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Agrupación Frutera Aragonesa

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | La Asociación Frutera Aragonesa se fundó en Calatayud en 1931. Esta Asociación Frutera se regía por un Reglamento que se editó en la imprenta bilbilitana de José María Rubio y llevaba fecha de 17 de junio de 1931. Estaba refrendado por el presidente y el secretario del Comité Gestor, Mariano Ruiz y Jesús Lázaro, respectivamente, y se había presentado por duplicado en el Gobierno Civil de Zaragoza el 23 de junio, a los efectos del artículo 4º de la entonces vigente Ley de Asociaciones de 30 de junio de 1887, siendo gobernador Manuel Lorente.

Esta Agrupación Frutera, que tenía su sede en la plaza de Bordons nº 3 de Calatayud, nacía con el objeto de "la defensa de sus asociados".

La plaza Bordons se llamó plaza de san Juan el Viejo, nombre que aún perdura en la actualidad. Ocupa el lugar donde se levantaba la antigua iglesia de san Juan el Viejo o san Juan de Vallupié, fundación de Alfonso I el Batallador, en recuerdo de la toma de Calatayud el día de san Juan Bautista del año 1120.

Enrique Bordons fue alcalde de Calatayud y durante su mandato se inauguró el primer servicio de aguas potables de la ciudad.

Los objetivos fundamentales de esta Sociedad de fruteros serían la "Mutua defensa, organización, fomento y expansión del comercio de exportación de frutas tanto interior como al Extranjero". La Sociedad se preocuparía de la defensa "de los intereses morales y materiales de sus Asociados", siendo asesorada por un abogado.

Constaba de tres secciones: Defensa, Transportes y Propaganda y mercados.

La Sección de Defensa se preocupaba de los "intereses comunes y particulares de los asociados", y contaba con un fichero privado de insolventes y morosos, a disposición de sus socios.

La Sección de Transportes se dedicaba al "estudio y negociación de tarifas económicas de transportes, aceleramiento de estos, mejoramiento de comunicaciones terrestres, rectificación de itinerario, apertura de nuevos recorridos, supresión de transbordos, etcétera".

La Sección de Propaganda y mercados se preocupaba de "la intensificación del consumo de frutas en los mercados conocidos", estudiando otros puntos de venta, así como la asistencia a las exposiciones que se consideraran oportunas, siempre que la situación económica de la Sociedad lo permitiera. Estudiaría también a los asentadores y el régimen interior de cada mercado. Esta Sección se regiría por el presidente, secretario y vocal 3º.

Para ser socio, el solicitante debía acreditar su dedicación al comercio de frutas y satisfacer la cuota de contribución industrial, presentando en Secretaría el recibo pagado del último trimestre.

Todo socio, con voz y voto, podría ser elegido para cualquier cargo y debería satisfacer una cuota de cuatro pesetas al mes. Las sociedades anónimas y colectivas podrían ser representadas por un socio que tuviera la firma social o un apoderado, teniendo un sólo voto en las juntas que pudieran celebrarse.

Los primeros quince socios que se inscribieran hasta quince días después de la constitución oficial de esta Agrupación, se considerarían socios fundadores, pagando una cuota de ingreso de veinte pesetas. Mi abuelo, Marcelino Tobajas Moreno, fue uno de los socios fundadores y su carné, firmado por el presidente, Francisco Ceberio, y por el secretario, Jesús Lázaro, lleva fecha de 5 de julio.

La Junta Directiva fijaría la cuota de ingreso de los no fundadores, no pudiendo ser inferior a la cuota de los fundadores. Dos socios avalarían la entrada de un nuevo socio, siendo responsables del "cumplimiento de sus obligaciones y conducta con la Sociedad".

Las bajas se producirían por voluntad del asociado, notificándolo por escrito al presidente, perdiendo con ella todos sus derechos.

Los socios estaban obligados a comunicar a la directiva de la Sociedad las irregularidades que observaran en mercados, ferrocarriles, etcétera y que fueran en perjuicio de sus asociados.

Todos los socios se comprometían a acatar los acuerdos de la asamblea general y de la Junta Directiva, en caso contrario, podían ser multados con una cantidad que oscilaría entre diez y cien pesetas por primera vez. Si reincidieran, la multa se elevaría a entre cien y doscientas cincuenta pesetas. Y si fuera la tercera vez, la multa iría de doscientas cincuenta a quinientas pesetas, además de ser expulsados temporal o definitivamente, perdiendo todos sus derechos. El importe de las multas se destinaría a reparar primero los daños o perjuicios ocasionados, si los hubiera. Si sobraba algo después de este pago o no hubiera habido ningún daño, el importe revertería al fondo de la Sociedad.

La Junta Directiva de esta Agrupación estaba compuesta por un presidente, un vicepresidente, un secretario, un tesorero y tres vocales, que serían elegidos en Junta General y en votación secreta. Esta Junta General ordinaria se celebraría anualmente en la segunda quincena del mes de marzo, aunque la Junta Directiva podía celebrar una extraordinaria cuando lo creyera conveniente, o lo solicitaran un número de socios no menor al veinticinco por ciento.

Si en una primera sesión no se hubiera reunido la mayoría de los socios, la segunda convocatoria se celebraría media hora más tarde, siendo válidos los acuerdos tomados, independientemente del número de socios. Los acuerdos se tomarían por mayoría y en caso de empate, decidiría el voto del presidente.

Los cargos de la Junta Directiva serían no remunerados y por espacio de dos años, aunque anualmente se renovaría parcialmente la Junta. Si cualquier individuo de la Junta Directiva faltara a tres juntas consecutivas, se consideraría dimisionario, siendo reemplazado por otra persona. La Junta Directiva se reuniría una vez al mes y siempre que el presidente lo creyera oportuno. Para "entender y sancionar las faltas" que pudieran cometer los asociados, se instituía un tribunal privado, compuesto por cuatro socios, además del presidente y del secretario. El presidente tendría personalidad legal necesaria en derecho para exigir judicialmente el pago de las sanciones que se aplicaran. Los fallos los podría recurrir el condenado en el término de quince días, en segunda y última instancia ante la asamblea general ordinaria, que se reuniría en la segunda quincena del mes de marzo.

La Agrupación no podía ser disuelta mientras ocho socios estuvieran dispuestos a continuarla, pero en caso de disolución, la Junta General designaría una Comisión para que se encargara de liquidar los fondos de la sociedad. El veinte por ciento de los fondos se destinarían a fines benéficos y el ochenta por ciento restante para repartir entre los socios.

En la Guía de Calatayud y su comarca, de José María Rubio Vergara, en edición posterior a 1934, pues en ella se informaba que la de 1934 estaba ya agotada, se recogía la existencia de esta Agrupación Frutera Aragonesa y de la Estación de Arboricultura y Fruticultura, situada en la plaza del Sepulcro nº 1, a cargo del ingeniero jefe Manuel Carles, que colaboraba en esta Guía con López Landa. En ella Carles informaba que el cultivo de frutales iba adquiriendo mayor importancia cada día, aunque se encontraba en estado incipiente. Contabilizaba en treinta mil el número de frutales de las vegas de Calatayud y añadía que todavía había pocas plantaciones regulares, siendo las más con árboles diseminados.

Manuel Carles Navarro era masón con el símbolo Faraday y pertenecía al Triángulo Floreal de Calatayud, dependiente a la Logia Constancia nº 16 de Zaragoza. Murió en 1936.

En el Registro de defunciones se puede leer: "30 noviembre 1936:

Manuel Carles Navarro, miembro de la Logia `Constancia nº 16', de 31 años, natural de Calatayud (Zaragoza), hijo de Pedro y Petra, domiciliado en Calatayud. Ingeniero. Casado con Doña Carmen Domínguez Gil, natural de Calatayud, de 23 años. Registrado en el t. 431, núm. 3927. Causa del fallecimiento: `Fráctura de cráneo por arma de fuego'. Actuó el Juzgado núm. 3".

Según esta Guía se dedicaban a la arboricultura en la ciudad: Mariano Gaspar, Francisco Lázaro y Jesús Verón. Criaban cepas americanas: Mariano Gaspar, Francisco Lázaro, Vicente Melendo, José Uriol, Ricardo Uriol y Jesús Verón. Los Uriol y los Verón descendían de Saviñán.

Mariano Gaspar Lausín nació en Calatayud en 1890. Estudió en Calatayud, Madrid y Zaragoza. Propietario y agricultor, se dedicó también a la política, estando afiliado al partido republicano radical. Casó en 1913 y en el oratorio de Diego Gracián, de Saviñán, con Mercedes Gracián Gil, nacida en Saviñán en 1890, hija de Diego Gracián Campos (1862-1938) y de Gloria Gil Soriano (h.1870-1960), de Moros. En 1915 Mariano Gaspar fue elegido diputado provincial por el distrito Calatayud-Ateca. Al caer el gobierno de Primo de Rivera y el advenimiento del de Dámaso Berenguer, Gaspar Lausín fue promovido a la Diputación Provincial, previa autorización de su partido, pues fue el diputado provincial más votado en su distrito. Con la llegada de la República fue designado presidente de la Diputación Provincial de Zaragoza, a propuesta de los antiguos diputados provinciales republicanos y socialistas, y por nombramiento del Gobierno provisional de la República. El 13 de septiembre de 1933, con el partido radical en el Gobierno, Gaspar Lausín fue nombrado Gobernador Civil de Huesca, puesto que ocupó por espacio de dos meses y que abandonará para dedicarse a la propaganda electoral en la provincia de Zaragoza, por la que se presentó para diputado a Cortes por el partido radical, escaño que consiguió en estas eleciones generales de 1933.

El un Libro de Actas del Ayuntamiento de Saviñán, correspondiente al 22 de julio de 1932, se tenía noticia de una crecida del Jalón, que se había llevado por delante "mieses y tierras de labor", además de "campos de remolacha, hortalizas y varios cultivos". La situación de la mayoría de los vecinos era crítica, al perder la cosecha. Los daños se tasaron entonces en un millón de pesetas.

El 24 de julio tuvo lugar en el Ayuntamiento de La Almunia una reunión, en la que se nombró una Junta de Defensa. El 31 de julio se celebró otra, que es la que recoge la fotografía de Marín Chivite, que ilustra un reportaje gráfico publicado en Heraldo de Aragón. Este periódico informaba de esta reunión el 2 de agosto. A ella acudieron el gobernador civil, tres diputados a Cortes y el presidente de la Diputación Provincial, acompañado por un diputado y dos concejales del Ayuntamiento de Zaragoza. Acudieron también representantes de varios pueblos ribereños del Jalón, desde Calatayud a Alagón, además de Alpartir, Mezalocha, Tobed, Cariñena, Herrera, Arándiga, Mesones y Nigüella. Saviñán envió a su representante.

Las pérdidas calculadas ascendieron a cuatro millones, seiscientas cuarenta y una mil, quinientas treinta y siete pesetas, aunque faltaban datos de algunos pueblos más, que habían sido también afectados. Las autoridades, como siempre, prometieron ayudas, incluso se leyeron cartas con el mismo deseo de los ministros de la Gobernación y de Agricultura.

Por el acta del Ayuntamiento de Saviñán del 30 de mayo de 1936, sabemos que por aquellas fechas tuvieron lugar otras inundaciones. En esta acta se recoge el nombramiento del concejal Hermenegildo Campillo, como representante del Ayuntamiento de Saviñán en la asamblea que se iba a celebrar al día siguiente, en la que se trataría de las inundaciones producidas por el Jalón. El secretario del Ayuntamiento de Saviñán debía formar un expediente, en el que estuvieran incluidos los perjuicios causados por esta última inundación.

Bibliografía

Archivo Parroquial de Saviñán.
Agrupación Frutera Aragonesa. Reglamento, José-María Rubio, Calatayud, 1931.
Gonzalo M. BORRAS GUALIS y Germán LÓPEZ SAMPEDRO: Guía de la ciudad monumental de Calatayud, Ministerio de Educación y Ciencia, Madrid, 1975.
Fernando CASTÁN PALOMAR: Aragoneses contemporáneos (1900-1934), II, edición El Día de Aragón, Zaragoza, 1987.
Libros de Actas del Ayuntamiento de Saviñán<(i>, Archivo Municipal de Saviñán. Libro 2-5, 18-6-1932 a 6-10-1934. Libro 2-6, 13-10-1934 a 4-7-1936.
José-María RUBIO VERGARA: Guía de Calatayud y su comarca, Tip- José-María Rubio, Calatayud, posterior a 1934.
Antonio SÁNCHEZ PORTERO: "Pautas para una adecuada denominación de las calles de Calatayud", III Encuentro de Estudios Bilbilitanos, Actas II, Centro de Estudios Bilbilitanos, Calatayud, 1992.
Sergio ZAPATERÍA GUADALQUIVIR.: Calatayud estrena siglo (1900-1936), Hurus, Calatayud, 1992.

De Cosas de mi pueblo, 2007.

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