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Los canónigos Martínez de Saviñán

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Blas Matías Sanjuán, en su Catálogo de dignidades, canónigos y prelados de la Santa Iglesia de Zaragoza y su Universidad literaria, manuscrito de 1770, dice que José Martínez Arisco, natural de Saviñán, entró por provisión del papa el 3 de enero de 1662, detentando la canonjía nº 15 de La Seo de Zaragoza, muriendo el 18 de febrero de 1697. Fue rector de la Universidad de Zaragoza en 1693. En uno de los cuadros que adornan la capilla de la Virgen del Rosario de la parroquial de Saviñán, levantada a expensas de la familia Martínez, se lee claramente el segundo apellido del benefactor, José Martínez Asensio, que bien pudo cambiar su segundo apellido, poco eufónico, por el de Asensio. José Martínez Saldaña, por coadjutoría de su tío José, entró el 19 de mayo de 1690 y de principal el 27 de febrero de 1697, detentando la misma canonjía de La Seo. Murió el 14 de abril de 1735. Fue rector de la Universidad de Zaragoza en 1695, 1712 y 1719, y regidor del Hospital de Ntra. Sra. de Gracia de Zaragoza entre los años 1731 a 1736. Pedro Martínez Asensio, hermano de José, fue deán de la catedral de Teruel. El 22 de diciembre de 1678 tomó posesión del deanato, muriendo el 24 de enero de 1687. Los Martínez de Saviñán pertenecían a una familia infanzona oriunda de Ariza, que se instaló en Saviñán en el siglo XVI.

Jerónimo Borao, en su Historia de la Universidad de Zaragoza, confirma los años en que fueron rectores José Martínez Saldaña y su tío José Martínez Arisco. Blas Matías Sanjuán lo fue en 1780 y el mismo Jerónimo Borao en 1855 y 1856.

Por estos cuadros existentes en la parroquial de Saviñán, podemos contemplar los retratos en actitud orante de los canónigos Martínez de Saviñán. Un retrato de Jerónimo Borao se publicó en las páginas de la primera Revista de Aragón (1878-1880), poco después de su muerte, acaecida en 1878, debido a la pluma de Agustín Peiró, escritor festivo, periodista, dibujante e impresor, entre un largo etcétera. Juan Moneva nos cuenta en sus Memorias que el escultor Félix Oroz Libaros, en torno a 1860, prestó al diablo del grupo escultórico de San Miguel, en la portada de la iglesia zaragozana de San Miguel de los Navarros, los rasgos fisonómicos de Borao. Este grupo de San Miguel con el diablo es obra del escultor bilbilitano Gregorio de Messa, obra realizada a finales del siglo XVII. Lo cierto es que el diablo tuvo que sustituirse a consecuencia del deterioro provocado por la intemperie. Oroz y Borao habían estudiado en el colegio de los Escolapios y ya por entonces el joven Borao se había ganado entre los padres escolapios el apelativo de "diablo". Así contestó Oroz a las críticas de la madre de Borao: "No hay ofensa en esto, señora; cada artista se representa de un modo particular a cada ser incorpóreo a quien ha de dar figura humana; y yo me represento al diablo en la figura de Jerónimo; sólo tengo que agregarle el rabo. Las tufas de la cabeza y la perilla él se las trae; de los cuernos del diablo, ni hablar, señora, esos son del diablo solamente".

De esta forma describe el historiador Julián Gallego la figura de Ramón Pignatelli, obra del escultor Antonio Palao: "Subido en su pedestal con sus gruesas pantorrilas, en casaca de faldones, su capa plegada, clerical y corta, su pelo recogido tras la nuca, un papel en la mano derecha y el sombrero de tres picos bajo el brazo izquierdo, don Ramón tiene aspecto de un compositor de corte germánica, de un maestro de capilla de Manheim o de Dresde, que se dirige tranquilamente a la catedral para ejecutar ante un príncipe-arzobispo esa cantata que lleva arrollada".

Pocos meses después de la muerte de Ramón Pignatelli, el conde de Sástago escribió el 5 de enero de 1794 al rector de la Universidad de Zaragoza, comunicándole la idea de la erección de un monumento que recordara su figura. Pero esta idea no cuajó. Otras tentativas hubo en 1849 y 1851. En 1857 la Diputación Provincial de Zaragoza, por medio de su presidente, comunicó el 1 de octubre al director del Canal Imperial de Aragón el proyecto del monumento a Pignatelli, con un presupuesto de seis mil duros. La Junta del Canal se adhirió a la idea y solicitó a la reina su ayuda para costearlo. Por Real Orden de 30 de noviembre se concedieron setenta mil reales. La primera piedra fue colocada en la Glorieta, actual Plaza de Aragón, el 5 de noviembre de 1857, en presencia de la infanta María Luisa Fernanda de Borbón y su esposo el duque de Montpensier. La escultura la realizó Antonio Palao, director de Escultura de la Real Academia de Bellas Artes de San Luis, que se sirvió de las copias que Alejandro de la Cruz y Narciso Lalana habían hecho del retrato ejecutado por Goya hacia 1790. El monumento se inauguró el 24 de junio de 1859, aniversario de la llegada de las aguas del Canal a Zaragoza, siendo trasladado a su actual emplazamiento en el Parque Pignatelli en 1904 y reinaugurado el 17 de octubre de aquel año. En su lugar se levantó el monumento al Justiciazgo, personificado en Juan V de Lanuza, fundido en los talleres Averly de Zaragoza.

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