La Comarca de Calatayud
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EN EL PRIMER MILENIO DEL NACIMIENTO DE SAN ÍÑIGO


José Mª Sánchez Molledo y Francisco J. Lorenzo de la Mata


2.- Historiografía sobre San Íñigo

Durante la Edad Media la memoria de San Íñigo perdura con mayor intensidad en torno al monasterio de Oña, donde son trasladados sus restos desde el claustro hasta el altar mayor, y colocados en una urna de plata el 18 de enero de 1598. Su fiesta se celebra el 1 de junio, día de su tránsito, y está documentada  una cofradía dedicada a San Íñigo en Oña en el siglo XVI . Calatayud por su parte conserva su memoria en torno al monasterio de San Benito, en el que se documenta una cofradía dedicada a San Íñigo en 1387 .

 Su vida y milagros se anotan en textos manuscritos que se conservan en los conventos de Oña y en el de San Benito de Calatayud, así como son recogidos en los santorales de las diócesis de Burgos y Calahorra, así como en los de la Orden de San Benito. En círculos muy concretos se mantiene viva la tradición y memoria del santo. Es en el siglo XVI, cuando el espíritu del Renacimiento, la labor historiográfica en Aragón de Jerónimo Zurita y la difusión de la imprenta, renuevan el interés por el pasado, que inicia un largo proceso, cuyo esquema es el siguiente:

 Sancho Zapata, Síndico de Calatayud en la Corte, concibe la idea en 1595 de solicitar del Monasterio de Oña una reliquia del santo para Calatayud, lugar de nacimiento del mismo. Propuesta la idea al Concejo bilbilitano, se aplaza su ejecución hasta el año 1598 en el que ocurren varios acontecimientos: El 18 de enero se "redescubre" el sepulcro del santo y sus restos son colocados en una urna de plata que se conserva en la actualidad. Miguel Martínez del Villar, natural de Munébrega, doctor en Derechos y Asesor del Santo Oficio en el Arcedianado de Calatayud, persona de gran prestigio e influencia en la ciudad del Jalón, publica el Tratado del Patronado de Calatayud , quien en la décima parte que lleva por título Ilustres varones de la ciudad y Comunidad de Calatayud, incluye una breve biografía de San Ignacio , para el que recuerda su nacimiento en Calatayud, siguiendo la tradición nunca contestada de todas las fuentes documentales anteriores. En ese mismo año el Concejo de Calatayud envía una embajada de la que forman parte Gerónimo López de Sisamón, Jurado Preheminente y Fray Millán Brondat, de la Orden de Predicadores, para pedir formalmente al convento de Oña una reliquia del santo para la ciudad de Calatayud, por ser su lugar de nacimiento.

 La embajada dio fruto, y les fue concedida una "canilla " del brazo, que fue depositada en la Colegial de Santa María. Se inicia entonces un proceso eclesiástico para informar de la santidad de Íñigo, que concluye con la declaración de don José de Palafox, Vicario General del arcedianado de Calatayud, dada en 24 de julio de 1600  .

 El 19 de agosto de 1600 se faculta a los encargados de la reliquia de san Íñigo para que gasten de los bienes y rentas de la ciudad "todo lo que les parezca y sea bien visto, en hacer procesiones, fiestas, regocijos, capillas, y altares, a libre disposición" .

 El domingo 15 de octubre de 1600 se celebra la solemne procesión de la traslación de la reliquia de San Íñigo - en relicario de plata- desde la Colegiata de Santa María hasta la iglesia de San Benito, descrita en obras posteriores, en la que procesiona una imagen de vestir del santo llevada en andas, el pendón del santo, de damasco negro con imagen del titular y las armas de la ciudad, así como el clero regular y secular, cofradías, etc. Preside Fray Diego de Yepes, obispo de Tarazona. Y como toda fiesta tiene su octava, ésta se celebra los días siguientes con la participación de los predicadores más notables del momento.

 Especial trascendencia tuvo el sermón del 15 de octubre, a cargo del famoso predicador franciscano Fray Martín Doiza, del convento de San Francisco, de Zaragoza, que fue impreso . Se trata de la primera obra impresa dedicada monográficamente al santo, pieza maestra de la oratoria sagrada del barroco.

 De 1600 es también el voto del Concejo de Calatayud de celebrar el día 1 de junio la fiesta de San Íñigo en el convento de San Benito.

 A partir de estos hechos, Miguel Martínez del Villar reflexiona sobre la figura de San Íñigo, y en la Segunda parte de la apología del Tratado de Calatayud, fechada en 1604 , rectifica dos errores introducidos en el Patronado de Calatayud: sitúa su cronología en el reinado de Sancho El Mayor de Navarra (992-1035), no el de Alfonso I (+ 1134), y le llama Íñigo, no Ignacio .
 Entre 1604 y 1612 Miguel Martínez del Villar escribe la primera monografía extensa sobre la vida de San Íñigo, que lleva por título: Tratado de la vida de san Iñigo, abad de Oña, y de la excellencias de Calatayud su patria y solemne triumpho con que ha recibido su sancta reliquia, obra que inédita, ha sido desconocida por la historiografía hasta nuestros días .

 Interesado el autor por la historia, utiliza la obra para realizar una alabanza de la ciudad y escribir su pasado: la Bílbilis romana, la introducción del cristianismo en la ciudad, y su continuidad por los mozárabes, aspectos a los que dedica más de la mitad del texto, para relatar la vida, virtudes, milagros y canonización de San Íñigo en la parte final de la obra.

 El haber permanecido el texto, primero inédito, más tarde ignorado, y por último perdido, ha ocasionado el desconocimiento de la obra de todos los autores que posteriormente han escrito sobre Calatayud y San Íñigo, quedando privada la historiografía de una obra importante por su contenido y por la personalidad de su autor, -más tarde Regente del Consejo de Aragón- que está comenzando a ser valorada.

 Al tiempo que Miguel Martínez del Villar investigaba y escribía sobre el patrón de Calatayud, trabajaba en la misma línea de investigación el jesuita Juan Bautista Dameto, publicando en 1612 la Historia de San Íñigo que ahora editamos. Aunque más adelante escribiremos sobre autor y obra, sólo señalar aquí que se trata de una obra fundamental, cuya publicación marca un antes y un después en la historiografía del santo, la más completa y mejor escrita sobre el mismo, y que a partir de su publicación, San Íñigo, y con él la ciudad de Calatayud fueron conocidos en toda la Europa católica.

 Otro grupo interesado en la figura de San Íñigo en estos primeros años del siglo XVII es la Orden benedictina que está trabajando en la publicación de la Crónica de la Orden de San Benito, que iniciada por fray Juan de Castañeda, es continuada a partir de 1599 por Fray Antonio de Yepes. Cronista de la Orden, nace en Valladolid en 1554, siendo varias veces abad de distintos monasterios. Investiga la historia de la Orden durante doce años, desde 1597 hasta 1609, estando en el Colegio de San Vicente de Salamanca, investigación que da como resultado la publicación de siete volúmenes desde 1609 hasta 1621 . De San Íñigo se ocupa en el tomo VI .

 Para redactar estos capítulos, solicita información al monasterio de San Salvador de Oña, solicitud que da lugar a que los archiveros del mismo revisen su archivo para escribir una biografía, cuyo manuscrito lleva por título: Relación breve que trata de la vida y milagros de nuestro glorioso padre San Iñigo, sacada por su indigno y menor hijo Fray Diego Nuñez, de los libros, papeles y escrituras que hay en este archivo y de las tablas de la capilla del dicho santo, para que haya eterna memoria, la qual saqué para inviar al P. Fray Antonio de Yepes coronista de la Orden. A 20 de henero año de 1610 .

 Sobre el nacimiento de San Íñigo, escribe el autor: Este glorioso santo y padre nuestro Íñigo, fue natural e hijo de vecino de la ciudad de Calatayud, de gente noble e ilustre de los mozárabes que se habían quedado en aquella tierra después de la destruycion de aquella ciudad, en la que antiquísimamente fue fundada la famosa ziudad de Vilvilis, todo lo cual consta y parece por historias antiquísimas .

 Con este manuscrito de 1610, la relación de fray Íñigo de Calatayud , y un ejemplar del Tratado del Patronado de Martínez del Villar, había elaborado fray Antonio de Yepes el texto dedicado a San Íñigo, cuando llegó a sus manos un ejemplar de la obra de Juan Bautista Dameto, que le hizo modificar el esquema del trabajo, incluyendo numerosos datos de esta obra. El autor lo cuenta así, en una larga cita: "El señor, que sabe pagar y agradecer los servicios que le hacen sus amigos, favoreció a ojos vistas a San Íñigo, concediéndole el don de hacer milagros, que son tantos que no me atrevo a proseguir con ellos, especialmente después que vino a mis manos, cuando estaba imprimiendo esta obra, la historia de la vida de San Íñigo, compuesta por la padre Juan Bautista Dameto, profesor de letras humanas y retórica en el colegio de la Compañía de Jesús de Calatayud, el cual viviendo en aquella ciudad, para alentar y acrecentar la devoción grande que los ciudadanos de Calatayud tienen con San Íñigo, hijo de aquella ciudad, y ahora patrón suyo, escribió tres libros con harta elegancia, y después que ha contado las heroicas virtudes y grandes hazañas de San Íñigo, esparce por el libro muchos milagros que hizo este santo, así en vida como en muerte, y como persona que profesaba retórica, y en el colegio de la Compañía de Jesús, donde se lee con tantas ventajas, cuenta estas maravillas con erudición y ornato, y se me hace mal mudarle ni torcerle su estilo, y así no me pienso aprovechar de todos los milagros que este autor pone, por no ser permitido en historias generales lo que es lícito a los que escriben vidas en particular de algún santo; pero no dejaré de escoger algunos milagros de los más notables para que me honren esta crónica .
 Al recoger Fr. Antonio de Yepes gran parte del contenido de la obra de Juan Bautista Dameto, hizo que ésta fuera conocida al menos por referencia, por un público muy amplio, ya que la Crónica de la Orden de San Benito fue publicada en francés y en latín en el siglo XVII.

 Cinco años más tarde, en 1610 el abad de San Juan de la Peña, Juan Briz Martínez, también benedictino, publica la historia de su monasterio . Dedica el capítulo XXX a S. Eneco o Íñigo, en tiempo del rey don Sancho . Las fuentes son Miguel Martínez del Villar (1598), Juan Bautista Dameto (1612) y Fr. Antonio de Yepes (1615), poniendo especial énfasis en la presencia de Íñigo en el monasterio de San Juan de la Peña, al que según el autor debe mucho el monasterio de Oña y la reforma benedictina en España .

 El Abad Briz Martínez remite a Juan Bautista Dameto para mejor conocimiento del santo, con estas palabras: "Quien quisiere ver más largamente su vida, la hallará escrita con toda erudición en estos días en tres libros, por el padre Juan Bautista Dameto, del colegio de la Compañía de Calatayud, y en el coronista alegado de la Orden, el cual en su tomo 6 la ofrece para el buen gusto del lector, con particular afecto y elegancia" .

 Durante el reinado de Carlos II hay varias obras que se ocupan de la figura del patrón de Calatayud. La más importante se debe a otro benedictino, que profesó en la abadía de Oña y fue historiador: Fray Gregorio Argáiz , quien en La soledad laureada por San Benito y sus hijos en las iglesias de España y teatro monástico de las provincias de Asturias y Cantabria (Tomo VI), dedica el capítulo XVII a San Íñigo . El benedictino se apoya en la bibliografía anterior que coteja con los documentos originales del monasterio de Oña, fijando por primera vez la cronología que desde entonces se ha considerado definitiva: nacimiento en el año 1000 en Calatayud, abad de Oña en 1035, y su muerte el 1 de junio de 1068. La solidez de su investigación basada en el conocimiento y correcta interpretación de las fuentes documentales le permiten matizar y corregir lo escrito por otros autores con autoridad.

 Argáiz retoma con mayor extensión la biografía de San Íñigo en el tomo VIII de su Soledad Laureada, que dedica al obispado de Tarazona , que divide en 14 epígrafes. Entre los datos que aporta, señala los lugares en los que hay reliquias del santo, además del monasterio de Oña y el de San Benito de Calatayud. Son éstos: la parroquia de la villa de Oña, el real monasterio de San Juan de la Peña y los monasterios de Nuestra Señora de Valvanera y el de Santa María de Vuarenes .

 El padre Fernando Rodríguez y Sánchez publicó en 1685 en la imprenta de la Cámara Apostólica de Roma el Breve compendio de las grandezas del reino de Aragón, obra divulgativa de advocaciones de la virgen en Aragón y de santos aragoneses, en el que dedica dos páginas a San Íñigo , extractando lo publicado por otros autores. Su mérito se debe a ser la primera publicación en la que trata del patrón de Calatayud fuera de los dominios de la Monarquía Hispánica, en la Ciudad Eterna, y en la imprenta de la Cámara Apostólica. También se debe a este autor una Vida de San Íñigo, patrón de la ciudad de Calatayud , que no hemos localizado. El autor nace en Jaraba (22-2-1654) y estudia humanidades, filosofía y teología en Calatayud y Zaragoza, estudios que le llevaron a ser elegido Rector de la Iglesia de Nª Sª de Monserrat en Roma (17-7-1685) y Canónigo de la Colegial de Santa María de Calatayud (Concedido por Inocencio XI el 4-9-1685). Más tarde fue Vicario General y del arcedianado de Calatayud durante el episcopado de Blas Serrate (1707-1718). Ingresó en el noviciado de Nuestra Señora de la Peña de Calatayud (29-6-1728), donde permaneció hasta su muerte (31-1-1743).

 Los bolandistas  se ocuparon de San Íñigo en el tomo I correspondiente a Junio del Acta Sanctorum, publicado en Amberes en 1695 , escrito por Daniel Papebroch , quien utiliza como fuente documental la obra del padre Dameto que completa con las de Antonio de Yepes, Martínez del Villar y Argáiz. Le considera santo mozárabe bilbilitano, señala el traslado de la reliquia a Calatayud y el ser su patrón. De este modo queda fijada definitivamente la vida y milagros de San Íñigo tras un largo proceso 1598 - 1695, que corresponde prácticamente al siglo XVII, quedando divulgado el conocimiento de este santo por todo el orbe católico.

 Don Juan Miguel Pérez de Nueros escribe a finales del siglo XVII la Historia, Antigüedad y grandeza de la muy noble, augusta ciudad de Calatayud, dispuesta en forma de Anales que dejó manuscrita . Dedica los capítulos 5 y 6 del Libro III  a glosar la figura de San Íñigo. Nacido en el año mil en el barrio mozárabe de Calatayud, cuyos pobladores bajaron de la asolada Bílbilis y se establecieron junto a la puerta de Zaragoza, ermitaño en los montes de Tobed, monje de San Juan de la Peña, abad de Oña, muere el 1 de junio de 1068. Utiliza las fuentes de Juan Bautista Dameto, Juan Briz Martínez y el P. Argáiz. Relata el traslado de la reliquia a Calatayud remitiendo al lector a la obra de Juan Bautista Dameto. La no publicación de este texto hizo que no fuera conocido por la historiografía posterior.

 A finales del Siglo XVIII el padre Enrique Flórez publica el tomo XXVII de España Sagrada , que resume lo publicado anteriormente.

 De mayor envergadura es el manuscrito que redacta Fray Íñigo Barreda, en el Monasterio de Oña. Lleva por título Historia de la vida del glorioso aragonés el Padre San Íñigo, natural y patrón de la ciudad de Calatayud, y abad del real monasterio de San Salvador de Oña de la Orden de San Benito . La obra se divide en seis libros. El libro I trata de la fundación del Monasterio de Oña . El libro II narra la vida de San Íñigo , "Demasiado estirada para los escasos datos conservados. Porque si bien reconocemos que de los manuscritos por el padre benedictino consultados hay lo suficiente para salvar el nervio de la narración, debe confesarse que no pocos párrafos emplea en comentarios entusiastas y faltos de algo concreto, menos raros en las vidas de otro tiempo" . La narración se basa principalmente en la obra del Padre Dameto.

 Los Libros III y IV  tratan de los milagros de San Íñigo, en vida el primero, y después de muerto el segundo. El Libro V  está dedicado a la ciudad de Calatayud, y lleva por título "Demostraciones festivas que la ilustre ciudad de Calatayud, noble patria de San Íñigo, hace y ha hecho en honor de su santo hijo y prodigios maravillosos que Dios ha obrado con ésta por los méritos de este su gran siervo". Contiene epígrafes dedicados a la traslación de la reliquia en 1600, el voto que hizo la ciudad de Calatayud de festejar y guardar el día del tránsito del glorioso San Íñigo, la jurídica información que se hizo antes de las fiestas de la canonización y naturaleza de San Íñigo por la ciudad de Calatayud, la procesión que hizo la ciudad en la colocación de la santa reliquia, y por último el único capítulo que aporta algo nuevo. Lleva por título "Especialísimas fiestas, que la augusta, ilustre y siempre fervorosa ciudad de Calatayud celebró en la concesión y extensión de Oficio propio a su glorioso hijo y patrón San Íñigo, abad de Oña" , fiestas que fueron celebradas en 1740.

 El libro VI y último fue editado parcialmente . Está compuesto por la descripción del monasterio  y el catálogo de los principales abades de Oña .

 Las fuentes principales de Barreda son las obras de Dameto, Yepes y Argáiz, limitándose a ampliar lo publicado por éstos e introduciendo novedades en los sucesos del siglo XVIII.

 En 1787 se publicó la Oración Panegírica que en la fiesta de San Íñigo celebrada por la ciudad de Calatayud en el Real Monasterio de monjas de San Benito a 1 de junio de 1787 dijo Francisco de la Virgen de la Peña, fraile agustino .

 D. Cayo José de la Ripa publicó en 1816 el Compendio de la vida y milagros del glorioso San Íñigo abad del monasterio de Oña, hijo y patrón de la ciudad de Calatayud , que se trata de un resumen de la obra de Dameto, como reconoce el autor en la introducción: "...las noticias... las recogió, pues, el P. Juan Bautista Dameto de la Compañía de Jesús, con tanto cuidado y tan buena crisi, que los padres bolandistas, cuya autoridad celebra y venera el mundo por singular en la historia, le dan el primer lugar entre los escritores de San Íñigo. Siendo pues tan verídica la historia de nuestro santo, que escribió Dameto, reduciré en epílogo sus tres libros a tres capítulos .

 D. Vicente de la Fuente trata de San Íñigo en la Historia de la siempre augusta y fidelísima ciudad de Calatayud  en el capítulo XVII del tomo I, "Mozárabes de Calatayud" , de quien señala que para ser profeta tuvo que salir de su patria. D. Vicente remite a la obra de Dameto para excusar señalar las virtudes y milagros de San Íñigo, obra de la que sugiere su publicación en nota al pie de página . En el Tomo II de la misma obra dedica el capítulo XCIII al patronato de San Íñigo , narrando la traslación de su reliquia en 1600 según el texto del P. Dameto.

 A finales del siglo XIX la Real Academia de la Historia se ocupó del patrón de Calatayud en un artículo de Fidel Fita: "Canonización del abad an Íñigo. Bulario antiguo e inédito del monasterio de Oña" en el Boletín de la Real Academia de la Historia , y en 1919 Enrique Herrera Oria, jesuita, escribió "Autenticidad de las reliquias de San Íñigo, abad de Oña", publicado en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos .

 En fechas más recientes, la Biblioteca Sanctorum , recoge un artículo firmado por Justo Fernández Alonso sobre Enecone (Sp. Ennego, Íñigo), mozárabe de Calatayud, y recoge la bibliografía fundamental en la que señala la obra de Dameto. La última monografía que conocemos se debe a Valeriano Ordoñez San Íñigo de la Reconquista , obra bien documentada que utiliza casi todas las fuentes impresas citadas hasta ahora, que completa con la documentación del monasterio de Oña, para llegar a las mismas conclusiones que los autores antecedentes.

 Los Encuentros de Estudios Bilbilitanos han producido aportaciones sobre el patrón de Calatayud. En el Tercer Encuentro se publicó la comunicación de Miguel Minguez Gutiérrez "El mozárabe San Íñigo de la reconquista, abad de Oña y patrón de Calatayud" . El IV Encuentro contó con el trabajo de D. José Galindo Antón "Algunas notas sobre el culto a San Íñigo en la ciudad de Calatayud" , quien encuentra documentación notarial de D. Juan Miguel Tris, que corrobora lo publicado sobre la traslación de la reliquia a Calatayud en 1600. Señala el acuerdo del Ayuntamiento de Calatayud en 1662 de celebrar una procesión general el día 1 de junio, la programación de los actos de 1740 para celebrar la concesión por la iglesia romana de Oficio propio, y la información de 14 de mayo de 1813, cuando abandonan la ciudad las tropas francesas y el regente de la parroquia de San Benito, D. Manuel Andrés constata la desaparición del relicario de plata de San Íñigo, aunque no de su reliquia, relicario que fue reemplazado por otro de madera pintada, obra del escultor Tiburcio Quílez y del pintor Gregorio Melendo (1813), Los mismos autores tallaron y pintaron la imagen de vestir del santo.

 Hasta aquí la historiografía fundamental sobre San Íñigo hasta el siglo XX.

 El siglo XXI se inicia con la celebración del primer milenio del nacimiento de San Íñigo y del cuarto centenario de la traslación de su reliquia a la ciudad de Calatayud, celebraciones de las que la publicación por el Excmo. Ayuntamiento de Calatayud de la edición de la "Historia de San Íñigo abad del real monasterio de Oña" de Juan Bautista Dameto, siguiendo la sugerencia que hizo D. Vicente de la Fuente hace 120 años, son una primera aportación -deseamos que seguida de otras muchas- para el conocimiento del patrón de la ciudad de Calatayud.

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