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Viejos problemas, nuevas ideas

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | En estos días en los que se debaten diferentes ideas para el futuro de Aragón, todos aciertan a ver el desequilibrio que hay entre la población urbana y la rural. Este problema, que no es nuevo en la historia de Aragón, ya fue tratado por Juan Pío Membrado y Ejerique, en una conferencia leída en el Centro Mercantil, Industrial y Agrícola de Zaragoza el 26 de marzo de 1911, que fue publicada en la tipografía de Julián Sanz por acuerdo de la Asociación de Labradores de Zaragoza y su Provincia. En la sesión celebrada el 5 de abril de 1911, el Presidente de la Asociación de Labradores, Bernardo Zamboray, dio cuenta de esta conferencia celebrada unos días antes, a la que había sido invitado, considerando que las ideas y teorías allí expresadas, encerraban "un fondo de doctrina agro-social que conviene difundir y propagar entre los agricultores". Por tanto estimó conveniente solicitar al conferenciante su trabajo para imprimirlo con cargo a los fondos sociales, iniciativa que fue aprobada por la Junta.

Membrado, en su conferencia, recogía dos problemas sociales que preocupaban entonces: la emigración y la aglomeración de habitantes en las ciudades. Según Membrado, los pueblos adolecían de tres deficiencias: incultura, aislamiento y absentismo. Membrado recordaba que en mayo último se había celebrado en Madrid la Asamblea General de Inspectores de Primera Enseñanza, donde "se contaron horrores de las escuelas rurales. Los locales, en muchas de ellas, son zahurdas y el sueldo, digamos jornal, de muchos profesores, una peseta y treinta céntimos". Hacía sólo unos meses que Giner de los Ríos había afirmado en el Congreso, que casi la mitad de los pueblos españoles estaban "sin carretera ni un mal camino vecinal". Membrado recogía también unas palabras de Pérez Galdós: "La vida española, congestiva en las ciudades, anémica en el campo, necesita ponderación y equilibrio, reparto fisiológico de toda su savia y todo su calor. Sólo así podrá formarse una Nación robusta y saludable, capaz de afrontar el estudio y aun la solución de los ingentes problemas que el malestar humano ha planteado en este siglo". Juan Pío Membrado y Ejerique había nacido en Belmonte, provincia de Teruel, en 1851, falleciendo en 1923. Fue sobrino de Ramón Membrado Soto, diputado a Cortes por Teruel en 1844. Aunque se licenció en Derecho por la Universidad de Zaragoza, se dedicó a llevar su hacienda agrícola en Belmonte, desarrollando una gran actividad ruralista a través de libros, conferencias y artículos en periódicos aragoneses. Colaboró en los periódicos alcañizanos Tierra Baja, El Eco del Guadalope y El Pueblo. También lo hizo en La Voz Regional, de Castelserás, y en los zaragozanos La Crónica, Heraldo de Aragón, Diario de Avisos y El Noticiero. En 1903 redactó las bases y estatutos para la formación de un sindicato de fabricantes de aceites, que no llegó a ponerse en marcha, debido al individualismo de los convocados. Membrado ocupará la presidencia del Fomento del Bajo Aragón, agrupación constituida en Alcañiz, desde 1912, año de su fundación, hasta 1914. El Fomento del Bajo Aragón editaba un Boletín y defendía la prolongación de la línea de Val de Zafán, que arrancaba de la Puebla de Híjar, con final en el puerto de San Carlos de la Rápita, y la construcción del pantano de Santolea, en el término de Castellote, obra de 1932.

En el número correspondiente al 1 de septiembre de 1895 de Miscelánea Turolense (1891-1901), que dirigía Domingo Gascón y Guimbao, se recoge que Membrado había donado a la librería de la revista su obra La agricultura como profesión, que había sido editada en Madrid aquel mismo año. En la reseña se decía que el autor se lamentaba en el libro que la agricultura estuviera en manos de la clase menos instruida, abogando para que "al estudio práctico y perfeccionamiento de tan principal medio de vida se dedique una parte de la juventud estudiosa, y que al cultivo de la tierra se consagren no sólo brazos, sino también inteligencias". Al final de su discurso de 1911, Equilibrio entre la población urbana y la rural, Membrado era más optimista. En el Aragón de entonces, los periódicos, los políticos y los intelectuales, comenzaban a prestar atención a los intereses de todos los lugares de la región. Entonces funcionaba la Asociación de Labradores y la Federación Agraria Aragonesa, que junto con la Cámara Agrícola Oficial, "han echado sólidos cimientos a la unión de todos los labradores regionales, en un porvenir que racionalmente debe juzgarse próximo".

Entre las obras de Membrado y Ejerique destaca La agricultura como profesión, ya citada, Agricultura y vida rural, y El porvenir de mi pueblo-Batalla a la centralización, que es sin duda su obra más conocida y la de mayor influencia en su tiempo.

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