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El cristo de Calatorao

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | En el diario La Derecha del 9 de septiembre de 1892, se informaba que con motivo de las fiestas de Calatorao, se iban a expedir billetes de ida y vuelta en el ferrocarril, para los días 13, 14 y 15 de septiembre. Desde Zaragoza costaría 5,75 en segunda clase y 3,50 en tercera clase. En aquel tiempo llegaban muchos devotos en romería para postrarse ante la imagen del Cristo, siendo numerosos los enfermos, mutilados y endemoniados, en busca de su curación.

Fray Roque Alberto Faci, en su Aragón Reyno de Christo (Zaragoza, Joseph Fort, 1739), decía que esta imagen se veneraba en la parroquia desde 1520, debida a un peregrino que había llegado enfermo a Calatorao. La caridad del pueblo cuidó del enfermo hasta que sanó de su enfermedad. El peregrino vio que en la parroquia no había ninguna imagen de Cristo crucificado y se ofreció él para labrarla. Se retiró a una casa y sin ruido de herramientas formó de un madero esta imagen de Cristo crucificado. Pasados tres días los vecinos entraron a esta casa, pero no encontraron al peregrino y sí al Cristo. No hallaron restos de madera y la comida estaba sin tocar. En esta habitación se levantó en 1733 un oratorio, siendo vicario mosén Miguel Monterde. El P. Faci recordaba que esta imagen era muy venerada el Viernes Santo, después de los oficios, que se mostraba puesto sobre el altar con una luz de hacha. A muchos les parecía que sudaba y el P. Faci cuenta que en este día las energúmenas estaban más furiosas.

La imagen del Cristo es del siglo XVI y se atribuye a Gabriel Yoly, de origen francés, que trabajó en 1520 en el retablo de San Agustín de La Seo, en la catedral de Jaca y en Tauste en 1521, en Roda de Isábena en 1533 y en la catedral de Teruel en 1536.

El 2 de diciembre de 1613, el arzobispo de Zaragoza mandó que el rejado de la capilla del Cristo se colocase junto a la grada del altar, para que no entraran todos los infieles y estuvieran con más decencia. Mandó también que no se mostrase la imagen sin la presencia del vicario y dos partes de los beneficiados, y sólo se hiciera el día de Viernes Santo. En 1609 se mandaba que el vicario u otro sacerdote fuera el encargado de mostrar al Cristo, no el sacristán.

Esta capilla nunca tuvo rentas. Carlos II donó una dehesa, que se llamó del Santo Cristo, con su balsa para ganados, pero la Casa de Ganaderos de Zaragoza puso un pleito, que ganó. Una devota de Zaragoza dejó 500 escudos de un legado, pero no se encontró el testamento. En el testamento de 1535 de Jerónima Prat y Cornel, mujer de Domingo Ucendas, vecino de Calatorao, se decía que dicha Jerónima Prat quería ser enterrada delante de la capilla del Santo Cristo. El jesuita padre Piquer escribió la historia tradicional de esta imagen en sus Noticias Sagradas de Aragón, de 1630.

La primera traslación del Cristo se hizo de la casa donde se encontró la imagen a la parroquia. La segunda se realizó el 14 de septiembre de 1613 a la nueva capilla, a la que asistieron Bartolomé Lorente, prior del Pilar, y los canónigos Domingo García y Pedro García, predicando Jerónimo Batista de Lanuza. Era vicario de Calatorao mosén Julián Escolano y beneficiados mosén Juan Ruiz, mosén Pedro Gutiérrez y mosén Juan de Huerta. Entonces se echaron en falta veintidós espinas de la corona y algunos otros fragmentos de la figura, como dedos y parte de la toalla.

El jesuita Ignacio March escribía que estando limpiando mosén Antonio Pascual y López el polvo de los brazos de la imagen, se cayó una espina. Se dio cuenta el médico de Calatorao Dr. Falcón y se la repartieron. Estando mosén Antonio en Sos, fue a visitar a una enferma agonizante y "maleficiada", aplicando sobre la cabeza el relicario con parte de la espina. La mujer se levantó de la cama y el cura de Sos conjuró al demonio.

La tercera traslación de la imagen se hizo en 1675 a la capilla de piedra negra de Calatorao. Entonces no se tomó bien la medida de la cruz y al colocarla vieron que no cabía. Quisieron cortarla con una sierra, pero no pudieron. Mosén Manuel Gil, de 58 años, beneficiado de Calatorao, lo había oído contar.

Como llegaban muchos peregrinos, Calatorao mantuvo un hospital llamado El Hospital del Santo Cristo. El nuevo hospital se levantó en 1620 a costa de la capilla. Magdalena las Heras dejó en 1621 una cama para este hospital. El P. March cuenta que un año llegó la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz y los mayordomos no habían comprado la cera necesaria, pero antes de las vísperas alguien dejó en la capilla un fardo de velas.

En 1612 mosén Pedro Gutiérrez fue enviado por el Capítulo de la iglesia de Calatorao al arzobispo Pedro Manrique, para pedirle la aprobación de algunos milagros obrados por el Santo Cristo. En 1613 el arzobispo envió a Calatorao a Jerónimo Batista de Lanuza, para examinar estos milagros y la tradición.

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