La Comarca de Calatayud
Archivo Bibliográfico - Enciclopedia - Directorio de Empresas - Páginas de Calatayud - Noticias - Tienda - Foro - Tablón de Anuncios

Inicio/ Noticias de Calatayud

Páginas de Calatayud
GEOGRAFÍA E HISTORIA
PATRIMONIO ARTÍSTICO Y MONUMENTAL
LITERATURA
FERIAS, FIESTAS, TRADICIONES
ARTE Y ARTISTAS
BIOGRAFÍAS
TURISMO
HOTELES Y RESTAURANTES
VIAJES
ECONOMÍA
DATOS ESTADÍSTICOS
INDUSTRIA Y COMERCIO
ADMINISTRACIONES PÚBLICAS
SALUD
DEPORTE
TRABAJO
ENSEÑANZA
INFORMÁTICA
ASOCIACIONES Y COLECTIVOS
MEDIOS DE COMUNICACIÓN
VARIOS

Búsqueda de información
Google
PUBLICIDAD

Juan de Perusa y Pedro de Saxoferrato:
los mártires que precedieron a Jaume I

En 1238 Jaume I conquistaba Valencia para la Corona de Aragón y para la fe cristiana. Justo diez años antes, fallecían en nuestra ciudad dos hermanos franciscanos formados nada más y nada menos que con el fundador de la orden que profesaban, San Francisco de Asís. Juan de Perusa y Pedro de Saxoferrato fueron dos mártires de origen italiano que dieron su vida en un histórico lugar de la urbe ya desaparecido, la medieval 'plaça de la Figuera', quizá de otro nombre en época islámica. Tanto Juan de Perusa como Pedro de Saxoferrato gozan de gran fama en Teruel, donde vivieron durante cerca de una década. La ciudad de los amantes, la que existe, conmemora cada 29 de agosto la fiesta de estos dos 'Santos' Mártires copatronos de la población aragonesa. Y lo hacen como fiesta grande, con procesión vespertina que pasa por la casa franciscana, el obispado y el ayuntamiento. Sin embargo, apenas son conocidos en nuestro territorio, pese a encarnar el liderazgo de la devoción cristiana de aquel momento -en la actualidad casi incomprensible-, de comienzos del siglo XIII. El previo entrecomillado de santos responde a que la Iglesia les concedió el título de beatos ya en época moderna. El fervor popular, especialmente de Teruel y de Valencia durante los siglos XVII y XVIII, terminó por conceder de manera oficiosa el ansiado título de santos, aunque el reconocimiento oficial jamás llegase. Si desean conocer un pequeño fragmento de nuestra remota historia y alguna curiosidad para alimentar el alma (tan necesitada de pábulo emocional ante el final del período vacacional), esta es una buena oportunidad. Aparecerán personajes universales como San Francisco de Asís, controvertidos como el rey Sayyid-Abu-Zayd, cuyo gigantesco nombre que no reproduzco se acotó e inmortalizó en nuestro callejero como Moro Zeit, fascinantes como Jaime I, y, cómo no, los protagonistas de esta semana, probablemente ajusticiados el 29 de agosto de 1228 en el terreno hoy ocupado por la plaza de la Reina en su conexión con la calle del Mar.

De entre la infinidad de celebridades que la historia ha dado, uno de los más carismáticos fue San Francisco de Asís. No es una opinión personal. Con sumo respeto, el documentado tejemaneje que hizo la Iglesia con los primeros textos que atendieron a su vida no deja de apuntar a una realidad: Giovanni di Pietro Bernardone (nombre civil), más tarde Francisco de Asís, aportó toda una renovación del mensaje evangélico. Aunque basado en el amor, sus tesis mostraron un carácter revolucionario que no casaba muy bien con ciertos poderes establecidos. Es cierto que 'Il Poverello d'Assisi' consiguió en 1209 la autorización papal para fundar la orden, pero no menos real es que pocos años después de su muerte la circulación de diversas biografías no oficiales, ajenas al control institucional, levantó todo tipo de suspicacias sobre la diferencia de lo que Francisco predicaba y el 'modus vivendi' de sus sucesores. Tantas, que acabaron por quemarlas todas, o eso creyeron, para escribir una nueva Vida del santo mucho más acondicionada a los tiempos que se vivían. Les cuento todo esto para contextualizar el origen de Juan de Perusa y Pedro de Saxoferrato, aunque deba advertirles de que la documentación sobre sus vidas sea cerca de un siglo posterior a cuando transcurrieron. Sus apellidos denotan el lugar de nacimiento (dos poblaciones italianas), pero lo verdaderamente relevante para esta historia es que fueron discípulos del propio San Francisco. Quizá formaron parte del primer capítulo de la orden celebrado en 1217 en Asís, donde se dictaminó la creación de misiones con el propósito de llevar a la fe cristiana a los infieles del mundo conocido. El propio San Francisco de Asís partiría dos años después con tal propósito. Primero hacia Egipto y luego hacia Tierra Santa. Por su parte, Juan de Perusa y Pedro de Saxoferrato fueron enviados al Reino de Aragón, en cuyos límites se dirimían cruentas batallas entre huestes cristianas y musulmanas para gobernar el territorio. Los dos franciscanos se afincaron en Teruel, según algunas fuentes en 1217. Otros estudios se inclinan por el año 1220. Sí convergen estas fuentes en que ambos estuvieron presentes la última fecha señalada, en el primer capítulo de la orden, celebrado en el reino aragonés, en Zaragoza en concreto. También coinciden en indicar que en el año 1228 decidieron predicar en Balansiya, aun a sabiendas del previsible destino que les esperaba. Seguían así un modelo de entrega cristiana que evocaba a los primeros mártires, difusores del mensaje evangélico en lugares paganos. Con una salvedad, en la época de Juan de Perusa y Pedro de Saxoferrato el lugar más hostil en el que predicar la Palabra era el dominio musulmán. Conviene aclarar que el grado de animadversión entre los dos credos era muy variable en función de la tolerancia personal de los correspondientes líderes, y esta comprensión fluctuaba al ritmo de los cambios coyunturales.

El gobernador de Balansiya en 1228 era Sayyid-Abu-Zayd (el popular Moro Zeit), uno de los últimos representantes de un linaje al mando de un imperio basado en la ortodoxia islámica y con las horas contadas. Así las cosas, en la planificación de la predicación valenciana de Juan de Perusa y Pedro de Saxoferrato se contaba con que la reacción natural del almohade Sayyid-Abu-Zayd sería el dictamen de la pena capital sobre ellos. Poco tiempo después de su llegada y tras su paso por el único templo cristiano supérstite (San Vicente de la Roqueta), el moro Zeit ordenó cual Reina Roja de Lewis Carroll: ¡Que les corten la cabeza! La decapitación pública tuvo lugar en la que pocos años más tarde se conoció como plaça de la Figuera. Para la mayoría de autores, fue el 29 de agosto de 1228. Casualidad o no, era el mismo día en que la Iglesia -en especial la prestigiosa Orden del Temple- celebraba ya entonces la decapitación de San Juan Bautista. La leyenda dice que uno de los dos mártires le dejó un póstumo recadito a Zeit: "Escucha Abu Zeit, rey de los moros, llegará el día en que te convertirás, tomarás nombre cristiano y serás repudiado por tu propio pueblo". Los restos de los misioneros italianos fueron recogidos por los pocos fieles que habitaban la urbe, a sabiendas de su valor espiritual.

Durante el suplicio habrían profetizado la conversión de Sayyid-Abu-Zayd Teruel conmemora cada 29 de agosto la fiesta en honor de estos dos santos mártires. La leyenda dice que uno de los dos mártires le dejó un póstumo recadito al rey musulmán Moro Zeit se convertía al cristianismo en 1236 y se bautizaba como Vicent Bellvis

Mientras tanto, Jaime I y sus ejércitos estaban expandiendo el dominio cristiano y creando el germen de nuevos reinos. En 1229 el Conquistador preparaba en Calatayud el asalto a las Baleares cuando en Valencia estalló una revuelta entre dos facciones islámicas que finiquitaron el liderazgo de Zeit en Balansiya. Este escapó por los pelos y se retiró inicialmente a Segorbe, para luego dirigirse a Calatayud, donde realizó un pacto con Jaime I -el Convenio de Calatayud-, por el que Zeit comenzaba a dar los primeros pasos en la colaboración con el rey cristiano. En realidad fue algo más complejo, pero hemos de volver a los dos franciscanos. En cualquier caso, en 1236 moro Zeit se convertía al cristianismo y se bautizaba como Vicent Bellvis. Bellvis, el otrora Sayyid-Abu-Zayd, fue recompensado con diversas donaciones por parte de Jaime I, falleciendo, ya anciano, en la población de Argelita, en la comarca del Alto Mijares.

Lo que ocurrió en Valencia en 1238 ya lo saben. Pero, ¿qué fue de los cuerpos de Juan de Perusa y Pedro de Saxoferrato? Según algunas crónicas, determinados hombres de confianza de Jaime I habrían sugerido al monarca que protegiera el recuerdo de los dos humildes religiosos que pocos años atrás pretendieron predicar la Palabra de Cristo. Antes de la toma de Valencia, el Conquistador habría negociado con el nuevo gobernador musulmán Zayyán la entrega de algunos presos infieles a cambio de recibir los restos de los frailes franciscanos para poder garantizar su cuidado. El mismo Jaime I habría llevado aquellas reliquias a Teruel a mitad de siglo, donde se veneran desde tiempos inmemoriales.

En Valencia consta que generaron gran devoción hasta bien entrado el siglo XIX. A ello ayudó, ya en 1860, el desenterramiento de unos restos humanos en el ya entonces desamortizado convento de San Francisco. Pertenecían, según rezaba un antiguo pergamino en latín junto a ellos encontrado, a Vicentius Belvis. Asimismo, el texto daba noticia de "duos innocentissimos viros beatos Joannem de Perusia et Petrum de Saxo-Ferrato seraphici patris francisci filios".

Las Provincias (26-8-2018)


Altas/Modificaciones - Contacto - Información
© Calatayud.org 1999-2018