, pagando de matrícula dieciocho pesetas con sesenta y dos céntimos.

En ella también aparece Santiago Cuenca Asensio, que tenía a su cargo una taberna en la calle del Centro. En la misma calle, Telesfora Cuenca Asensio tenía una abacería. También eran dueños de abacerías la viuda e hijos de José Sarto y la viuda de Juan Sarto, ambas en la calle Mayor. Las de Ricardo Sarto y la de Valero Roy Morlanes aparecen las dos situadas en la plaza de la Constitución, la de Félix Ibáñez López se cita en la calle de San Roque, la de Ignacio Lasierra Cimorra en la calle del Centro y la de Roque Gasca Escós en la calle Mayor. Total ocho abacerías. Había otra taberna en la calle Mayor a nombre de Florentino Lázaro Ibáñez. Francisco Pina Crespo tenía a su nombre una paquetería en la plaza de la Constitución, de la que pagaba casi ochenta pesetas. Como vendedores de carnes frescas aparecen Constantino Vallejo Navarro, en la calle del Centro, y Blas Franco Vallejo, en la plaza de la Constitución. Su hermano Manuel Franco Vallejo era tablajero.

Como administradores de fincas aparecen Francisco Mateo Arana e Isidoro Nalda Antón, con domicilio en la calle Laureles. Francisco Mateo era administrador del conde de Argillo.

La fábrica de la luz, con algo más de cuarenta kilovatios a la hora de potencia, iba a nombre de Roque Gasca Escós, por la que pagaba trescientas sesenta y cuatro pesetas, con un céntimo. La viuda y los hijos de José Sarto pagaban por blanqueo de cera para la venta.

Los hermanos Gracián Gasca eran dueños de una piedra que molía trigo más de tres meses y menos de seis, de otra piedra que molía y cernía harina, y de otra que molía centeno, además de dos prensas de palanca para aceite. Juan Lafuente Palacios pagaba por una prensa de husillo, los hermanos Carnicer por una prensa de palanca, y Manuel Cabeza Maestro por otra prensa de palanca.

Lucas Wanreich García era albéitar, Federico Crespo Lozano, notario, Joaquín Alvira Lahuerta, farmacéutico, y como ministrantes aparecen Margarito Cormán Villarreal y Carlos Orna Lozano. También se citan a seis carpinteros: Juan Aparicio López, Elías Cormán Sancho, Juan García Ibáñez, Paula Lafuente Nonay, Delfín Lázaro Moreno y Mariano Polo Melendo. Había entonces tres herreros: Mariano Navarro, Pascual Pérez Vela y la viuda de Juan Sancho Lázaro. Julián Cormán Villarreal era zapatero, con domicilio en la calle del Centro. El médico se llamaba Emilio Jiménez Sierra.

Entre 1892 y 1900 nacerían en Saviñán cuatro hijos del matrimonio formado por Calixto Calleja, natural de Berdejo y oficial del ejército, y Magdalena Vanrrell, de Palma de Mallorca. Calixto era hijo de Simón Calleja, de Ledesma, provincia de Soria, y de Florentina Gil, de Berdejo. Magdalena era hija de Gabriel Vanrell y de Teresa Ramis, de Palma de Mallorca.

En el bautizo de Simón Calleja Vanrrell en 1892, fue madrina Josefa Cuenca, que estaba casada con el hojalatero Luis Calleja. En el padrón parroquial de 1927, la entonces viuda Josefa Cuenca Asensio vivía en el nº 15 de la calle Mayor, con su sobrina Natividad Lacruz.

El 6 de julio de 1942, Natividad Lacruz Cuenca recibió de manos de José-María Gotor, el hábito de hermana de coro, en el altar del coro bajo de la iglesia del convento de carmelitas de la Encarnación de Zaragoza, tomando el nombre de sor Visitación de San José.

Josefa Cuenca Asensio, viuda de Luis Calleja, falleció en Saviñán el 11 de mayo de 1930, a los sesenta y seis años de edad.

BIBLIOGRAFÍA

Archivo Parroquial de Saviñán.
Boletín Oficial de la Provincia de Zaragoza, 1899.
Libro de Fundación. Convento de la Encarnación de Zaragoza.
LORENZO LÓPEZ, Rosa Mª: Hojalateros, cencerreros y romaneros, Salamanca, 1991.

De Gentes de mi tierra, 2009

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