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La ermita de Nuestra Señora de Jaraba

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Lorenzo Calavia Santos, maestro nacional, dio a la estampa un interesante libro titulado: Joyas de Aragón. Reseñas históricas de Jaraba, de sus afamados baños y de su milagrosa Virgen, que fue publicado el los talleres de Guillén y Romero de Calatayud, en 1918.

Según el autor, la Virgen se apareció a unos pastores en 1118. Y ya en 1233, Jimeno de Guibidar donaba al santuario una viña. El P. Fr. M. Montón aseguraba que el templo antiguo tenía 18 pasos de largo y 10 pasos de ancho. Tanto el antiguo como el moderno se encuentra en lo alto de una peña, en el barranco de la Hoz Seca, que va a dar al río Mesa, no lejos del balneario de la Virgen. El santuario actual se debe al Licenciado Fernando Rodríguez, que asimismo dejó dinero y fincas para sus capellanías y para el culto. Las obras se llevaron a cabo entre 1699 y 1726. El P. Rodríguez había nacido en Jaraba en 1654. Estudió Humanidades, Filosofía y Teología en Calatayud y en Zaragoza. Una vez ordenado sacerdote pasó a Mallorca, como capellán limosnero y confesor del Baltasar López de Gurrea, conde del Villar, virrey y capitán general de aquel reino. De allí partió a Roma, donde se doctoró en Teología, siendo elegido en 1685 rector de la iglesia y hospital de Ntra. Sra. de Monserrate, frente a 60 opositores. El mismo año Inocencio XI le confirmó una canonjía en la colegial de Santa María de Calatayud, llegando a ser Vicario General de Calatayud y de su Arcedianado. En 1727 entró en el noviciado de la Real Casa de Ntra. Sra. de la Peña de Calatayud de clérigos menores, profesando un año más tarde. En 1729 lo hicieron maestro de novicios y en 1732 Prepósito. Murió en 1742, siendo enterrado en el santuario de la Peña.

El santuario de la Virgen de Jaraba tiene un altar dedicado a San Pedro Arbués, que mandó colocar Francisco de Gotor, tesorero que fue de Ntra. Sra. de la Peña, y otro dedicado a San Roque. Domingo Pérez de Jaraba hizo a sus expensas la capilla y el retablo del Santo Cristo en la parroquial de Jaraba, fundando una capellanía de 1.000 sueldos. Dejó una ración para los pobres y para casar huérfanas, gastando en el santuario más de 30.000 ducados. Fr. Juan del Santo Domingo, nacido en Jaraba en 1640, llegó a ser Vicario General de los dominicos en Filipinas, desde donde envió 100 pesos para la fábrica del santuario. Como ejecutor del testamento del capitán Francisco Rodríguez envió 2.000 pesos para fundar un altar con su capellanía. Otros benefactores fueron Manuel Miguel Lozano, presbítero, y el capellán Jerónimo Colás Rebuelto, quien compuso los Gozos a la Virgen de Jaraba en 1743. A Fernando Pérez y Nuez, canónigo doctoral en Santa María de Calatayud, se le debe la sala con alcobas del santuario, así como el retablo de la Virgen. Regaló también un terno de damasco y una casulla. A su muerte en 1731 dejó 600 escudos, 400 para decir 50 misas cada año en el altar de la Virgen y 200 para reparaciones. Abundantes fueron también las donaciones de fincas, adornos, hábitos sagrados y lámparas, así como joyas, coronas y mantos para la Virgen.

De antiguo funcionaba una Cofradía compuesta por pueblos de Aragón y Castilla, con honores y distinciones de Sixto V, Urbano VIII e Inocencio X. Cada 15 de agosto se reunía la Cofradía para tributar culto a la Virgen y asistir a los oficios por los hermanos difuntos. Cada cofrade pagaba un real de plata, que servía para celebrar misa los sábados y para misas por los cofrades difuntos. El gobierno y administración del santuario dependía de la iglesia de la Peña de Calatayud, a cuyo cabildo pertenecía el santuario, según apunta Lanuza en su Historia eclesiástica. Jaraba peregrinaba al santuario el primero de mayo, el 16 de junio y el día de la Asunción de Ntra. Sra. La Cofradía de la Vera Cruz de Jaraba lo hacía el 14 de septiembre. Otros pueblos acudían al santuario: Ibdes, Nuévalos, Cubel, Calmarza, Campillo, Milmarcos, Labros, Amayas, Sisamón, Fuentelsaz, Alhama, Godojos y Cimballa.

El P. M. Montón ya apuntaba algunos prodigios obrados por la Virgen, que copió Lorenzo Calavia. En 1306, 33 pueblos de la Comunidad de Daroca se vieron libres de una plaga de langosta, porque habían hecho voto de dar 5 fanegas de trigo a la Virgen. También la Virgen libró a Jaraba de una gran sequía. Pedro Cerbuna visitó el santuario, donde encontró alivio a sus males. El capitán Casas de Milmarcos, por haberle librado de una muerte segura, regaló una bandera. Los marqueses de Bárboles también ofrecieron a la Virgen valiosos regalos. Alonso Fernández e Isabel Altarriba tuvieron sucesión por intercesión de la Virgen y la joven de Campillo María Dalda, recuperó el habla.

Lorenzo Calavia aseguraba que en la sacristía se encontraban enmarcadas unas paranomasias debidas a Juan de Iturbica de Ateca, que decían: "Si llegas a Mesa Musa,/ Verás en su bella valla,/ Que con sed muy viva bebe/ Cordial Xarabe Xaraba./ Porque en una rica Roca/ La Reina que al mundo manda,/ Entre excelsas lisas losas,/ está en una gruta grata". Bien va.

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