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Caridad y lotería

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | En el número del 8 de diciembre de 1881 de El Movimiento de Huesca se anunciaba que en el Café del Centro, que regentaba Pablo Martínez, y desde primeros de mes, se estaba regalando un billete por cada dos reales consumidos en el establecimiento, con derecho a tres lotes. Un lote constaba de un décimo de lotería con el número 3.575, para el sorteo que se iba a celebrar en Madrid el 23 de diciembre, dos barras de turrones finos y dos botellas de vino generoso. El segundo lote estaba compuesto de un gran pavo, cuatro botellas de vino y licores superiores, y cuatro barras de turrones finos. El tercero llevaba cien cigarrillos puros peninsulares y dos botellas de vinos generosos.

En el número del 29 de abril de 1884 de La Derecha se informaba que este periódico había sido estafado por la casa Jsental y Cía, que había puesto un anuncio de lotería de dinero de Hamburgo. La Derecha decía que esta casa no pagaba y que eran un timo sus reclamos. En el número del 9 de octubre de 1890 del mismo diario se anunciaba una gran lotería de dinero, que había sido autorizada por el Alto Gobierno de Hamburgo y garantizada por la hacienda pública del Estado.

Las religiosas del convento de Santa Clara de Calatayud tuvieron una feliz idea para recaudar fondos y con ellos reparar el convento. Pusieron en circulación unas papeletas de lotería para el sorteo de seiscientos reales de vellón, en moneda de oro y plata, que se entregarían al número que le cupiera en suerte el 10 de agosto de 1853. Según se explicaba en los boletos, las religiosas debían reparar su convento y como no tenían medios propios para cubrir los gastos, apelaban a la caridad de los fieles con estas papeletas de rifa.

El monasterio de Santa Clara había sido destruido en la guerra de los dos Pedros, aunque fue mandado reedificar por Pedro IV y su esposa Leonor en 1368. Se demolió en 1834, formando con su solar y parte del convento de los frailes de la Merced la plaza del Fuerte. Entonces las monjas pasaron a ocupar el desamortizado convento de San Francisco, de cuya iglesia dice Abbad que fue fundada por Gonzalo de Liñán en 1376. Durante la Segunda República las monjas clarisas se trasladaron a Corella, por miedo a que la iglesia fuera incendiada. Este monasterio franciscano y su iglesia pasaron a manos particulares, utilizándose algunos años como fábrica de embalajes para frutas, siendo por fin demolidos. Poco antes del derribo, José María López Landa y Salvador Amada Sanz hicieron una campaña fotográfica del monumento, cuyo material se conserva en el Instituto de Enseñanza Media de Calatayud.

Tras la Guerra de la Independencia, Aragón sufrió una grave crisis económica, pues faltaba mano de obra, Zaragoza estaba destruida, los lugares despoblados, los campos abandonados y las continuas exigencias de la hacienda agravaban aún más la situación, ya de por sí difícil. Morés y Sestrica elevaron peticiones de clemencia ante su penosa situación. Inogés se encontraba muy apurado en 1811, a consecuencia de los pedidos de las tropas españolas y enemigas. Por ello el vicario mosén Antonio Asensio vendió una finca de tres yugadas que confrontaba con el río, de la que el Concejo estaba obligado a pagar anualmente a la iglesia el tres por ciento del capital de la venta. En Saviñán y en 1808, Judas Yepes, juez subdelegado del segundo departamento de la Diócesis de Tarazona, había formado expediente de subasta para la venta de bienes pertenecientes a las capellanías fundadas en la parroquial de San Pedro por mosén Pedro Bueso y por el canónigo de La Seo José Martínez Asensio. El 18 de agosto de 1810 el Ayuntamiento de Saviñán acordó la venta de los bienes del legado de mosén Antón Villalba, para hacer frente a los pagos ordinarios y extraordinarios a los que estaba obligado el lugar. El 27 de octubre se llevó a cabo la resolución, cuando el lugar se hallaba apremiado militarmente y su alcalde había sido conducido preso a La Almunia. El mismo destino correrían el resto de los componentes del Ayuntamiento y las personas más pudientes del pueblo, en caso de no pagar pronto los adeudos que contra sí tenían. Aun en 1811 el Ayuntamiento de Saviñán pedía poder vender fincas de propios, para de este modo hacer frente a los pagos de raciones y contribuciones extraordinarias que pagaban a los departamentos de La Almunia y El Frasno. También en 1812, el Capítulo de religiosas del monasterio de Santa Clara, debido a las excesivas pagas y contribuciones que se les venían exigiendo y para la propia manutención, pidieron permiso al obispo para poder vender algunas fincas y treudos que tenía el convento, y de esta manera poder cubrir estas necesidades. Por decreto del 12 de febrero de 1812, el obispo concedía el permiso a la comunidad para poder vender bienes hasta 2.000 escudos. José Gracián compró entonces un censo y una casa que tenían las monjas en Saviñán.

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