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Reunión de los representantes de los pueblos afectados por las inundaciones acaecidas en la ribera del Jalón en el mes de julio de 1932

SANTIAGO GIMENO VAL | Representantes de los pueblos afectados por las graves inundaciones acaecidas recientemente, el Gobernador Civil, varios Diputados y el Presidente de la diputación Provincial de Zaragoza se reúnen en La Almunia de Doña Godina para intentar paliar la situación que se les ha venido encima a los agricultores, todo son buenas intenciones por parte de los políticos presentes en el acto. Según se desprende del relato, la situación en la que quedaron los campesinos fue desoladora.

Representando al Ayuntamiento de Purroy estuvo presente su Alcalde Santiago Garza Cabello.

Esta reunión fue la segunda, tras la que se celebró en la misma villa de La Almunia el 24 de julio y en la que se nombró a los representantes que formaron la Junta de Defensa.

NUEVA ASAMBLEA EN LA ALMUNIA DE DOÑA GODINA

LOS COMISIONADOS APORTARON DATOS APROXIMADOS DE LAS PERDIDAS OCASIONADAS POR TORMENTAS Y RIADAS, QUE ASCIENDEN A CASI CINCO MILLONES DE PESETAS


   Es tan grave la situación creada por las inundaciones del río Jalón, en la zona correspondiente a la provincia de Zaragoza y son de tal apremio las necesidades desprendidas de aquel desastre agrícola que, no obstante estar reciente tan doloroso suceso, comienza a sentirse el retraso en llegar la acción oficial del Estado.
   Son muchos, por centenares podrían contarse, los labradores que han quedado frente a un atormentador conflicto que significa la imposibilidad total de proseguir en el desenvolvimiento de su negocio agrícola y aun hallar las más elementales posibilidades de vivir sobre sus tierras, que unas violentas inundaciones devastaron y destruyeron. Entregaron a dichas tierras, con el máximo esfuerzo personal el ahorro resultante de extremos sacrificios y lo que es más angustioso, el crédito a que se lanzaron con la esperanza de una próxima remuneración.
   Falló la esperanza, quebraron los cálculos, cayeron en su espantoso fracaso todos los nobles proyectos que forjaron la honradez y el sacrificio. Tras la violenta acción de las nubes y de la trágica actividad de las barrancadas, desbordóse el río, inundó la vega, puso en grave peligro la vida de muchos ribereños, desaparecieron por millares árboles de las más ricas frutas, quedaron destruidas grandes extensiones de cultivos en plena madurez o próximos a ella. Perdiose un valor, que será apreciado por millones de pesetas, en remolacha, alfalfa, frutas, maíz y hortalizas, y desapareció el trigo de los campos, que iba a ser segado y de muchas eras la mies dispuesta para ser trillada.
   La ribera del Jalón, gran parte de aquella hermosa vega, que siempre tuvo los secretos de la abundancia y de la más exquisita calidad de sus frutos, en unas horas quedó trocada en campos de desolación y de ruina.
   Al deslumbrador panorama de vida exuberante, de inmensas riquezas y de los más consoladores optimismos, siguió el tristísimo cuadro de miseria y de desesperación que tan conmovida y preocupada puso a toda la provincia de Zaragoza.
   Creemos que un daño de tan desproporcionada gravedad y urgencia debiera influir con más fuerza sobre los llamados a poner el remedio; entendemos que falta aceleramiento en la marcha de la acción oficial y de la particular, pues bien es cierto que al Estado corresponde la misericordiosa actuación para remediar tanto daño, en la plena medida que las extremas necesidades señalen, es también indudable que, en el nobilísimo sentir de Zaragoza y de toda su provincia, se agitan unos generosos sentimientos de fraternal solidaridad para acudir en ayuda de nuestros arruinados hermanos, víctimas de la catástrofe del Jalón. Creemos que esas suscripciones anunciadas tardan en avanzar sobre el seguro éxito que han de tener; entendemos que la acción organizadora de las Corporaciones municipal y provincial no marcha con la rapidez que demandan las circunstancias.
   Pronto actuarán sobre la zona devastada los técnicos enviados por el ministerio correspondiente. Demos por descontado que las actuaciones de esos ingenieros agrónomos son todo lo acertadas y todo lo rápidas que dicha labor les consienta, y siempre resultará que la misión que se les ha confiado es algo difícil y complicado que, probablemente, les impedirá darla por terminada con la brevedad que demandan ciertas necesidades, que no admiten espera. Es delicada y difícil la solución del problema de las indemnizaciones, aplicadas con la mayor equidad y justicia. Hay que apreciar bien la situación, aquilatar las circunstancias, tasar los daños y tener en cuenta las urgencias. No todo se reducirá a valorar lo perdido, pues habrá de ser más trascendental, prevenir las exigencias del venidero año agrícola. Será esencial la indemnización por los frutos desaparecidos; pero será más esencial todavía facilitar cuantos elementos sean necesarios para reconstruir el negocio agrícola destruido en todos sus esenciales factores de tierra, riegos, semillas, abonos, labores, etc., que sirvan de base indispensable para las futuras cosechas.
   La acción particular, la de las aludidas suscripciones, por ser obra sentimental de Zaragoza y su provincia, podría adelantarse a la oficial, frenada siempre por inevitables trabas técnicas y burocráticas y así, las apremiantes necesidades del momento, que no admiten espera, podría quedar satisfechas. Este remedio provisional, del momento, haría llevadera la tardanza del otro, el del Estado, que ha de tener carácter más general y más completo.
   Ha de poner Dios mucho tino en la labor encomendada a los técnicos tasadores; han de poner éstos en la empresa toda la actividad y toda la independencia que caracteriza el cuerpo; ha de mantenerse al margen de toda combinación política, cosa difícil, porque siempre estos desastres agrícolas fueron buen camino para fines electorales; habrá de contarse con todas estas realidades propicias y siempre resultará que el remedio llegará tarde y, por lo tanto, con deficiente eficacia.
    Confiemos en la acción salvadora del Estado; esperemos su remedio como el más práctico y definitivo; pero esperémoslo andando por la senda del auxilio particular; el de Zaragoza y toda su provincia, con rapidez, con generosidad, poniendo en la empresa el más alto sentido de una fraternal solidaridad aragonesa.

La Asamblea
(de nuestro corresponsal)


Cálculo aproximado de pérdidas

   Con extraordinaria animación se ha celebrado en la Casa Consistorial de esta villa la reunión de representantes de los pueblos damnificados por las recientes inundaciones, que forman la Junta de Defensa nombrada en la asamblea celebrada en esta villa el día 24 del mes pasado, y con el fin de que aportaran la cuantía de los daños habidos en las localidades representadas por los mismos.
   Esta reunión la presidió, como ya se dijo, el gobernador civil de la provincia, con asistencia de los diputados a Cortes don Antonio Guallar, don Honorato de Castro y don Venancio Sarría. También asistió don Luis Orensanz, presidente de la Diputación, y el diputado provincial señor Borao.
   En representación del alcalde de Zaragoza, que se encontraba ausente, ha comparecido el teniente alcalde señor Uriarte y el concejal señor Aramendía.
   Las relaciones de daños presentadas y los comisionados respectivos de pueblos damnificados, son los que siguen: Nigüella, Tobed, Purroy, Herrera, Mezalocha, Chodes, Pleitas, Rueda, Arándiga, Urrea, Pinseque, Salillas, Ricla, Epila, Calatayud, Sabiñán, Lumpiaque, Torres de Berrellén, Mesones, Santa Cruz, Alpartir, Bardallur, Morata, Alagón, La Almunia, Bárboles, Cariñena, Lucena, Alfamén, Calatorao y Morés, ascendiendo las pérdidas calculadas a cuatro millones, seiscientas cuarenta y un mil, quinientas treinta y siete pesetas, y faltan datos de otros pueblos para poder cerrar la relación de los daños calculados.

Discurso del gobernador civil

   Abierto el acto por el presidente de la Junta de Defensa, hizo uso de la palabra el gobernador civil de la provincia, señor Alvarez Ugena, quién manifestó su propósito de cooperar cerca del Gobierno en pro de los pueblos damnificados, advirtiendo que la cifra global calculada de los perjuicios ha de ser mayor, atendiendo a que tiene noticias de otros pueblos, también perjudicados, que no han especificado la cuantía y tampoco figuran en las relaciones presentadas. Señala normas para valorar con presteza los daños ocurridos, haciendo presente que el Gobierno le ha anunciado la próxima llegada de personal técnico para formar una idea exacta de los perjuicios habidos.
   Terminó el señor Alvarez Ugena ofreciéndose como representante del Gobierno para ser el portavoz de la desgracia que aflige a los campesinos, poniendo en ello el mayor interés. Fue muy aplaudido.

Otros discursos

   El presidente de la Diputación Provincial, señor Orensanz, se muestra condolido por la magnitud de la catástrofe, ofreciéndose para hacer a favor de los pueblos damnificados cuanto esté a su alcance, y dice que la Diputación encabezará una suscripción con la suma de 15.000 pesetas y cree que todos los aragoneses acudirán a engrosar esta suscripción en la medida que alcancen sus posibilidades económicas.
   El señor Uriarte, en representación del Ayuntamiento de Zaragoza, manifiesta que Zaragoza también se pondrá a tono con la dádiva de la Diputación y pronunció después elocuentes frases en pro de los campesinos perjudicados. Fue muy aplaudido.
   Leyó cartas del ministro de Agricultura y ministro de la Gobernación, sacando la consecuencia que el Gobierno está dispuesto a remediar en cuanto le sea posible el mal ocasionado por las inundaciones.
   El señor Guallar (don Antonio), hace también presente las gestiones llevadas a cabo por los diputados todos, haciendo ver el buen resultado de éstas, al enviar técnicos para dictaminar las pérdidas.
   En medio del mayor entusiasmo, hace el resumen el señor Alvarez Ugena, levantando la sesión.
   Seguidamente se cursaron telegramas a los señores Presidente del Consejo de Ministros, ministros de la Gobernación, Obras Públicas y Agricultura, dándoles cuenta del acto y su importancia.

Publicado en Heraldo de Aragón el 2 de agosto de 1932

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