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Las Concordias de 1681 y 1760

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | A mediados del siglo XV la Morería de Saviñán estaba rodeada de muros con puertas. En la plaza de la Morería se encontraba la mezquita, el horno y las casas del alamín. La Comunidad de Aldeas de Calatayud, que compró la Morería o Señoría de Saviñán en 1434, arrendaba las rentas, los frutos, el horno y el ruejo. El primer arrendamiento que conocemos data de 1602, por espacio de seis años. Jerónimo Calavera pagaba por ello 28.000 sueldos. Rodrigo Ximeno fue el arrendador de 1609 a 1615, Diego Lafuente de 1708 a 1714, Miguel de Afuera lo era en 1729, Pedro Villalba de 1732 a 1738 y José Gumiel de 1738 a 1744, de 1744 a 1750 y de 1750 a 1756. Juan Lafuente lo era de 1756 a 1762 y Domingo Carnicer de 1762 a 1768.

En la nueva Carta de población de 1612, dada por la Comunidad de Aldeas de Calatayud a los nuevos pobladores, tras la expulsión de los moriscos en 1610, se decía que los nuevos vecinos debían pagar anualmente una cantidad por el arrendamiento del horno y del ruejo, donde debían llevar los panes a cocer y a deshacer las olivas. Debido a la dureza de estas condiciones y a las malas cosechas, en la primera mitad del siglo XVIII varios vecinos de la Señoría mudaron de domicilio a otros lugares, sin abandonar sus bienes, en contra de lo estipulado en la Carta. En 1743 y 1759, la Comunidad de Calatayud acudió al Consejo de Castilla, solicitando de este tribunal una Real Provisión para publicar un edicto y hacer volver a los vecinos ausentes en un plazo determinado, perdiendo sus bienes en el caso de no hacerlo.

José Gracián nos cuenta que en 1660 el río Jalón sufrió grandes avenidas, que afectaron a azudes y riegos, destruyendo el molino harinero del lugar, propiedad de la familia Heredia, situado a orillas del río en Carcenique, y afectando gravemente a las casas de la Señoría. La Comunidad de Aldeas de Calatayud se vio obligada a levantar nuevas casas para sus vasallos, contratando treinta casas en 1678 con varios obreros de villa, que debían darlas acabadas en 1679. Miguel Yepes, de Saviñán, debía levantar cinco casas. Tras varios años sin molino, el Ayuntamiento levantó uno nuevo a salvo de avenidas en terrenos de la Señoría, con aprobación de la Junta de Gobierno de la Comunidad de Calatayud, que no tendría ninguna jurisdicción sobre él, cerca de la acequia de Jumanda, de la que tomaba el agua por unas canales, que iban a desaguar en el río Jalón.

Al quedarse sin casa, varios vecinos de la Señoría pasaron a vivir a Saviñán, que era lugar de realengo. La Comunidad no cumplió con los plazos acordados para la construcción de las casas, pues en 1681, tras continuos pleitos, la Comunidad, el Concejo y el Capítulo Eclesiástico de Saviñán pactaron una Concordia para poner un poco de orden en la vida municipal de ambos lugares. En ella se estipulaba que las casas de la Señoría debían estar acabadas antes de cuatro años. Pasado este tiempo, los vasallos que viviesen en realengo serían tratados como huéspedes.

Las partes reconocieron entonces que los pleitos los habían ocasionado los límites y la nueva fábrica de la Señoría. Por ello acordaron que, saliendo a mano derecha desde el arco antiguo, llamado de la Señoría, la limitación discurría por las paredes de las casas de Jerónimo Osen, herederos de Alfonso Asensio y corral de Juan Gasca, continuando por las paredes del molino de aceite de la Señoría, el corral del Concejo, que quedaban comprendidos en la Señoría, y la ermita de Santa María, que quedaba en realengo.

Desde allí la limitación continuaba por la esquina baja de la iglesia de San Miguel, parroquia de la Señoría, que a través del muro llegaba hasta la esquina del río, junto a la huerta de Diego Muñoz de Pamplona, que era de realengo. Al lado de la parroquia de San Miguel se levantaba su cementerio parroquial, protegido con tapias, que llegaría hasta la ribera del río. Entre la parroquia de San Miguel y su cementerio, y la huerta de Diego Muñoz, discurría un camino que conducía a los campos a través de un puente sobre el río. La entrada al pueblo se hacía por la calle de Santa María.

La limitación de la Señoría seguía discurriendo por la ribera del río, hasta las casas de Juan Paciencia y su encuentro con la derivación de la acequia de Jumanda, que utilizaba el molino de harina. Una calle llevaba hasta este molino y otra, desde el molino, conducía de nuevo a la puerta de la Señoría, cerrando el círculo. Estas dos calles eran de realengo. Recordemos que la carretera actual, que cruza por la Señoría, se abrió en 1914. Desde estas canales de desagüe del molino hacia el norte tampoco había paso, pues todo estaba ocupado por campos y huertas, que tenían su entrada por San Antonio. Para llegar al tejar y a unos huertos cercanos, sin dar la vuelta por San Antonio, se podía cruzar desde la puentecilla del Maltés, cercana al portal de la Señoría, por el llamado "el pasillo", pagando esta licencia en pollos, según cuenta José Gracián.

A la ermita de Santa María la sostenía la Cofradía Mayor, con rentas de tierras propias y otros ingresos por legados, de la que formaban parte vecinos de Saviñán, Paracuellos, Embid y Santos, cuyos eclesiásticos se turnaban en los oficios semanales. En 1681 cayó un "paretón" de la torre de Santa María, matando a un pastor. En 1597 Pedro de Campos, de Paracuellos de la Ribera, firmaba una capitulación y concordia con el Concejo de la Señoría de Saviñán, para levantar un molino de aceite.

En esta Concordia de 1681 se decía que el vicario de San Miguel y los vasallos de la Señoría, podían hacer procesiones por todas las calles reales de Saviñán, siempre que no se encontraran con las procesiones que salieran de la parroquia de San Pedro. La Comunidad entregaría 400 sueldos al Capítulo de San Pedro, para que administrase los sacramentos a los vasallos que vivían en realengo. En las visitas de los obispos, Saviñán pagaría dos partes de los gastos ocasionados y una parte la Señoría. Los vecinos de la Señoría, que no excederían nunca de sesenta, podían pastar con sus ganados gruesos en los términos de Saviñán, no así con los ganados menudos, que sí podrían hacerlo en caso de faltar carne para el abasto de la carnicería. Ningún vecino de Saviñán podía avecindarse en la Señoría, si no era por haber contraído matrimonio o por haber heredado hacienda en ella, sin exceder nunca el número de sesenta vecinos. La Señoría pagaría su parte para hacer frente a los salarios del médico, cirujano y maestro de niños.

Los jurados de Saviñán o sus lugartenientes podrían entrar dentro de la limitación de la Señoría con las varas levantadas, en las procesiones que hiciera la parroquia de San Pedro y que pasasen por la limitación de la Señoría. También podían llevarlas en alguna visita del Bayle General del Reino o del procurador de la Comunidad al lugar de Saviñán, yendo en su obsequio y acompañándoles a la Señoría.

En 1721 la Comunidad de Calatayud quiso vender las Señorías de Terrer y Saviñán, pues estaba fuertemente empeñada. En 1733 Saviñán exigía que se cumpliera la Concordia de 1681, pues aún no se habían acabado de construir todas las casas. En 1760 las partes aprobaron una nueva Concordia, que anulaba la de 1681. En ella se pactaba que la Comunidad entregaría al Capítulo Eclesiástico de San Pedro las décimas y primicias, a cambio de que pagara al vicario de San Miguel su congrua necesaria, proveyendo de cera, aceite, jocalias para el culto y los gastos de las visitas del obispo. Tampoco cobraría por administrar los sacramentos a los vecinos de la Señoría que vivieran en realengo. El Ayuntamiento de Saviñán no cobraría el llamado título de cargo ordinario, por dejar vivir en el lugar a los vasallos de la Comunidad. Las procesiones de Jueves y Viernes Santo, y de las Letanías, podían pasar por la Señoría. Las procesiones de San Miguel no saldrían de su distrito. Los salarios del médico, cirujano y maestros se pagarían por reparto vecinal, así como el resultado del arrendamiento de las hierbas y menudos de la carnicería.

El 8 de noviembre de 1762 la Audiencia dio a conocer algunos reparos sobre ciertos artículos de esta Concordia, que no sabemos si entonces fueron corregidos. En un pleito civil de 1809 se hacía referencia a una Concordia, dada en Madrid el 29 de noviembre de 1765, compulsando algunos capítulos de la misma. Por su contenido podemos pensar que se refiere a la Concordia pactada el 25 de abril de 1760, que todavía guardaría algún reparo para poder aprobarse definitivamente.

Los moriscos o cristianos nuevos que morían en realengo, se enterraban en el cementerio de San Miguel. Algunos dejaban alguna limosna al Capítulo de San Pedro, por el acompañamiento y "maestraje" de su cadáver hasta el cementerio de San Miguel y alguna cantidad para misas. En la Concordia de 1760 se decía que el Capítulo de San Pedro debía acompañar con la cruz a los que habían fallecido en Saviñán, hasta el mismo portal de la Señoría, sin exigir los 2 pesos que se cobraba por ello, en el caso de ser enterrados en la parroquia de la Señoría. En el caso de recibir sepultura en su cementerio, el vicario o regente cobraría 5 sueldos y el sacristán 1 sueldo.

Según se apunta en el Tomo 4º de la parroquial de la Señoría, el 12 de abril de 1841, por mandato de la Regencia de España, se habían unido los dos pueblos en cuanto a sus vecinos, aunque los de la Señoría quedaban sujetos a la parroquia de San Miguel hasta la muerte de su último vicario, acaecida en 1879.

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