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Frases de Baltasar Gracián


Baltasar Gracián y Morales. (Belmonte de Gracián (Calatayud), 8 de enero de 1601 - Tarazona (Zaragoza), 6 de diciembre de 1658) fue un escritor español del

Siglo de Oro que cultivó la prosa didáctica y filosófica. Entre sus obras destaca El Criticón -alegoría de la vida humana- que constituye una de las novelas más importantes de la literatura española, comparable por su calidad al Quijote o La Celestina.

Nacido en Belmonte de Gracián, muy cerca de Calatayud, en 1601, las noticias sobre su infancia son muy escasas. Todo indica que estudió letras desde los diez o doce años en su ciudad natal, quizá en el colegio de jesuitas de esta localidad. Hacia 1617 debió residir uno o dos años en Toledo con su tío Antonio Gracián, capellán de San Juan de los Reyes, donde aprendería lógica y profundizaría en el latín.

En 1619 ingresó en el noviciado de la provincia jesuítica de Aragón, situado en Tarragona, en el que se le dispensó de los dos años preceptivos de estudio de humanidades debido a su excelente formación anterior. En 1621 volvió a Calatayud, donde cursó dos años de Filosofía. De esta etapa data su aprecio por la ética, que influyó en toda su producción literaria. Otros cuatro cursos de Teología en la Universidad de Zaragoza completaron su formación religiosa.

Ordenado sacerdote en 1627, comenzó a impartir Humanidades en el Colegio de Calatayud. Parece ser que fue un periodo grato, pero pocos años más tarde tuvo graves enfrentamientos con los jesuitas de Valencia, adonde fue trasladado en 1630. De allí pasó a Lérida en 1631 para encargarse de las clases de Teología Moral. En 1633 viajó a Gandía para enseñar Filosofía en el colegio jesuita de la villa y se renovaron las enemistades con sus antiguos correligionarios valencianos.

En el verano de 1636 volvió a tierras aragonesas, a Huesca, como confesor y predicador. Esta ciudad tuvo una importancia capital en la vida del jesuita, puesto que con el apoyo del erudito mecenas Vincencio Juan de Lastanosa pudo publicar su primer libro: El Héroe (1637).

Vista en conjunto la producción de Baltasar Gracián, podemos observar una estrecha relación con su biografía. Desde el juvenil entusiasmo por el triunfo y la gloria del hombre ejemplar, configurado en El Héroe, se llegará al desengaño de la vejez y la muerte en los últimos capítulos de El Criticón. Así se presenta como escritor en 1637 en el prólogo "Al lector" de El Héroe:

"¡Qué singular te deseo! Emprendo formar con un libro enano un varón gigante y, con breves períodos, inmortales hechos. Sacar un varón máximo; esto es milagro en perfección (...)"

Dos tratados más continuarían esta línea de delinear el hombre perfecto: El Político, que extrae tales cualidades del rey Fernando el Católico, y El Discreto, un manual de conducta para el hombre en sociedad, sea cual sea su posición en ella.

Por otro lado, Gracián dedicó grandes esfuerzos a elaborar un tratado de estética literaria barroca: la Agudeza y arte de ingenio, que refunde una versión anterior titulada Arte de ingenio, tratado de la agudeza. Allí teoriza sobre el "concepto" y propone una nueva retórica basada en la praxis barroca que se distancia, en parte, de la tradición aristotélica de la Poética, pues su análisis está fundamentado en textos, que a su vez ejemplifican una clasificación de los distintos tipos de agudeza de su propia invención.

Toda la obra de Gracián, ocupada siempre de su aplicación práctica a la vida del hombre, tiene por objeto la Filosofía Moral. Las ideas acumuladas en tratados anteriores sobre el modo de conducirse en el mundo son sintetizadas y reunidas en el libro más lacónico y sentencioso de su producción, el Oráculo manual y arte de prudencia. Con él culmina el proyecto de "manuales del vivir" para la persona cabal, y en él también se subsumen, probablemente, libros proyectados -en El Discreto se habla de los "doce gracianes", que se titularían "El Atento", "El Galante"- que no llegaron a ver la luz.

Fue admirado por moralistas franceses de los siglos XVII y XVIII, y en el XIX por Schopenhauer, quien recibió la influencia del pensamiento graciano y tradujo al alemán el Oráculo manual y arte de prudencia. Esta versión, muy fiel al espíritu del aragonés, fue conocida por Nietzsche, que dijo en una de sus cartas: "Europa no ha producido nada más fino ni más complicado en materia de sutileza moral". Gracias a ellos la obra del filósofo español fue objeto de estudio en la universidad alemana.

Solo le quedaba ensayar la fabulación. Poner todo su trabajo de investigación retórica al servicio de una novela, que fuera a la vez tratado de filosofía moral, bajo el género que él mismo denominó "agudeza compuesta fingida", lo que viene a significar "alegoría novelada". Se concretó en las tres partes de El Criticón, que recorre todo el ciclo de la vida de un hombre, que debe, además, vencer a las circunstancias del mundo en crisis de la sociedad del barroco.

El último libro que publicaría, quizá por hacer una concesión a los oficios propios de la orden jesuita, que no veía con buenos ojos su abordar la lucha por la vida siempre al margen de auxilio cristiano, fue El Comulgatorio. Es el único que publicó con su auténtico nombre y cumplió con la preceptiva revisión por parte de los censores de su orden. Sin embargo, tras la aparición en 1657 de la tercera parte de El Criticón -de nuevo sin consentimiento de la Compañía y con su conocido (a estas alturas) seudónimo de Lorenzo Gracián-, el aragonés fue confinado a una celda y castigado a ayuno riguroso. Los tintes pesimistas que destila El Criticón corren parejas con su última peripecia vital.

Frases de Baltasar Gracián

64. A los veinte años un hombre es un pavo real; a los treinta, un león; a los cuarenta, un camello; a los cincuenta, una serpiente; a los sesenta, un perro; a los setenta, un mono; y a los ochenta, nada.

65. ¿Cuál puede ser una vida que comienza entre los gritos de la madre que la da y los lloros del hijo que la recibe?

66. Tened paciencia y tendréis ciencia.

67. Tiene la mentada fortuna muchos quejosos y ningún agradecido.

68. No hay en el mundo señorío como la libertad del corazón.

69. Eso tiene el vivir aprisa, que las tempranas mocedades ocasionan anticipadas vejeces.

70. Las verdades que más nos importan vienen siempre a medio decir

71. Obró mucho el que nada dejó para mañana.

72. En la boca del viejo todo lo bueno fue, y todo lo malo es.

73. Nace bárbaro el hombre; y se redime de bestia cultivándose.

74. Es tan difícil decir la verdad como ocultarla.

75. Aprobarlo todo suele ser ignorancia, reprobarlo todo, malicia.

76. La esperanza es un gran falsificador.

77. La fortuna se cansa de llevar siempre a un mismo hombre sobre las espaldas.

78. Señal de tener gastada la fama propia es cuidar de la infamia ajena.

79. Todo juez de sí mismo halla luego textos de escapatoria.

80. El más poderoso hechizo para ser amado es amar.

81. No es menester arte donde basta la naturaleza. Sobra la afectación donde basta el descuido.

82. Todos los mortales andan en busca de la felicidad, señal de que ninguno la tiene. Ninguno vive contento con su suerte.

83. Ciencia sin seso, locura doble.

84. La confianza es madre del descuido.

85. El primer paso de la ignorancia es presumir de saber, y muchos sabrían si no pensasen que saben.

86. Ninguno hay que no pueda ser maestro de otro en algo.

87. Es la verdad una doncella tan vergonzosa cuanto hermosa y por esto anda siempre tapada.

88. No hay maestro que no pueda ser discípulo.

89. Cada uno muestra lo que es en los amigos que tiene.

90. La retentiva es el sello de la capacidad.

91. La amistad no se compra, aunque muchos la venden, que los amigos comprados no lo son y valen poco.

92. El no y el sí son breves de decir pero piden pensar mucho.

93. Por grande que sea el puesto, ha de mostrar que es mayor la persona.

94. La cortesía es la principal muestra de cultura.

95. La costumbre disminuye la admiración, y una mediana novedad suele vencer a la mayor eminencia envejecida.

96. Donde acaba el deseo comienza el temor.

97. Tan gloriosa es una bella retirada como una gallarda acometida.

98. Es dicho de dormilones que por mucho madrugar no amanece más temprano.

Taringa! (15-1-2011)

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