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| Severino Pallaruelo: "¿Aragón? ¡Qué vacío más grande, qué tierra tan inmensa y sin gente"
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Severino Pallaruelo: el naturalista, el viajero, el peregrino en su patria que es el paisaje (Foto: José Miguel Marco / Heraldo de Aragón) |
ANTÓN CASTRO. | Severino Pallaruelo es el peregrino en su patria. El viajero, el naturalista, el poeta, el hombre que mira los celajes, los cerros o el angosto cauce de los ríos, y se queda extasiado, casi a punto de levitar. Esta manera de vivir el paisaje explica la parte emotiva de sus libros; pero también es riguroso, metódico, erudito. Y ambas cosas, sumadas al impecable diseño de Fernando Lasheras, a las casi 300 acuarelas de Juan Topete y las dos mil fotos del propio Pallaruelo, modelan su impresionante "Guía turística de Aragón", que publica Prames.
Parece que estaba usted llamado a redactar esta guía...
No me lo había planteado nunca. Había escrito la "Guía de los Pirineos", el "Inventario del patrimonio de Huesca", una
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"Guía de Calatayud" y una "Guía de Huesca", que no llegó a publicarse. Me dije: "Voy a irme hacia el sur de Aragón, voy a explorar otros territorios". Y así, tras cinco años, salió esta "Guía turística de Aragón".
¿Cuál sería, de regreso a casa, la imagen primera de Aragón?
¡Qué vacío más grande, qué territorio tan inmenso y sin gente!.
¿Qué le impresionó más?
En primer lugar, algunos paisajes increíbles y casi desconocidos, al margen de lo que se suele vender o promocionar. Pienso en esos páramos, en las rocas peladas, en los desiertos. ¡Cuánto hay ahí para disfrutar y para conmoverse! Y también me dije: "¿Cómo es posible que nadie me haya hablado nunca de lugares tan preciosos como Moros o como Alcaine?".
Descríbanos Moros o Alcaine
En Moros me encantó la arquitectura del barro y la densidad geométrica de sus viviendas, las sensaciones cálidas que produce con sus colores rojizos, las montañas pardas, esa atmósfera especial. Y de Alcaine me gustaron el paisaje duro de las rocas, los desfiladeros calcáreos, el ambiente morisco de las huertas, ese contraste entre los verdes de la ribera y la aspereza de los montes.
¿Ya sabe como son los aragoneses, qué les mueve?
No sabría hacer un retrato colectivo. El aragonés cree poco en las posibilidades de su tierra, de su territorio. Es entre derrotista y humilde, como si estuviese siempre pidiendo perdón. El aragonés es humilde, y esa es una cualidad que yo prefiero a la altanería.
¿Cómo ha organizado el libro?
En tres bloques: una primera parte, más o menos, que es un texto introductorio sobre Aragón: geografía, arquitectura, historia, naturaleza... Y luego he ido comarca por comarca. Están las 33 comarcas de la Ley de Comarcas. Y añado los datos prácticos básicos.
El libro, muy ilustrado y lleno de datos, redunda en la riqueza del patrimonio aragonés, que visto así parece importante...
Lo es, claro, pero según los criterios más extendidos, Aragón es pobre. La arquitectura en barro cocido o adobe representa la mayoría de Aragón. No es una arquitectura de piedras labradas. Y nuestro románico, es sobrio, sin decoración, con algunas salvedades como Santa María de Uncastillo. Y del gótico podemos decir lo mismo. Nuestro patrimonio no es comparable al de Castilla o Segovia. Es abundante sí, sugerente y seductor, pero pobre.
¿No haríamos ni siquiera una excepción con el mudéjar?
Al mudéjar se le da mucha importancia. Y la tiene. Esa arquitectura en barro, madera, yeso, en ladrillo. A mí me impresiona el buen hacer de esta gente que fue capaz de hacer obras tan excepcionales, con tanta personalidad, con estos materiales. Esa habilidad en la construcción me impresiona: la armonía con los moldes del exterior, la comunión con el paisaje.
¿Y el Renacimiento?
Hay edificios excepcionales. Pero yo destacaría los grandes retablos de alabastro de La Seo, el Pilar, San Pablo, o el de la catedral de Huesca. Son obras que están a la altura de cualquier creación universal. Y los retablos góticos de pintura son realmente hermosos. Dando un salto, me parece sorprendente el modernismo de Teruel: es muy chocante, está recogido y en poco tramo. Y casi todo es obra de Monguió. Lo que te deja perplejo es la iglesia modernista de Villaspesa: es como una aparición entre el maizal.
¿Debemos decir que la suya es una guía subjetiva?
Creo que sí. Aunque los datos son los datos. La historia está ahí y no puedes modificarla. Una de mis máximas ha sido no dejarme guiar por nada que hubiera leído o de lo que ya tuviera noticia. He viajado con mis propios ojos y no con los ojos prestados de nadie. No tenía ningún modelo concreto de guía. No soy lector de libros de viajes, pero acabo de leer "Homenaje a Cataluña" de Orwell y me gustó mucho por esa mezcla de sensaciones y de objetividad: habla de sentimientos que nacen de la realidad. Me he preocupado más de la sugerencia, de transmitir los sueños, que de la información, que tampoco falta, claro.
¿A quién va destinada la guía?
Para aquellos a los que les gusta soñar con los viajes, antes de hacerlos y después de haberlos hecho, para los que no han venido a Aragón y los que no van a viajar.
¿La mejor anécdota?
Quizá me ocurriese en Tormón (Teruel). Llegué el día después al 11-S. Planté el trípode en el campo y se me acercó un hombre, que trabajaba con un tractor, con cara de bandolero, y dijo: "¿No vendrá usted a poner un atentado?".
Ficha de la edición
Título: Guía Turística de Aragón.
Autor: Severino Pallaruelo.
Editorial: Prames. Colección Guías turísticas.
Diseño: Fernando Lasheras.
Acuarelas: Alrededor de 300 del pintor Juan Topete, militar retirado de Jaca y acuarelista de larga y prestigiosa trayectoria.
Otros datos: Severino Pallaruelo incorpora 2.000 fotos (tiró 40.000 con tres cámaras), realizó más de 200.000 kilómetros, hacía mapas de cada comarca y gastó 8 cuadernos de notas. Elogia el trabajo de Fernando Lasheras, con "quien me compenetré a las mil maravillas. Ha sido decisivo". Y tiene un elogio para Zaragoza: "Es una ciudad estupenda, asombra al forastero. De veras".
Heraldo de Aragón (21-10-2003)
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