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Que visitar en la Provenza: Avignon


Entrada principal al Palacio de los Papas en Avignon

Tomamos la autopista hacia Aviñón al norte de la Provenza para una de las visitas más esperadas en la región. Tenía mucho interés en conocer la ciudad que fue residencia Papal durante más de 100 años; el Palacio de los Papas, centro administrativo y político de la Iglesia en los territorios donde el cristianismo era la religión dominante durante el s.XIV. La historia de la ciudad esta ligada a la historia de este nuevo Pontificado en Francia durante 75 años, testigo de uno de los grandes Cismas en el interior del Catolicismo, una gran historia para una gran ciudad; hablemos pues de Aviñón.

Desde 1309 nueve papas se sucederían en el poder en Aviñón, situándose al frente de la religión católica durante uno de los periodos más difíciles de la Iglesia como institución. Los siete primeros Clemente V, Juan XXII, Benedicto XII, Clemente VI, Inocencio VI, Urbano V, Gregorio XI hasta 1377 pertenecientes al Pontificado de Aviñón y los llamados antipapas Clemente VII y Benedicto XIII hasta 1417, llamados así por la iglesia católica por usurpar los poderes de un obispo o cardenal legítimamente elegido, estos últimos junto a los siete primeros eligieron como residencia Aviñón, aunque no se reconocen al periodo del Pontificado francés. El Papado a principios del s.XIV huyó literalmente de los Estados Pontificios en Roma a un lugar más seguro debido a la guerra civil que estalló en Italia y por las disputas entre algunas familias nobles y el clero, viéndose obligados a huir a Aviñón temiendo por seguridad. Con sus riquezas a cuestas cambiaron finalmente su residencia a la ciudad francesa. Este periodo es conocido como la Cautividad del Papado.

La ciudad que era propiedad de la Casa de Anjou (reyes en Sicilia que gobernaban el Sur de Francia incluida Provenza) llegó a tener un gran esplendor durante esta época, incluso llegó a ser propiedad del papado, comprándola por 85.000 florines a Juana I de Sicilia en 1348, a cambio de su protección por ser acusada de asesinar a su marido. La leyenda cuenta en cambio que no se terminó de pagar tal cantidad, ya que la declaración de inocencia por parte del Papa vigente hacia Juana ya era suficiente indulgencia, ya que semejante delito se pagaba con la muerte en esa época. En cualquier caso, a ciudad pasó a manos de la Iglesia Católica hasta que en 1791 pasara al estado francés después de la revolución francesa. Fue en este periodo cuando el Palacio de los Papas, el edificio histórico más importante en la ciudad sufriría grandes daños, incluso sirvió como polvorín durante la revolución francesa y posteriormente como cuartel de Napoleón. El estado francés lo declararía patrimonio nacional ordenando su reconstrucción a partir del s.XIX, pese a las amenazas de destrucción que sufrió por los grupos revolucionarios anticlericales en el pasado. Aunque ya se habían expoliado pinturas, trozos de tapices y frescos por los soldados para venderlos a los nobles de la ciudad. Con su reconstrucción a cargo de los mejores arquitectos del país se preservaría la historia que supuso el Palacio en Francia y su riqueza arquitectónica, no en vano es el palacio gótico más grande del mundo que hoy podremos admirar en la ciudad.

Testigo del esplendor e imagen de fortaleza medieval junto al Palacio Papal son sus murallas de acceso a la ciudad, posee un carácter más defensivo que el meramente representativo del poder de la Iglesia durante la Edad Media, hecho que hoy en día perdura puesto que la Ciudad del Vaticano también se encuentra amurallada como hiciera antaño. Pero además del Palacio podremos visitar en la ciudad otros edificios históricos como el Petit Palais, palacio construido al final de la estancias papales en la ciudad y que posteriormente sería el lugar de residencia de los delegados papales que administraron la ciudad y el posterior arzobispado después del regreso del Pontificado a Roma. Hoy día es un museo de pintura de los artistas que pasaron por la ciudad.

Entre ambos la Catedral románica de Notre Damme des Doms se alza completando el conjunto monumental de la plaza, haciendo honor y gala de la importancia y riqueza que la ciudad poseía en aquella época. Los muros de hasta 5 metros de grosor en algunos puntos del recorrido amurallado hacían de Aviñón una ciudad segura para continuar con la administración católica de la Sede Papal en suelo francés. Además de la ciudad en sí, con sus murallas y accesos al casco antiguo de la ciudad, pegado al Palacio Papal se encuentra el puente que lo une con el otro extremo del Ródano; el Puente de los Papas, donde paseaban antaño en sus salidas del Palacio. Mantiene aún cuatro de los 22 arcos originales completando la soberbia construcción palaciega. El conjunto monumental, junto con las murallas, el puente de los Papas sobre el Ródano y el casco antiguo fortificado de Aviñón son Patrimonio de la Humanidad desde 1995.

Está claro que los Papas buscaban un refugio seguro fuera de las guerras que se libraban en Italia y una fortificación donde guardar su patrimonio y desde donde administrar la Europa Católica, sobre todo a raíz del vandalismo de la época. El nuevo pontificado hizo que los papas que se sucedieran posteriormente fueran franceses, por lo que la Iglesia de Roma protestó ante lo que ellos consideraban una ruptura con Roma por el apoyo incondicional; según ellos al rey francés, el cual a cambio le ofrecía protección. Pero todo esto fue más allá el día que Inocencio VI, un ferviente de la realeza francesa, mandó a su cardenal Gil de Albornoz a apaciguar las revueltas en Roma y para que trajera consigo los archivos de la Iglesia en Roma, entregando los Estados Pontificios al rey de Francia. Esto enfureció aún más, no solo a los cardenales y nobles italianos, que negaban la obediencia a Aviñón, si no que supuso una división en el seno de la Iglesia durante esta época de la Edad Media. Inocencio VI y su antecesor Clemente VI fueron los principales artífices del desarrollo del pontificado de Aviñón, construyendo grandes salas en el Palacio de los Papas, como la Capilla Mayor, las grandes Torres defensivas y el Gran Tinel en la ampliación gótica del Palacio, fortificando por ende la ciudad y administrando con gran destreza política el patrimonio de la Iglesia, desarrollando la alianza con Francia y estableciendo un desarrollo eclesiástico en suelo francés. Todo ello desembocaría más tarde en el Gran Cisma de Occidente o Gran Cisma, de los partidarios de que el padre de la Iglesia tendría que obedecer a la original cátedra de San Pedro y de los actuales Papas franceses que rendían obediencia a Aviñón aún después de los declarados antipapas por Roma.

Todo empezó tras la muerte de Gregorio XI en 1378, instado por Catalina de Siena a regresar a Italia para apaciguar a los nobles y cardenales italianos para devolver a Roma el poder eclesiástico original, a lo que Gregorio se oponía por considerarlo muy complicado. Actualmente se le considera el último Papa obediente al Pontificado de Aviñón (1309-1378) pero durante aquella época no estuvo claro hasta que se determinara en el Concilio de Costanza en 1417. Casualmente el Papa muere en suelo italiano y por el Derecho Canónico obliga a elegir al nuevo Papa en el lugar del fallecimiento. Se celebra pues el cónclave saliendo el elegido Urbano VI, arzobispo que no cardenal, pero a su vez no reconocido en Francia debido a las presiones y amenazas de muerte a las que sometieron a los cardenales por la muchedumbre romana, que exigían un Papa italiano pretendían declarar nula la decisión. Un nuevo cónclave se celebra por las presiones de Francia recibiendo el apoyo de buena parte de los estados cristianos colindantes, incluida la Corona de Aragón. Teniendo en contra a los estados italianos, con todo ello Clemente VII se declara el nuevo papa, padre del Cristianismo y de la Iglesia Católica, pero Roma sólo reconoce a Urbano VI como tal, en estos años ambos regían la Iglesia como Padres espirituales del Cristianismo y de la Iglesia Católica creando una gran confusión a los fieles devotos. Actualmente Clemente VII es considerado por la Iglesia Católica como el primer antipapa o el que usurpa el poder de un cardenal legítimamente elegido. Clemente VII mantendría de nuevo su residencia en Aviñón aún después del regreso a Roma a partir de 1378, mientras que su sucesor Benedicto XIII viviría en la ciudad hasta el regreso a Aragón; a Peñíscola, donde murió en 1423. Conocido este último como el Papa Luna, era de obediencia a Aviñón y también considerado actualmente como antipapa por la Iglesia Católica. Ambos ya no eran reconocidos en Italia que consideraban el Pontificado ya en Roma desde la muerte de Gregorio VI y en estos 40 años hubo grandes revueltas en el seno de la Iglesia y no se ponían de acuerdo sobre el Pontificado legítimo. La iglesia católica y el cristianismo se encontraba dividida durante el Gran Cisma, finalmente se proclamó sucesor Clemente VIII en el cónclave de Peñíscola, último papa con obediencia a Aviñón (por elegirla como residencia), hasta que abdicara en Martín V en 1417. Elegido éste en el Concilio Ecuménico de Constanza, pone fin al Gran Cisma de Occidente en el seno de la Iglesia Católica además de condenar a la hoguera al reformista Jan Hus (Husitas), cuya estatua y seguidores de la doctrina podremos conocer en la Plaza de la Stare Mêsto en Praga. Este nuevo Papa pertenecía a una de las familias aristocráticas más importantes y antiguas en Roma, por tanto se calmó la ira italiana que sacudió la historia del Papado durante esta época. Comenzó de nuevo la obediencia a Roma y el regreso del papado a los estados pontificios originales definitivamente, que fueron instaurados hacia el 752 en territorio italiano por las diversas donaciones territoriales de los Emperadores Romanos Cristianos, terminando las disputas entre Roma y Aviñón durante estos 40 largos años. Aviñón pasó a ser un Arzobispado dependiente de la sede papal romana en 1478, pese a que fuera sede papal desde el 70 d. C.

Una gran historia sobre política y jerarquía eclesiástica en plena Edad Media, cuando aún la Iglesia no se recuperaba de los reformistas e intelectuales que turbaban la doctrina religiosa Católica y de la corrupción monástica de Abades, Priores y algunos Obispos, de los seguidores de la Regla de San Benito y de los Benedictinos. Donde varios papas de transición se sucedieron para sacar adelante el poder de la Iglesia Católica, desde los más políticos y amigos de las riquezas y obras de arte; como reflejo del poder del Clero como Inocencio VI y Clemente VI, hasta los más humildes y más populares amigos de los campesinos y el pueblo, como Urbano V y el Papa Luna, que libraron de impuestos como el Diezmo a los labriegos. Sus mandatos no fueron superiores a 15 años en muchos casos y supuso una de las más grandes rupturas en el Seno de la Iglesia Católica. Todo ello es lo que podremos aprender en nuestra visita al Palais des Papes en Aviñón, realmente muy interesante y muy recomendable. Alunas obras de arte se restauraron en el Palacio como los frescos mandados pintar por Inocencio VI a Giovanetti en la Sala de Recepción y en la Capilla de Gregorio XI y otro artistas renacentistas que decorarían los suelos y paredes de la habitación del Papa en el Palacio Nuevo. También se puede realizar una visita a la Catedral pequeña de Aviñón; la Catedral de San Pedro y al Ayuntamiento, cuyo campanario data del s. XIV, además de pasear por el casco viejo de la ciudad. Una visita que se podrá completar poco más de medio día si se comienza temprano, ya que nuestra visita al Palacio Papal duró 3 horitas y esto excluyendo la visita al Puente de los Papas, puesto que es realmente inmenso. Desde lo alto además de un restaurante, el Palacio ofrece unas vistas excelentes del conjunto monumental de Aviñón.

Desde aquí al término de nuestra visita a la ciudad, podremos hacer una rápida visita a la ciudad de Orange a unos 20 km al norte en Provenza, donde podremos admirar el Teatro y Anfiteatro romano que alberga, testigos del pasado imperial de la región. Después de haber admirado esta gran e histórica ciudad, de haber hecho las rutas por los parques nacionales de Provenza con sus típicos pueblos medievales, de haber conocido también otras ciudades de renombre como Arlés y Nimês, habíamos quedado conformes con nuestra semana en Provenza, una gran región para visitar sobre todo en Primavera, una paraíso al Sur de Francia…

Libro de Viajes (5-11-2009)

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