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Benedicto XIII: El Papa Luna

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | El noble linaje de los Luna parece arrancar del navarro don Martín Gómez, pariente de don Bacalla, que participó en la Batalla de Alcoraz en 1096, previa a la toma de Huesca. Fue capitán del rey aragonés Sancho Ramírez (1043-1094), con el que participó en 1092 en la conquista de Montemayor, identificada con la antigua Gallícolis, rebautizada Luna por los cristianos pues, según la leyenda, la villa fue asaltada de noche, a la hora que apareció la luna. El rey dio la villa conquistada a don Bacalla en calidad de gobernador, quien incorporó la luna a su escudo de armas en campo colorado, como los reyes navarros, que confirma el origen navarro de don Bacalla. En 1092 la villa de Luna se repobló con cristianos, siendo gobernador don Bacalla. De este don Bacalla parecen arrancar las tres ramas principales de esta familia: dos de ricos-hombres, los Ferrench o Fernández de Luna y los Martínez de Luna, y una de mesnaderos, los Ferrench de Luna de Lurcenich (Luceni), designados por los cronistas como López de Luna. Los Ferrench de Luna se establecieron en Chodes, los Martínez de Luna en Almonacid de la Sierra y los Luna de Lurcenich en Jarque.

El Nobiliario de Aragón, de Pedro Garcés de Cariñena, iniciado hacia 1397, comienza la genealogía de los Luna en Rodríguez de Luna, uno de los cinco del linaje ejecutados en 1136 por Ramiro el Monje, en el episodio de la campana de Huesca. Tuvo dos hijos, Alamán y Bacalla.

Los descendientes de Bacalla recibieron el título condal. Pedro IV concedió en 1348 a Lope Ferrench de Luna, señor de Segorbe y de Luna, el título de conde de Luna, el título nobiliario más antiguo que los reyes de Aragón habían concedido a nobles de sangre no real, por su apoyo en la batalla de Épila contra los unionistas. Lope Ferrench de Luna casó con la infanta Violante de Aragón, hija de Jaime II. Les sucedió su hija María (1360), segunda condesa de Luna, que casó con el infante y luego rey Martín el Humano, por morir sin sucesión su hermano el rey Juan I. La reina María murió sin hijos en 1406. El tercer conde de Luna fue Martín el Joven, hijo ilegítimo de Martín el Humano, a quien sucedió su hijo Fadrique, que fue el cuarto y último conde de Luna, pues en 1430 pasó al servicio del rey de Castilla, perdiendo todo su cuantioso patrimonio.

Esta rama se perpetuó en un hijo ilegítimo del primer conde de Luna, Lope Ferrench de Luna, llamado Fernán López de Luna, que casó en 1366 con Emilia Ruiz de Azagra, señora de Villafeliche y Muel. En 1394 recibió del rey Martín I el Humano el señorío de Ricla, por lo que se conocerá como la rama de Ricla, reconocida por Carlos V como una de las ocho grandes casas nobiliarias de Aragón en las Cortes de Monzón de 1538. Sus sucesores adquirieron la villa y el castillo de Godojos y Camarasa, en Cataluña.

En 1543, Francisca de Luna y Diego de los Cobos, secretario de Carlos V, recibieron el título de marqueses de Camarasa. Su hijo, Francisco de los Cobos y Luna, obtuvo de Felipe II el título de conde de Ricla en 1589.

Alamán fue padre de Pedro Martínez de Luna el Viejo, quien engendró a Pedro Martínez de Luna, que casó con Elvira Pérez de Sessé, hija de Pedro de Sessé, señor de Mediana y Morata. En 1255 recibía ad vitam Almonacid de la Sierra. Su hijo mayor, Pedro Martínez de Luna III recibió de nuevo Almonacid en 1289, a cambio de mantener seis caballerías. Esta rama terminó con Antón de Luna, partidario del conde de Urgel, uno de los oponentes a Fernando I, elegido rey de Aragón en el Compromiso de Caspe. Con ello fue desposeído de sus dominios y tuvo que expatriarse en 1413. Su patrimonio pasó a los Urrea, que habían heredado los señoríos de la rama de los Ferrench de Luna de Lurcenich.

La rama segundona de los Martínez se inició con Juan Martínez de Luna, que heredó el señorío de su madre Elvira Pérez de Sessé, compuesto por Mediana, Morata y Villanueva. Juan casó con Contesina de Calamandrana. Su hijo, también llamado Juan, casó con la ricahembra María Pérez de Gotor, que heredó de su padre Miguel Pérez de Gotor las villas y castillos de Gotor e Illueca, y de su madre María Zapata las de La Vilueña y Valtorres. En 1319 recibían del rey Villanueva de Jalón, en 1389 adquirían el señorío de Morata de Jalón y en 1437 compraron al rey Arándiga y Chodes, que habían sido confiscados al conde Fadrique de Luna.

Jerónimo Zurita cuenta en sus Anales de la Corona de Aragón que, tras la conquista de Mallorca por Jaime I el Conquistador en 1229, el rey aragonés adoptó al hijo y sucesor del último rey musulmán de Mallorca, Said ben Alhakem, cuidó de su educación, apadrinó su bautizo en La Seo de Zaragoza, le dio su nombre y concertó su matrimonio con Eva de Alagón y Luna, hija de Martín Roldán y de María López de Luna, y nieta de Roldán del linaje de Alagón. El rey concedió a Jaime y a Eva la baronía de Gotor, según un documento de 1250. Su hijo se llamó Blasco de Gotor, que recibió de Jaime I el señorío de Illueca, a cambio de las heredades maternas en Alagón. Fue padre de Miguel Pérez de Gotor, a quien Pedro III le desposeyó de sus señoríos, que le restituyó Alfonso III. Su esposa María Pérez Zapata le aportó los lugares de La Vilueña y Valtorres. Los señoríos de Gotor e Illueca eran perpetuos, según un documento de 1315, con la obligación de aportar dos caballos armados al rey. Le sucedió su hija María Pérez de Gotor y Zapata, que casó con Juan Martínez de Luna, segundón de la casa de Almonacid, padres de Pedro Martínez de Luna, Benedicto XIII. Pedro Garcés de Cariñena, cubiculario o servidor de Benedicto XIII, silenció los ascendientes musulmanes de la familia materna de Pedro Martínez de Luna.

El primogénito de Juan Martínez de Luna y María Pérez de Gotor y Zapata se llamó Juan, y fue señor de Alfaro, Jubera, Cornago y Cañete. Pasó bastante tiempo en tierras castellanas, al servicio del rey Enrique II. Casó con Teresa de Urrea y luego con Teresa de Albornoz.

Tras la desaparición de los Ferrench de Lurcenich en 1382, de los Luna de Almonacid en 1413 y de los condes de Luna en 1430, esta rama de los Martínez de Luna de Illueca será la principal de la familia, siendo reconocida por Carlos V como una de las ocho grandes casas nobiliarias de Aragón en las Cortes de 1538. En 1550 les concedió el título de condes de Morata.

A finales del siglo XV se inició una rama menor de esta familia, la de los barones de Purroy, en la figura de Juan de Luna y Urrea, hermano menor del primer conde de Morata. Fue creada por Juan Martínez de Luna, IX señor de Illueca, para su segundo hijo Juan de Luna y Urrea. El hijo de éste último, Juan de Luna y Celdrán fue decapitado por orden de Felipe II a causa de las Alteraciones de Aragón. Con él esta rama se extinguió. Su casa en Purroy fue derribada y la villa confiscada, pasando a manos del duque de Lerma.

La rama de los Martínez de Luna terminó con Ana-Polonia Martínez de Luna, que vendió en 1665 todos sus títulos y patrimonio a Francisco Sanz Cortes, primer marqués de Villaverde, por concesión del título en 1670.

En 1600 y 1606 aparece documentado como infanzón residente en Saviñán Diego de Luna, otras veces llamado Diego Martínez de Luna.

De sobra es conocida la historia del Papa Luna (1328-1423), Benedicto XIII en la obediencia de Aviñón desde 1394. Vivió noventa y cinco años, aguantó al menos media docena de epidemias de peste, escapó a intrigas y amenazas, y sobrevivió a un envenenamiento. J. Ángel Sesma escribía de él: "Toda su vida miró hacia adelante; nunca renunció al pasado. Fue papa, algo que sólo han conseguido menos de trescientas personas de las nacidas tras Jesucristo. Ostentó el título con airada dignidad en un momento en que más de uno pugnaba por él y muchos pretendían restarle grandeza y soberanía. A pesar de guerras y cismas, deposiciones y elevaciones, murió sin renunciar a sus derechos, considerándose el único papa legítimo.

Recorrió el mundo y aconsejó a papas, emperadores y reyes. Creyó en la nueva ciencia y en la nueva cultura. Ni siquiera en su vejez, recluido en su castillo mediterráneo, vio limitado su horizonte vital. Fue un hombre de acción.

Nació en Illueca; es el único Papa aragonés. Es un cismático aragonés más".

El cronista Martín de Alpartir escribe en su larga Crónica dedicada al pontificado de Benedicto XIII, que el Papa Luna murió el 23 de mayo de 1423, fiesta de Pentecostés, siendo enterrado en el palacio de Peñíscola. Algunos investigadores creen que el fallecimiento pudo producirse unos meses antes, el 29 de noviembre de 1422, pues así convenía a los intereses del rey Alfonso V de Aragón, embarcado en su aventura napolitana, secundado por los cardenales recientemente nombrados por Benedicto, que mantuvieron en secreto su muerte, haciéndolo público y oficial en la fecha indicada por Alpartir.

Cumpliendo con su testamento, sus cardenales Loba, Dahe, Bonnefoi y Gil Sánchez Muñoz, pues Carrier se encontraba en el sur de Francia, reunidos en cónclave en una dependencia del castillo el 10 de junio de 1423, eligieron papa a Gil Sánchez Muñoz (1370-1447), que tomaría el nombre de Clemente VIII. Abdicó el 26 de julio de 1429, dando fin al Gran Cisma. Juan Carrier no aceptó la elección de Gil Sánchez Muñoz, redactando un famoso Manifiesto en contra de Clemente VIII. Se refugió en el castillo de Turena, al que llamaba Peniscolette, por su parecido con Peñíscola, y nombró a un nuevo sucesor, Benedicto XIV, quizá Bernardo Garnier, clérigo de Guyena. Benedicto XIV nombró a un nuevo cardenal para que le sucediera, Juan Farald. Este último nombraría papa a Juan Carrier, que tomaría el nombre de Benedicto XIII. Carrier murió en prisión en 1433 sin retractarse y defendiendo la legitimidad de estos papas misteriosos, que componían la secta llamada de Trahiniers.

Martín de Alpartir nos cuenta en su Crónica la razón del traslado de los restos del Papa Luna a Illueca. El 9 de abril de 1430, Domingo de Ramos, y el 13 de abril, día de Jueves Santo del mismo año, "se desprendió tan copiosa fragancia y buen olor de la tumba del señor papa Benedicto XIII, que impregnó no sólo el castillo, sino también la iglesia y toda la villa de Peñíscola. El prodigio fue comunicado por el castellano de la fortaleza al rey Alfonso de Aragón, que estaba entonces en Cariñena, diócesis de Zaragoza. El noble barón Juan de Luna, sobrino del citado papa, que estaba presente, suplicó al rey que se dignase disponer que le fuese entregado el cadáver de su tío. Así se hizo y, con todos los honores, fue trasladado a su castillo de Illueca, donde, según se dice, se expone, con gran iluminación, en la misma cámara donde nació". Juan de Luna era sobrino nieto del Papa Luna.

Ambrosio Bondía, en su Cytara de Apolo de 1650, escribía que su cuerpo "asta oi entero, i aun intacto el Pontifical con que fue enterrado". Lo mismo aseguraba Andrés de Uztarroz: "iaze su cadaver en el castillo de la villa de Illueca, tan entero como si oi muriera".

Algunos estudiosos aseguran que durante la Guerra de Sucesión, los soldados franceses que apoyaban a Felipe V llegaron hasta Illueca, asaltaron el castillo y destrozaron su interior. Los soldados golpearon la momia de Benedicto, quizá para despojarle del Pontifical, arrojándola por un barranco. Sólo pudo recuperarse el cráneo, que se conservaba en el palacio de los condes de Argillo de Saviñán.

Sin embargo Guitart Aparicio asegura que este suceso ocurrió en 1813, o sea, durante la Guerra de la Independencia (1808-1814). Si sucedió durante la Guerra de Sucesión (1700-1715), las familias Muñoz de Pamplona y Sanz de Cortes no estaban aún emparentadas. Como hemos dicho, Ana-Polonia Martínez de Luna, nacida en Illueca en 1642, hija de Ana de Luna y Antonio Manrique de Lara, vendió todos sus señoríos y propiedades en 1665 a Francisco Sanz Cortes, pero como la casa de Illueca y el condado de Morata eran una de las ocho grandes Casas del reino de Aragón, la alta nobleza no vio con buenos ojos esta compra por Sanz Cortes, abogado, corregidor de Zaragoza y persona apreciada en la Corte. Entonces comenzó un largo pleito cuyos principales protagonistas fueron el conde de Sástago, que además era duque de Villahermosa, y el conde de Montijo, que estaba casado con la marquesa de Osera, emparentados con la Casa de Morata. Las actas del pleito datan de 1730 y 1747, pues el asunto iba pasando a los sucesivos herederos de las dos partes. En las actas de este pleito figuran las obras que los Sanz Cortes llevaron a cabo en sus nuevas adquisiciones, también en el palacio de Illueca.

A finales del siglo XVI un modesto labriego de Cortes de Navarra, de sangre hidalga, pasó a Tauste, al arrimo de un pariente párroco y vicario de esta localidad. Su apellido Sanz se completó con el toponímico de su procedencia, haciéndose conocer por Juan Sanz de Cortes. Su hijo Domingo Sanz de Cortes trasladó su domicilio a Zaragoza, donde desarrolló una gran actividad de carácter económico y financiero. Logró que le fuera reconocida en 1632 su hidalguía de sangre y naturaleza, obteniendo luego el cargo de Regidor Perpetuo del Concejo cesaraugustano. Adquirió del Prior y canónigos del Pilar la cesión "ad perpetuam" de la capilla del Santísimo Sacramento para erigir en ella, bajo la advocación de San José, un altar con un panteón, para los de su linaje. Dos de sus hijos, Domingo y Juan-Feliciano, formarán parte del Cabildo Metropolitano.

El sexto hijo, Francisco Sanz de Cortes y Borao, nacido en su casa familiar de la plaza de san Felipe el 21 de julio de 1623, cursó sus estudios en la Universidad sertoriana de Huesca. Fue Doctor en Derecho, experto abogado y hombre de negocios. Éste fue el que compró los bienes y los títulos de los Martínez de Luna. Francisco Sanz poseía cerca de Barbastro una pardina o despoblado, llamado de Villaverde, y consiguió que la madre de Carlos II cargase el título de marqués, que le fue concedido por Real Cédula de 1 de abril de 1670. Fue, como su padre, Regidor Perpetuo de Zaragoza y del Consejo del Rey. En sus tiempos de estudiante en Huesca conoció a Isabel-Juana Coscón y Cortés, de la Casa de los vizcondes de Torresecas, contrayendo primeras nupcias, casando en segundas con Ana-María de Heredia y Sanz de Latrás. Murió en 1686.

El proceso de aprehensión del condado de Morata se basaba en que su comprador, el marqués de Villaverde, no tenía parentesco alguno con la vendedora. Cosa cierta, por lo que a los Sanz de Cortes convenía emparentar con los antiguos propietarios del condado, los Luna. Con este fin casó a su heredero José Sanz de Cortes y Coscón con María-Antonia Fernández de Heredia y Ximénez-Cerdán, hija de los marqueses de Bárboles y condes de Contamina, parientes de los Martínez de Luna. Este parentesco fue decisivo para la conclusión del pleito entre los Villaverde y los Sástago y Montijo. El duque de Villahermosa, que era el más duro rival, se apartó del proceso al recibir una fuerte compensación económica de los Sanz de Cortes, a lo que se opuso Carlos de Borja y Aragón, ya que carecía de descendencia directa.

El segundo marqués de Villaverde murió en 1713, heredándole su hijo Miguel Sanz de Cortes y Fernández de Heredia. Nació el tercer marqués de Villaverde en 1688 en Zaragoza, en la plaza de san Felipe. Con su padre figuraba desde muy niño entre los cortesanos adictos a Felipe V, por lo que no vio comprometida su fortuna como otros, que habían mostrado sus preferencias por el archiduque de Austria en la Guerra de Sucesión, que fue el perdedor. Por ello Felipe V le otorgó el hábito de Santiago. En Madrid contrajo matrimonio con Isabel López de Tejada.

El ya ruinoso templo del Pilar se derribó para levantar la nueva fábrica, habiendo de mediar una nueva concordia entre la casa de Villaverde y los canónigos, acerca de la nueva instalación de la capilla de san José y del panteón de los Sanz de Cortes, que fue suscrita por las partes al comenzar las obras del nuevo templo del Pilar.

Le heredó su hijo José-María Sanz de Cortes, que casó en el palacio del Buen Retiro de Madrid en 1753, con María Connock y Abeville, teniendo dos hijas. María-Luisa Sanz de Cortes resultaría ser la última marquesa de Villaverde. Murió soltera en 1837, habiendo muerto antes todos sus hermanos, que fueron ocho entre varones y hembras. Le sucedió en el título y bienes de la casa de Villaverde su sobrina María de la Soledad Muñoz de Pamplona y Sanz de Cortes, VI marquesa de Villaverde, como heredera de su tía materna, y condesa de Argillo, como sucesora de su padre, Manuel Muñoz de Pamplona, muerto en 1803.

Francisco de Goya pensó vender sus cuadros de gabinete de 1793-1794 a la familia del marqués de Villaverde y a sus hijas, principalmente a la mayor de éstas, María-Luisa Sanz de Cortes y Connock, que había sido nombrada académica de mérito y honor de la de san Fernando el 10 de julio de 1785. La familia vivía en Madrid en el barrio del Ave María. María-Luisa Sanz de Cortes gustaba del naturalismo en el arte, pues envió un "diseño de lápiz, que contiene las figuras de una familia en reposo doméstico", a la exposición organizada por la Academia en 1793. Pero esta familia parece que no compró estos cuadros, pues aparecen en una colección burguesa antes de 1800.

El IV marqués de Villaverde vio en 1768 concluso el largo proceso que le convertía en conde de Morata, desde entonces vinculado a los Villaverde, hasta su separación en 1943. El X marqués de Villaverde, desde esa fecha, fue Cristóbal Martínez Bordíu, muerto en febrero de 1998, por cesión de su madre, Esperanza Bordíu Bascarán, condesa de Argillo.

Ignacio de Asso, en su Historia de la Economía Política de Aragón, señalaba que en 1659 Francisco Sanz de Cortes y en 1682 el marqués de Villaverde, tenían arrendadas las aduanas de Aragón en ochenta y tres mil quinientas libras y en ciento tres mil libras, respectivamente. En 1579 las tenía arrendadas Jaime de Funes y Miguel López de Tolosa, en 1591 el mismo Jaime de Funes y en 1597 Alonso de Villalpando y Francisco-Dionisio de Funes.

El título de conde de Argillo fue concedido a Miguel Muñoz de Pamplona y Pérez de Nueros y Solchaga en 1776 por Carlos III. El primer conde de Argillo murió como consecuencia de las heridas sufridas en el incendio del Teatro de Comedias de Zaragoza, ocurrido el 12 de noviembre de 1778. Murió en su casa de la calle Mayor de Zaragoza el 22 de noviembre. Le sucedió su hijo Miguel Muñoz de Pamplona y Montserrat Ximénez de Urrea, que murió sin sucesión en Madrid en 1783. Le heredó su tío Manuel Muñoz de Pamplona, que había casado con Pilar Sanz de Cortes y Connock, hija de los marqueses de Villaverde y condes de Morata, padres de María-Soledad Muñoz de Pamplona y Sanz de Cortes, que casó en Saviñán y en 1805 con José Garcés de Marcilla y Azuela, que fueron quienes heredaron los títulos de marqués de Villaverde y condes de Morata y de Argillo, según consta en la carta de Sucesión dada por Carlos IV en 3 de junio de 1805.

Por tanto si el hecho de la destrucción de la momia de Benedicto XIII ocurrió durante la Guerra de la Independencia, María-Soledad Muñoz de Pamplona y José Garcés de Marcilla serían dueños de los palacios de Illueca y de Saviñán, y entonces al recuperarse la calavera del Papa Luna la depositarían en su palacio de Saviñán.

El escritor romántico y periodista menorquín José-María Quadrado y Nieto (1819-1896), colaboró en la empresa editorial de Recuerdos y bellezas de España, que inició en 1839 el librero catalán Pau Piferrer, con la colaboración del excelente dibujante Francisco-José Parcerisa. A Quadrado se le deben los libros dedicados a Castilla la Nueva; Asturias, León y Zamora; Valladolid y Palencia; y Salamanca, Ávila y Segovia. Sin embargo su aportación más importante será el tomo de Aragón de 1844.

Quadrado llegó a tierras de Calatayud desde el Moncayo. Al llegar a Illueca contempló el palacio donde nació Benedicto XIII, cuyos restos profanaron los soldados franceses, salvándose el cráneo que se guardaba en Saviñán. Quadrado escribe: "nosotros hemos tenido en las manos aquella cabeza venerable revestida aun de piel en que se distinguen la raiz de los cabellos y las venas de su frente; y por la naríz marcadamente aguileña, por las órbitas de los ojos vacía una de ellas, nos hemos esforzado en adivinar y animar la fisonomía del nonagenario cautivo, de aquel que sembró en Aragón las huellas de su pontifical munificencia, y que vive indeleblemente en los recuerdos del mismo vulgo con el nombre de Papa Luna".

En el número 2, correspondiente al 16 de junio de 1899, de la revista ilustrada Alrededor del Mundo, apareció un curioso artículo firmado por Wanderer titulado "La cabeza del antipapa Luna". En la Hemeroteca Municipal de Madrid se guardan los ejemplares de esta revista ilustrada, que se editó en Madrid y en Barcelona, en la imprenta de Henrich y Cía, de 1899 a 1930. Unos años antes, Wanderer colaboraba con el periódico madrileño de El Imparcial, en un apartado que llevaba el mismo título que la revista: "Alrededor del mundo". En 1850 había aparecido la revista Au Tour du monde (Alrededor del mundo), editada por Jacques Hachette.

En este artículo Wanderer contaba sus peripecias que le llevaron hasta Saviñán. Como Saviñán no tenía entonces estación de ferrocarril, el periodista tuvo que apearse en la de Paracuellos. Llevaba sus cámaras fotográficas y unas cartas que había conseguido del conde de Argillo, que entonces era Luis Bordíu y Garcés de Marcilla Góngora y Muñoz de Pamplona, para entregarlas al encargado del palacio y así poder retratar el cráneo de Benedicto XIII, que él llamaba antipapa.

Conocemos a algunos encargados, administradores o mayordomos del conde de Argillo en Saviñán. El 23 de septiembre de 1808 murió en Saviñán José Gil, de cincuenta años, que estaba casado con Benita Lope. Era natural de Sediles y hasta allí se condujo, enterrándose en la parroquia de aquel lugar. Entonces eran condes de Argillo y marqueses de Villaverde, José Garcés de Marcilla y Mª Soledad Muñoz de Pamplona, que casaron en Saviñán en 1805, siendo José Gil testigo del enlace.

El 28 de abril de 1806 José Gil escribía al conde de Argillo que el domingo 20, mientras habían salido a pasear, los jugadores que jugaban a la pelota en la plaza Muñoza, habían hecho un agujero en los corrales para recuperar las pelotas colgadas. Otras veces habían subido a los tejados de los graneros de encima de las cocheras, donde se guardaba el zumaque. A su vuelta el apoderado vio el agujero y mandó quitar el cordón que colocaban para jugar al ple, arrimado a la cochera. Al día siguiente el regidor primero, Ramón Ibarra, le envió un recado con el criado del conde, diciéndole que el cordón sólo se quitaría de orden de la justicia y que si el conde tenía algún derecho en la plazuela debía mostrarlo. Tras este recado, José Gil pasó a casa del regidor para decirle que la plazuela era del conde. Al otro día el regidor Ibarra mandó a los chicos de la escuela y a los de Gramática, para que hicieran el cordón para jugar al ple. El alcalde Judas Yepes estaba en la plaza del pueblo, viendo lo que hacían los chicos. El apoderado del conde creía que si se hubiera opuesto a la colocación del cordón, lo hubieran metido a la cárcel. Por eso pedía al conde que pusiera el asunto en manos de sus abogados, para que revisaran sus derechos sobre aquella plaza donde se jugaba a la pelota.

En el juego de pelota, ganar el ple es ganar el primer tanto que da derecho a un bando a sacar. No se cuenta como tanto, sólo da derecho a un bando a sacar antes que el bando contrario para sumar puntos.

En 1814 casó en Saviñán Ramón Morlanes Ximénez y Elena Gil Lope, hija del apoderado del conde de Argillo José Gil.

Entonces en Saviñán había preceptoría de Gramática Latina. Sabemos que en 1832 moría en Saviñán Manuel Pérez, preceptor de Gramática, de cincuenta y cinco años y natural de Bronchales. Estaba casado con María Martínez y a su muerte dejó siete hijos, de entre once y treinta y cinco años.

En 1830 casaron en Saviñán Ignacio Molinos Cerralbo, hijo de Antonio, de Borobia, y de Joaquina, de Aranda, con María-Manuela Pérez Martínez, hija de Manuel, preceptor de Gramática Latina y natural de Caminreal, y de María Martínez, de Bronchales. Fueron testigos mosén Estanislao Marco y Feliciano Latorre, médico de Saviñán. Verificaron la revalidación en la ermita de san Bartolomé de Aranda, ante los testigos José Gallego, Juan Martínez y Prudencio Vázquez, de Aranda.

El 16 de octubre de 1842 moría en Saviñán Pascual Román, administrador del conde de Argillo, natural de Hinojosa, Guadalajara, que estaba casado con Ana García. El 3 de marzo de 1845 moría en Saviñán Ramona Román, de Hinojosa, quizá hermana del administrador, que era viuda de León Bueno. En 1832 casaron en Saviñán Felipe Calvo, de Belmonte, con Isidora Román, viuda de Gabriel Alcocer.

El 26 de noviembre de 1852 moría en Saviñán Demetrio Alcocer, mayordomo del conde, de cincuenta y dos años, que estaba casado con María Pérez. Desconocemos si tenían algún parentesco con Cecilio Bascones Alcocer, que casó en Saviñán y en 1862 con Mª Dolores Pérez. Él era hijo de Bernardo Bascones, natural de Tajueco, y de Josefa Alcocer, de Santorcaz. Los Bascones emparentaron con los Gracián de Saviñán.

En 1846 casaron en Saviñán Juan-Vicente Carnicer Gallego y Rita Alcocer Pérez, hija del mayordomo del conde.

En 1889 vivían en el palacio Vicente Polo y Polo, casado con Librada Hernández, y los hermanos Jacinto y Pedro Vincueria Nonay. Éste último estaba casado con Luisa Sisas.

El 3 de diciembre de 1893 moría el apoderado de Ana Garcés de Marcilla, Pedro Pascual Pallete, de sesenta y un años, natural de Herce, Logroño, viudo de Telesfora Miró. Una hija del apoderado, llamada Juana-Atilde Pascual, casó en junio de 1893 y en el oratorio del palacio, con Ángel-Custodio-Eugenio Carnicer Vicente, que era secretario del Ayuntamiento de Saviñán. En julio de 1893 eran padres de Angela-Matilde Carnicer y Pascual, que casaría en Santa María de Calatayud en 1923 con Carlos Escribá. Juana-Matilde Pascual morirá en Saviñán el 21 de septiembre de 1894 de infección puerperal, tras alumbrar a su segunda hija llamada Dolores el 16 de septiembre. Tenía veinticinco años.

En 1896 vivía en el palacio Francisco Mateo con su mujer Carmen Marco, además de Pedro y Jacinto Vincueria Nonay.

En 1906 casaban en el oratorio del palacio de Saviñán, Francisco-Javier Olazábal Ramery, ingeniero de Tolosa, de cuarenta años, con Mª Rosario Bordíu y Prat, de veintiséis años, de Hendaya, pero vecina de Madrid. Como testigos aparecen José Bascarán, General de los Ejércitos y Jefe del Cuarto Militar de Su Majestad, Eufemio Abad, apoderado del conde de Argillo en Saviñán, y Martín Domínguez, apoderado del conde en Morata.

En 1911 aparece viviendo en el palacio de los condes de Saviñán y a su servicio, Jacinto Vincueria Nonay (1861-1944), con su tercera esposa Petra Cormán Pablo y sus cuatro hijas. Había casado antes con Ángela Vincueria Marco en 1886, y en segundas nupcias con Escolástica Sanz, de Bubierca, que murió en 1898, a los veinticinco años. Con Petra Cormán casó en 1899.

En los años veinte y treinta vivía en el palacio Serafín Cambón que estaba casado con Teresa Mercader. Y por último vivieron en el palacio José Barbero Tejero (1891-1949), que había casado en 1917 con María Vela Maluenda, y su hija Carmen, 1926. También fueron padres de Concepción, 1917, que casó en 1943 con Antonio Aznar Tobajas, Vicenta, 1920, que casó en 1945 con Joaquín Gumiel Aznar, y Natividad, 1922, que casó en 1951 con Francisco Pérez Jiménez. José Barbero Tejero era hijo de Constantino (h.1865-1910) y de Escolástica (h.1864-1947), los dos de Embid de la Ribera. Hermanos de José Barbero Tejero fueron Dionisia (1887-1916), que casó en 1908 con Vicente Saló Ramón, y Santiago (1897-1954), que casó en 1926 con Carmen Lacruz Moreno.

El 9 de junio de 1960 apareció una reseña en El Noticiero, referida al homenaje celebrado en Illueca a la memoria del Papa Luna. El día anterior se había desplazado a Illueca el gobernador civil y jefe provincial del Movimiento, José-Manuel Pardo de Santayana y Suárez, para inaugurar un grupo escolar y presidir el mencionado homenaje. Le acompañaron el presidente de la Diputación, doctor Zubiri, subjefe provincial del Movimiento, señor Sarto, inspector jefe, señor Lozano, inspector jefe de Enseñanza Primaria, señor Solans, y el inspector de Enseñanza Primaria de la zona de Calatayud, señor Bescós. Con anterioridad visitaron Saviñán, donde fueron recibidos por el diputado del distrito, César Gil, el alcalde, señor Olvés, el jefe local de Falange, señor Lafuente, el párroco, Saturnino Martínez, el comandante del puesto de la Guardia civil, señor Baquedano, y el vecindario, que ofreció al gobernador un caluroso recibimiento en la plaza Muñoza. José-Luis Bordíu, en representación de sus primos Olazábal-Bordíu, propietarios del palacio, mostró las dependencias y el cráneo del Papa Luna, que se conservaba en una urna desde 1811.

El cráneo del Papa Luna fue expuesto en la Sala Corona de Aragón del edificio Pignatelli de Zaragoza, en la Muestra de documentación histórica aragonesa, en conmemoración del sexto Centenario de la elección papal de don Pedro Martínez de Luna (Aviñón, 28 de septiembre 1394), celebrada del 28 de septiembre al 31 de octubre de 1994. Se aseguró en cincuenta millones. Aunque cueste creerlo, por aquellas fechas el cráneo del Papa Luna aún no estaba inventariado. Lo fue cuando fue recuperado, tras su rocambolesca desaparición.

Juan B. Simó Castillo, en su libro Pedro de Luna. El Papa de Peñíscola, cuenta que en julio de 1986, Pascual Sanjuan Sardaña, de ochenta y dos años, le contó que él y su padre habían recogido en 1936 el cráneo del Papa Luna cuando era objeto de vandálicos actos de profanación, al ser saqueado el oratorio del palacio de los condes de Argillo. Con pesadumbre le confirmó el cumplimiento de la profecía atribuida a san Vicente Ferrer, que llegó a decir que por castigo a su orgullo, algún día los niños jugarían con la cabeza del Papa Luna a modo de pelota.

Al conocerse el robo del cráneo del Papa Luna en 2000, el Ayuntamiento de Illueca lo pidió en custodia, reservándole el mismo espacio que ocupaba antes de su profanación por los soldados franceses, quejándose también del trato recibido en Saviñán en 1936 y en 2000, pues ocupaba un palacio en peligro de ruina. En Heraldo de Aragón el 13 de julio de 2002, Luisa Saldaña contestó al artículo del alcalde de Illueca, que comentaba este mal trato durante la Guerra Civil. Luisa Saldaña recordaba que por aquellas fechas José-Ignacio Olazábal encargó a su albañil, Esteban Saldaña, al párroco José Yagüe y a Serafín Lacruz que escondiesen el cráneo del Papa Luna en el corral de este último. Fue al exhumar los restos cuando el cráneo sufrió un golpe y pequeños desperfectos en la nariz. También defienden esta tesis los descendientes de Jacinto Vincueria, que vivía en el palacio en 1936.

Heraldo de Aragón se hizo eco el 5 de abril de 1994 de la puesta en venta del Archivo de los condes de Argillo, procedente de su palacio de Saviñán. Hacía unos años que el palacio de los condes de Argillo era propiedad de los hermanos José-Ignacio, Juan-Antonio y Carmen Olazábal-Bordíu. Tras el fallecimiento en 1993 de Carmen Olazábal, sus hermanos habían muerto antes, el palacio pasó a manos de sus descendientes, once primos hermanos, que son: los herederos de José-Ignacio de Olázabal y Bordíu, marqués del Valle de Santiago, los hermanos Olazábal y Castro: Pedro, María-Rosa, Carlos y Luis. Los herederos de Juan-Antonio de Olazábal y Bordíu, los hermanos de Olazábal y Churruca: Isabel, Juan-José y Casilda. Y los herederos de Carmen de Olazábal y Bordíu, por matrimonio marquesa de Torres de Mendoza, los hermanos de Torres y de Olazábal: Pedro-José, marqués de Torres de Mendoza, María del Rosario, Jaime y María de los Ángeles.

Mariano Berges, director general de Educación y Patrimonio, reconocía entonces que la D.G.A. había entablado conversaciones para evitar que el Archivo saliera de Aragón. El palacio reunía también libros antiguos y cuadros de pintura religiosa, que se repartieron sus dueños, además de la calavera del Papa Luna. El párroco de Saviñán pidió en su día la calavera del Papa Luna, en caso de venta del palacio, para depositarla en la parroquia. El 29 de diciembre de 1997 aparece publicado en el B.O.A. la adquisición del Archivo de los condes de Argillo de Saviñán, por el Departamento de Educación y Cultura de la D.G.A., por dieciocho millones de pesetas, acuerdo que se logró el 9 de diciembre. El palacio se queda vacío. La calavera del Papa Luna es el último inquilino. Los rumores de demolición se suceden. Incluso la alcaldesa de Saviñán, María-Dolores Campos, entonces diputada provincial de Cultura, llega a decir que el edificio sólo goza de un cierto valor sentimental para los vecinos de Saviñán. Varias asociaciones culturales interesadas por el patrimonio aragonés (APUDEPA, Rolde de Estudios Aragoneses, Asociación Socio-Cultural de Amigos de Purroy y la misma Asociación Cultural local) se oponen a su demolición y luchan hasta conseguir que el Departamento de Cultura y Turismo, a través de su Dirección General de Patrimonio, iniciara el 11 de mayo del 2000 el expediente para la inclusión del palacio de los condes de Argillo de Saviñán, en el inventario del Patrimonio Cultural Aragonés. En el B.O.A. del 22 de enero de 2001 se publicaba la orden de 19 de diciembre de 2000 por la que se declaraba el palacio de los condes de Argillo de Saviñán bien inventariado del Patrimonio Aragonés.

La noche del 6 al 7 de abril de 2000 la urna que contenía la calavera del Papa Luna fue robada del palacio de Argillo. A finales de julio, el alcalde de Illueca recibió un sobre con un carrete de fotografías sin revelar y un anónimo con faltas de ortografía. En él "Jesús Antonio el coleccionista" declaraba tener en su poder el cráneo y anunciaba posteriores contactos. Las fotografías correspondían a la hornacina y estaban hechas en un almacén. A primeros de agosto el alcalde de Illueca recibió un segundo escrito, en que se le exigía el pago de un millón de pesetas. La entrega se haría en un parque de Zaragoza el día 6 de agosto. El alcalde se prestó a colaborar con la Guardia Civil y acudió a la cita provisto de un micrófono oculto y una bolsa de deportes, que supuestamente contenía la cantidad del rescate, estando vigilado por agentes de paisano, pero nadie apareció. Parece que hubo un tercer anónimo dirigido al alcalde de Illueca. La noticia fue seguida por todos los periódicos regionales y nacionales. Se interesaron también The Times, BBC noticias, Washington Post y Liberation, entre otros. El 12 de septiembre de 2000 la Guardia Civil recuperó el cráneo del Papa Luna, deteniendo a los hermanos Santiago y Óscar M.M., de Saviñán, que la guardaban en una paridera de su propiedad.

El 27 de diciembre de 2004 en Heraldo de Aragón, apareció una noticia que afirmaba que los científicos aseguraban que la calavera pertenecía a la época del Papa Luna. Incluso se pidió la colaboración de todos aquellos apellidados Luna, para comparar su A.D.N. con el del papa Luna, pues el panteón familiar de los Martínez de Luna se hallaba en la iglesia de san Pedro Mártir de Calatayud, que fue demolida en 1856.

El 4 de octubre de 2006 tuvo lugar en Zaragoza el juicio a los presuntos autores del robo del cráneo del Papa Luna. Los médicos forenses, aunque no tenían una completa seguridad que el cráneo fuera del Papa Luna, afirmaban que era compatible, pues los perfiles del cráneo de la calavera correspondían con el busto relicario de san Valero, salvo la nariz, que Benedicto XIII regaló a La Seo de Zaragoza. La prueba del carbono catorce dio como resultado que los restos óseos procedían de un período de entre 1390 a 1425.

A finales de enero de 2007 trascendió la petición de los dueños de derribar totalmente el palacio renacentista de los condes de Argillo de Saviñán. El 30 de abril de 2004 el juez había dictado orden de caducidad, por defecto de forma en los plazos de la administración, pues el expediente administrativo había caducado en los plazos de incoacción. Para estudiar de nuevo el asunto la D.G.A se tomó de plazo dos meses. Por Resolución del 21 de marzo de 2007, de la Dirección General de Patrimonio Cultural, se ha iniciado nuevo expediente para la inclusión del palacio de Argillo en el Inventario del Patrimonio Cultural Aragonés. APUDEPA ya presentó en 1998 alegaciones, que ha vuelto a presentar en 2007, pues considera que esta catalogación no se ajusta a la categoría del edificio, que merecería ser incluido como Bien de Interés Cultural. Con el hallazgo del torreón medieval, que quedó dentro del palacio renacentista, APUDEPA se ha reafirmado en sus pretensiones, pero el palacio sigue en la misma categoría.

El 3 de marzo, Belén Boloqui, presidenta de APUDEPA, ofreció una interesante charla en Saviñán, instando al Ayuntamiento a considerar el palacio como Bien de Interés Local, medida que ayudaría a su tramitación, pero que no se ha tratado en ningún pleno municipal. Esperemos que la nueva Corporación, salida de las recientes elecciones de mayo, catalogue por fin el palacio de Argillo como Bien de Interés Local.

APUDEPA considera que los méritos arquitectónicos del palacio, así como su importancia artística y su categoría histórica, bien merecen su calificación de Bien de Interés Cultural. Y defiende la total protección de su arquitectura, incluyendo su distribución en planta y en sección, sus características funcionales, sus estancias, su decoración y el jardín anexo, que resulta fundamental para la concepción del espacio en las casas palacio.

El 8 de mayo de 2007, aunque publicado en el BOA el 28 del mismo mes, el Gobierno de Aragón ha declarado el cráneo del Papa Luna Bien de Interés Cultural. El blasón sobre la puerta de entrada del palacio ya lo era por la Ley 3/1999.

Según López Landa, la casa del infanzón de la novela Sarica la borda, original de Juan Blas y Ubide, fue tomada del palacio de los condes de Argillo de Saviñán.

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