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Algunos libreros de Calatayud
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FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | A finales del siglo XVII aparecen dos imprentas en Calatayud. La de Cristóbal Gálvez y la de José Vicente de Mola. La de Cristóbal Gálvez, situada en la Rúa, publicaría en 1678 unas Meditaciones para el Santo Vía Crucis; en 1680 Un Confessonario y resumen de las mayores devociones que hay en el mundo, de Manuel de Azebedo; en 1683 una Pratica y teorica de las apostemas en general y particular. Questiones y praticas de cirugía, de heridas, llagas y otras cosas nuevas y particulares, del licenciado Pedro López de León, y unas Ordinaciones Reales de la Ciudad de Calatayud, hacia 1683.
La de José Vicente de Mola sacó tres obras entre 1688 y 1692, con los títulos: Pecadora santa: vida de Santa María Magdalena, de Juan Esteban de la Torre, y Pratica y teorica de las apostemas, del licenciado Pedro López de León, con ediciones en 1689 y 1692.
El 15 de enero de 1689 y ante el notario bilbilitano Juan Antonio de Rada, Benito Muñoz Serrano Pujadas y Cunchillos, como patrón de los legados de monjas y matrimonios fundados por Juan Ochaz Ceberio, otorgó haber entregado 2000 sueldos a Polonia Gálvez, que había contraído matrimonio con Tomás Anchuela, mercader de libros de Daroca. Polonia era biznieta del pintor Juan Florén y de Francisca Francés, cuyos descendientes habían sido llamados a estos legados, por el último testamento otorgado por su fundador, Juan Ochaz Ceberio.
El 2 de diciembre de 1691 y ante el mismo notario, Tomás Anchuela, librero de Daroca, expuso que Cristóbal Gálvez, librero ya fallecido y vecino que fuera de Calatayud, había dejado heredera a su esposa Teresa Florén, por su último testamento, con el cargo de pagar a su hija Polonia Gálvez 1000 sueldos cuando tomara estado. Tomás Anchuela y Polonia Gálvez, entonces ya fallecida, habían contraído matrimonio y Teresa Florén había entregado a su hija 80 libras, de las que 50 libras, tenía obligación de entregarle, por el testamento de su esposo, según un instrumento público de capítulos matrimoniales otorgado ante el notario Juan Francisco Yanguas. Por ello, por haber fallecido Polonia, Tomás Anchuela otorgó haber recibido las 80 libras, del que no había hecho recibo.
El mismo día, Valero Gálvez, librero de Daroca, señalaba que Cristóbal Gálvez, su hijo ya fallecido, había otorgado último testamento, en el que nombraba heredera a Teresa Florén, su esposa, con cargo de pagar a Valero Gálvez y Raimunda Gálvez, hijos de Teresa y nietos de Valero, 50 libras a cada uno cuando tomaran estado, nombrando a este último tutor curador de los bienes de Valero y Raimunda, según instrumento público de testamento, otorgado en Calatayud ante Juan Francisco de Yanguas. Por esta razón, Valero Gálvez, como tutor de Valero y Raimunda, reconocía haber recibido de Teresa Florén 100 libras.
El 8 de enero de 1704 y ante el notario bilbilitano Manuel de Ciria, el librero Diego Pérez de Altube otorgaba tener una comanda del preboste de la Cofradía de la Piedad, fundada en el convento de San Benito, de 605 sueldos.
Entre los maestros hermanos de esta Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad en 1753, aparece citado el librero Diego de Altube, padre. Y entre los cofrades a partir de 1789 lo hace el librero Diego de Altube, hijo.
El maestro librero Diego de Altube, había presentado un memorial al corregidor de la ciudad de Calatayud, donde exponía que era hijodalgo, pidiendo la exención de las cargas vecinales y la exoneración de las cargas de la Cofradía de la Piedad, a la que pertenecía. El 8 de mayo de 1766, en una reunión extraordinaria convocada por el preboste de esta cofradía, los diecinueve cofrades que asistieron a ella, acordaron consultar con un abogado sobre estas exenciones de hidalguía, que alegaba Altube. En el dictamen del abogado se recogía que Altube estaba obligado, como todos los hermanos, a cumplir con sus obligaciones con la cofradía, siguiéndose un recurso contra Altube a expensas de los mismos cofrades.
El 3 de mayo de 1758, la Cofradía de la Piedad aprobó que Altube encuadernara los cinco "cavos de ordenanzas de los gremios y oficios de la cofradía, en cuenta de los espirituales que debía".
El impresor Juan de Aguirre se instalaría en Calatayud en 1761, trabajando hasta 1792. La mayoría de sus impresos son administrativos y coinciden con la época en que la ciudad era cabeza del Corregimiento.
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