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1920-2020: El atentado de las tres boinas


ENRIKE GARCÍA FRANCÉS | La madrugada del jueves al viernes 2 de abril de 1920, en plena festividad de Semana Santa, dos hombres fueron asesinados en la esquina de la calle Echandía de Zaragoza tras salir del Royal Concert, la actual sala Oasis.

Su identificación en el lugar del crimen no dejó dudas a las autoridades de la autoría del crimen. Agustín Flaños de 27 años y natural de Bilbao era esquirol en la huelga de camareros y camareras y trabajaba durante esos días en el Café Royalti. La otra víctima era Ángel Romero Galindo de 22 años, labrador natural de Arándiga.

A los pocos minutos del crimen los vigilantes de seguridad de San Pablo detuvieron a dos personas sospechosas, ambos afiliados a la CNT. El inspector de policía Pedro Aparicio y el juez de guardia de San Pablo José Zaragoza y Guijarro realizaron in situ las primeras pesquisas.

Los trabajadores y trabajadoras del Royal Concert les confirmaron haber tenido un incidente con Agustín por su condición de esquirol siendo este y su acompañante invitados a abandonar la sala. También le informaron de que habían sido vistos manejando una importante cantidad de dinero, dinero que en un primer momento, en el lugar del crimen, no encontraron las autoridades pero que horas más tarde encontrarían en la morgue.

En la escena del crimen junto a los cuerpos aparecieron abandonadas tres boinas, dos de ellas sin estrenar, y a pocos metros se encontró una excelente pistola Búfalo que no se correspondía con el arma usada. Los dos detenidos, Juan Yus Carrato y Domingo Morata, portaban sus boinas por lo que, en caso de ser los asesinos, las autoridades contarían con cinco boinas y solo dos personas, ya que tampoco pertenecían a las víctimas.

En las siguientes horas fueron decenas los camareros de la CNT detenidos en supuesta relación con el crimen entre ellos Vicente Espier, secretario general del Sindicato de Alimentación, sindicato que englobaba a las y los camareros. Entre los detenidos, uno de ellos acabaría en la cárcel de Predicadores acusado del crimen junto a Juan y Domingo: Alfredo Martínez. Curiosamente, ninguno de los detenidos trabajaba de camarero.

La CNT desmintió desde el primer momento que fuese un atentado social y que tuviese relación con el sindicato o la huelga. Tras las detenciones se convocó un paro que se extendió a localidades próximas: Calatayud y Épila, principalmente.

Pocas semanas después del atentado, la huelga de camareros y camareras iba a darse por finalizada sin que los y las trabajadoras lograsen los objetivos que les llevaron a convocarla a finales del año anterior. La radicalización por parte del sindicato llevó a una represión y persecución aún mayor por parte de las autoridades que hizo imposible ganar el conflicto. Las muertes de Agustín Flaños y Ángel Romero Galindo dictaron sentencia a la huelga.

Pero lo que para las autoridades había sido un claro atentado social, dejó muchos interrogantes abiertos: las boinas, la pistola que por su calidad no era una pistola al alcance de unos obreros, el dinero que habían visto intercambiar los trabajadores de la Sala, las coartadas de los acusados…

El juicio celebrado un año después en la Audiencia Provincial fue cuanto menos sonrojante para las autoridades de la ciudad. El Tribunal presidido por el juez Celestino Nieto, acompañado de los magistrados Cándido Marina y Arturo Lorente, demostró que toda la investigación había sido una burda manipulación: testimonios falseados, testigos falsos, coacciones…

La acusación, presentada por el fiscal Sainz, estaba tan mal preparada que en solo dos días el Tribunal desestimó los cargos y dejó libres a los acusados no sin antes reprender a las autoridades. No se pudo demostrar que fuese un atentado social, ni tampoco se encontró a los verdaderos culpables.

El inspector Aparicio lejos de ser sancionado fue ascendido a Jefe Superior de policía de Zaragoza. El gobernador civil de Zaragoza en ese momento, el Conde Coello, pasó a ser ministro de Gobernación.

La huelga de los camareros y camareras acabó siendo un fracaso, en parte por la violencia del supuesto atentado falsamente atribuido a los sindicalistas. Y el misterio de las tres boinas nunca logró resolverse.

AraInfo (2-4-2020)

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